Hasta siempre

María Isabel Fuentes Lendínez de Valdepeñas
“Una mujer luchadora y llena de vida”

La vida te jugó una mala pasada haciéndote vivir tantos años en la cama.
Una enfermedad te fue quitando la vida, llevándose tus recuerdos y, con ellos, tu alegría. Primero se fueron tus gestos. Poco a poco, tu sonrisa. Pero lo que nunca se pudo ir fueron tus ganas de vivir.
Si algo te caracterizó fue tu gran corazón, ese al que le costó tanto decirnos a todos adiós. Daría todo por verte y pedirte perdón por tantos momentos de ausencia, pero nunca tuve valor para mirarte a los ojos y darte esa fuerza que tanto nos enseñaste.

    20 feb 2011 / 10:45 H.

    En mi recuerdo siempre quedará esa dulzura con la que te vi marchar, así que lo único que puedo pedir es que  tus recuerdos hayas vuelto a encontrar. Entonces, ahí te darás cuenta de que tu nieta jamás te olvidará.
    Por Macarena Negrillo Ramiro

    Miguel Torres Godoy de Canena
    “Gracias por tu buen hacer”

    Como acaba de decir mi madre, unos vienen y otros se van…
    El pasado 4 de noviembre, falleció de forma repentina mi padre; 63 años, un sinfín de proyectos en su cabeza y una familia que aún hoy intenta asumir su pérdida… Mucho se ha escrito ya de Miguel Torres Godoy, cronista oficial de Canena, profesor jubilado del IES Santísima Trinidad de Baeza, maestro, durante unos veinte años, en el colegio de Canena y empresario y cabeza visible del grupo “Electra La Loma”, Cía. Distribuidora, Comercializadora y Productora de energía eléctrica en Canena.
    Tanto mis hermanos como yo, hemos tenido la inmensa suerte de compartir con él no solo su faceta como padre, sino también su faceta como maestro (a los tres nos dio clase en sexto, séptimo y octavo de EGB, allá por los años 80), así como la de “jefe”, cuando nos íbamos a la oficina con él, o a tomar lecturas de los contadores de la luz por la calle. Su vida ha sido, sin duda alguna, una continua fuente de aprendizaje para todos, especialmente, para nosotros sus hijos. Una de las mejores formas de transmitir los valores del trabajo, esfuerzo, constancia, compromiso, estar ahí cuando se necesita, es a través de la propia vida mediante el ejemplo y eso, precisamente, es lo que, quien conoció a mi padre, puede decir de él.
    Personalmente, además de todo esto, puedo presumir de haber compartido con él durante un año su mayor vocación, la del ejercicio de la docencia: el curso 2004-2005 fui su compañera en el IES Santísima Trinidad de Baeza, cosa que lo llenó especialmente de orgullo. Nunca olvidaré esa llamada en agosto, estando de vacaciones en París, cuando me dijo que en los destinos provisionales (acababa de aprobar las oposiciones para convertirme en profesora de Enseñanza Secundaria, tras algunos años de interina) me habían dado “su” instituto, en Baeza… Y el primer claustro, donde me fue presentando a los compañeros, con su sonrisa de satisfacción.
    Durante ese curso fui aun más consciente de la dedicación que mi padre ponía en todo lo que tenía entre manos, no solo en el negocio familiar. Como secretario del centro, responsable del tema económico, supo ganarse a unos y otros con respeto, trabajo y, sobre todo, humildad.
    Fue un gran maestro. Muchos de los alumnos y alumnas que pasamos por sus clases y que ahora compartimos ese hermoso trabajo de enseñar, tenemos presente de alguna manera su ejemplo, su vocación y su entrega. ¿Les suena de algo “El que hable, o copie, o mire, aunque ni hable, ni copie ni mire, pero a mí me parezca que habla o copia o mira, tendrá un cero en la correspondiente pregunta; si insiste, un cero en el examen, y se le retirará”?....
    Por unos días no llegó a conocer al que, por ahora, es el benjamín de la familia, mi hijo Miguel, que nació el 1 de diciembre. Sí, se llama como él y por él. Lo supo antes de morir y, como nos comentó a mi marido y a mí cierto día, estaba muy contento y orgulloso. Me da pena por todo lo que mis hijos y mis sobrinos no han podido compartir y sobre todo aprender de él.
    Siento que, desde mi familia, debemos unas palabras de agradecimiento a todo el pueblo de Canena, que se volcó con nosotros ese fatídico día 4 de noviembre cuando, tras su intervención en una reunión, dijo sentirse “mareoso” y cayó fulminado al suelo. Se le rompió el corazón “de tan grande como lo tenía”. Las muestras de dolor se han ido sucediendo desde la propia iglesia, donde “Manolete”, municipal jubilado del pueblo, exclamó: “Miguel, Canena te llora, Canena te quiere”, y esas palmas que pusieron fin a la ceremonia religiosa, hasta las semanas posteriores, con multitud de llamadas a mi madre y hermanos e, incluso, el pasado 16 de diciembre, cuando se inauguró el Museo de las Telecomunicaciones de Canena, guardándose un minuto de silencio en su memoria.
    Pero no solo a caneneros y caneneras; todo el que conoció a mi padre y compartió con él momentos de trabajo, charlas, ideas, inquietudes, etcétera quedó esa noche “un poco más huérfano”.
    Las numerosas condolencias recibidas hacen que seamos más conscientes de la pérdida sufrida, desde la comunidad educativa de Canena, del IES Santísima Trinidad de Baeza, su AMPA, del IES Ruradia de Rus (mis compañeros), comunidades de regantes, cooperativas de aceite, CIDE, cronistas, cuñados, sobrinos, …
    Desde el profundo convencimiento religioso que vivimos en el seno de mi familia, y que, una vez más, supieron transmitirnos mis padres, sé que mi padre esta ahí, donde corresponde a la gente buena que nos deja, con un “martillo” y un “taladro” ofreciéndose para arreglar las cuatro chapuzas del cielo, echando aceite en aquello que “chirría”, porque en el cielo quizás hay cosas que chirrían aún más que en la tierra… Pero siempre con un ojito puesto en este su pueblo, en esta su familia, y en este, su nuevo nieto. El día 1 de diciembre me dio fuerzas porque algo suyo vino al mundo: unos vienen y otros se van…
    Gracias, papá, por tus 63 años de vida y buen hacer. Tu huella seguirá presente en nosotros durante muchos, muchos años.
    Por Isabel María Torres Herrera,
    profesora de IES Ruradia – Rus (Jaén).



    Pedro Jesús Milla Sánchez de Jaén
    “Nadie llenará el  vacío que dejaste. Esto va a ser muy duro”

    “Sí, vives”, ¿era lo que tu querías, no? No hay nada que pueda sustituir tu  ausencia, ni siquiera vamos a intentarlo, hemos de soportar, sencillamente,  y resistir. Esto va a ser muy duro, pero, al mismo tiempo, es un gran consuelo, nadie llenará tu vacío. Cuanto más hermosos y ricos son los recuerdos, más dura es la separación.
    ¿Qué podríamos hacer para aliviarnos? ¿Cómo consolar a unos padres  que pierden a su hijo?
    Con lágrimas en los ojos, te dijimos hasta siempre. Gracias por todo hijo, hermano, tito, gracias por pertenecer a nuestras vidas.
    Te decimos un hasta luego y, aunque quede un espacio vacío que nadie puede llenar, en nuestros corazones nadie te podrá olvidar porque es ahí donde vivirás por siempre. Mientras sigamos viviendo, formarás parte de nosotros. Recordamos tus palabras, miradas, gestos, tu sonrisa y tus silencios.
    Nos dijeron que tenías un corazón muy grande, demasiado para tu pecho, y era cierto. No hay palabras para expresar lo que has significado para tanta gente, solamente hay muchos corazones llorando por tu ausencia.
    Tu legado para nosotros es hacer y decir lo que sentimos, vivir cada día como si fuera el último, luchar por la vida y aferrarse a ella hasta el último suspiro, nadie con tantas ganas de vivir y con tantas esperanzas.
    Si pudiera hacer las cosas a mi manera, te mantendría a salvo entre nosotros, pero solo puedo ofrecerte estas palabras, tanto que decir y las palabras se las lleva el viento, cógelas y guárdalas contigo.
    Ah… se me olvidaba, ahora todos somos del Valencia CF ¡Aúpa!
    Tus sobrinos te echan mucho de menos, lloran tu ausencia, cuídalos.
    Te queremos, vives con nosotros.
    Por toda tu familia.

    Capilla Colmenero Vega de Jaén
    “A mi amiga”

    Me llamabas Carmela y lo echo de menos. Ya hace más de seis meses que no te oigo y, sin embargo, la vida continúa sin más vacilaciones. La vida te jugó una mala pasada y te fuiste muy pronto, yo siempre te decía “vive y disfruta el día a día y no pienses en mañana”; era tan duro y a la vez tan fácil decirlo cuando tú eras consciente de que el mañana era tan fugaz e impreciso. Luchaste al máximo porque no te querías ir tan pronto; recuerdo aquel día que me dijiste: “Es que no me quiero morir aún”. Cuánto hemos hablado y cuánto nos ha quedado por decir. Enseñaste a tus hijos a ser maduros antes de marchar, y a “Moreno” (como le decimos cariñosamente) a que saliera adelante solo. Le has puesto algunas pruebas desde arriba, donde a nadie nos cabe la duda de que estás, pero verás que han sabido reaccionar. Qué bien lo hiciste, puedes estar orgullosa de ellos y de lo que has conseguido. Siempre serás su centro de referencia y un pilar donde sujetarse tus padres, a los que nunca quisiste que vieran la realidad de lo que venía para no hacerles sufrir. Conocías lo que padecías. Sin embargo, con tu ingenuidad o con tu sabiduría, preferiste que los demás no lo padecieran, no sufrieran por ello. Querías que te vieran con buena cara y sonriente, guapa y arreglada, aunque por detrás, solo tú sabes cómo estabas. Siempre con tu sonrisa y esa mirada tan especial que tanto expresaba y que con tu sencillez transmitía muchas cosas, entendiéndonos sin hablar, solo con mirarnos. Cuánto te echamos de menos “Colmenero”.  Conocías a mucha gente y para todos tenías algo bueno, jamás guardaste rencor a nadie. Siempre cuidaste de aquel detalle de agradecimiento para cada uno y recordando siempre lo que a cada uno nos gustaba para que,  cuando tenías ocasión, complacernos con ello. Pendiente y mirando con el rabillo del ojo al que tenías a tu lado para no dejar de saludarlo. Es difícil escribir algo sobre alguien que te ha ayudado a “ver” con su ejemplo, que siempre te daba ánimo cuando estabas un poco baja de moral, incluso, a oscuras y sin poder, mirabas por mí. ¡Cuanto me has enseñado Capi! Pero, sin embargo, te has tenido que marchar y nos dejaste, aunque desde donde estás, sé que nos empujas para que continuemos luchando. Por eso te digo: “Gracias, Capi, por ser mi amiga”.
    Por María del Carmen Sánchez.

    LUIS GRANADOS DE LA PUENTE de Andújar
    “Que lo positivo nos guíe en lo que resta de camino”

    Quiero dedicar unas líneas a mi suegro, Luis, fallecido el pasado 20 de enero en la ciudad donde trabajó durante tantos años, Andújar, donde formó familia y donde su cuerpo reposa, ya para siempre, cerca de ese campo al que tanto amó. Porque Luis Granados, aunque llevaba muy dentro el interés por la mecánica, no podía evitar proceder de donde era: de la vasta tierra castellana tan abocada a lo agrícola. Así que, cuando pudo, alternó su trabajo en la ya extinguida empresa de Impregna con el cuidado de su pequeño terrenillo, allá por el camino del yugo. Mecánico y agricultor, tan atraído por los secretos de un motor diésel como por evitar que cualquier contratiempo de esos tan comunes a las cosas del campo estropease su simbólica recolección de aceituna. Trataba de explicarse a sí mismo qué extraña fuerza o fenómeno lograba que esos gigantes del aire, los aviones, pudieran surcar el espacio con ese ímpetu, o se entretenía, ya en su época de jubilación forzosa, en regar sus mandarineros o construir cualquier utensilio que tuviera alguna utilidad.
    No viene a estas páginas por haber sido muy conocido en Andújar. No regentó nunca ningún negocio, no perteneció a ningún grupo de la vida social andujareña... Era un ciudadano más, de esas personas que solo piensan en trabajar para ganarse el sustento, desde su más temprana juventud hasta que su enfermedad, como una guadaña inmisericorde, le fue cercenando las energías. Amó y fue amado. Tuvo, además, la suerte de serlo por dos grandes mujeres. Y crió a tres hijos y a tres hijas que, a su vez, han hecho florecer catorce promesas de futuro, como son sus nietos y nietas. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?
    En estos momentos, ante su ausencia, encuentra uno algo de consuelo en los versos del serrano segureño Manrique, cuando afirmaba en sus famosas Coplas: “Que querer hombre vivir / cuando Dios quiere que muera / es locura”. Y a la muerte se enfrentó más de una vez con una determinación que muy bien pudiera compararse a la bravura de aquellos guerreros castellanos que acompañaron al Cid en su destierro. Pero llega un momento en que hasta la más recia de las naturalezas humanas se ve superada por el destino que a todos nos aguarda.
    Yo lo quiero ver ahora así: fiel escudero de algún héroe (como esos que él admiraba en los westerns que tanto gustaba de ver por televisión) puesto a su servicio en nuevas empresas en el más allá. Con su rostro adusto de reciedumbre zamorana, con sus manos fuertes como raíces de olmo centenario, con sus ojillos plenos de curiosidad, al frente de la mesnada de algún señor medieval, cabalgando por siempre por la meseta castellana, aunque oteando, de cuando en cuando, el cielo para seguir asombrándose por el vuelo de algún avión.
    Descansa, pues, tras una vida de esfuerzo, donde el trabajo era tu consigna y la familia tu único reducto. Reposa en paz y quede para siempre tu recuerdo en nuestros corazones y nuestras cabezas: en aquellos para seguir queriéndote y en estas para que todo lo positivo que hiciste en la vida nos guíe en lo que nos resta de camino a los demás. Que la tierra te sea leve.
    Por Manuel Andrés Barea Collado

    Juan Moreno Moya de Jimena
    “Estás presente en nuestros corazones”

    El día 5 de febrero, hizo dos años que te fuiste, abuelo, y aún es duro recodarlo, pero queremos que sepas que sigues estando en nuestros corazones y estamos seguros de que tú, como la abuela María, lo sabéis y, por más tiempo que pase, os llevaremos todos muy adentro. Y para este triste aniversario te escribo estas letras que prometí a nuestra querida amiga María Montiel, que es la autora de la misma y lo escribió pensando en ti. Homenaje a un amigo: 
    Juan como hijo del pueblo/
    y trabajador con coraje/
    hoy paisanos y amigos/
    te rendimos este homenaje/.
    Eras querido del pueblo/
    de todos es bien sabido/
    porque todo el que te trataba/
    pronto se hacia tu amigo/.
    Nos dejaste muy pronto Juan/ pero nunca te olvidaremos/ y cuando se hable del Madrid/ todos te recordaremos/.
    En tu paso por la vida/ sembraste buena semilla/ y puedes estar orgulloso/ que fermentó de maravilla/. Presumías de tus hijos/ no le ponías ni un pero/ y también les enseñaste/ cómo se gana el dinero/. Te gustaba mucho el fútbol/ sobre todo el Real Madrid/ por eso hoy tus amigos/ estamos todos aquí/.
    Tú tenías al Real Madrid/ muy dentro y con mucha garra/ y estarás muy contento/
    porque aquí esta hoy Parra/.
    Tu amigo Parra/ el que de él muy bien hablabas/ pero tú sabías también/ que él a ti te  apreciaba/. A los dos os unía el pueblo/ el fútbol y los ratos buenos/ también sabemos que os unía/ la Virgen de los Remedios/.
    Cuando Parra lea estas líneas/ creemos que llorará/ pero lo que sí es seguro/ que cada día te rezará/. Todos te prometemos juntos/ que cuando hablemos del Real Madrid/ tendremos lleno el pensamiento/recordándote a ti/.
    Por María Montiel y la familia Moreno.