Hasta siempre

Francisco José Pérez de Jaén
“Siempre estarás en nuestros corazones”
Tu vida se apagó, el 18 de noviembre de 2008, en una rotonda que hoy lleva tu nombre. Un accidente de tráfico sesgó tu vida. No importó que sólo tuvieses 26 años y que te quedase todo por hacer. No importó que contigo se fuese la alegría de muchas personas. Por eso, hoy te escribimos, para que sepas que no te olvidamos, ni hoy, ni nunca.

    15 nov 2009 / 11:24 H.

    Ya se aproxima, repito, el aniversario del día en el que nuestro tan querido amigo Francisco José Pérez Muñoz “El Chato” se marchó para siempre. Sin embargo, siempre estará en nuestros corazones porque ha dejado entre nosotros una huella interminable que nunca podremos olvidar.
    Por él, por Francisco Pérez Muñoz “El Chato”, hemos fundado esta peña de amigos. Nuestro único objetivo es que siempre seas recordado por tu gran afición y amor al Real Jaén. Este fue el motivo de que constituyésemos la peña y la razón de que, cuando vamos a los partidos de fútbol, ponemos las pancartas.
    Sólo queremos que tu nombre se pueda ver en el estadio al que tanto quisiste. Nosotros recogemos tu semilla y seguimos los logros del equipo, lo apoyamos con la ilusión que tú siempre demostraste. Y es que para ti el Real Jaén fue algo más que un equipo de fútbol. Lo defendiste siempre, sin importarte si ganaba o perdiera. Para ti, lo importante era creer en él.
    Esto era sólo una faceta de tu carácter, pero en ti destaca, además, tu generosidad. Eras un chico alegre, amable y, cómo no, disfrutabas de una buena juerga con todos tus amigos. Igual de conocida era tu bondad, generosidad y, cómo no, tu sentido del humor. Por todo esto y mucho más: “Va por ti, Chato”. Montse Pérez ,en nombre de la Peña del Chato.

    Juan castillo garcía de Jaén
    “Disfrutabas con las cosas sencillas de la vida”

    Maldita enfermedad. Llegaste por sorpresa, silenciosa, traicionera, sin oportunidades ni esperanzas, sin retorno. Maldita seas. ¿Y ahora qué? Ahora me toca aprender a vivir sin ti, sin uno de los dos pilares básicos de mi existencia, sin mi padre.
    Mi corazón lucha contra mi razón a cada momento. Se debate entre la profunda tristeza por tu ausencia y la gran satisfacción de haberte tenido, entre la rabia incontenible por tu pérdida y la aceptación de que todos, algún día, nos marcharemos, entre la sinrazón de una muerte prematura y la realidad de que la muerte, por desgracia, no mira la edad.
    Disfrutabas con las cosas sencillas que la vida te ofrecía. Para ti, lo mas importante eran tu mujer, tus hijos, tu trabajo y, por su puesto, tu Lyra. No conociste la avaricia, la envidia o los complejos. Quizá, por eso, nunca faltaba una sonrisa en tu cara; quizá, por eso, las personas que te conocían sólo tienen palabras de sincero cariño y aprecio hacia ti; quizá, por eso, eras una persona libre y feliz, porque fuiste un hombre generoso, peculiar, entrañable y único, irrepetible…
    Nunca te escuché quejarte de tu duro trabajo. No existían domingos, no existían fiestas, pero no te importaba, todos los días eran iguales, pero tú disfrutabas como nadie de tu trabajo. Puedo estar segura de que tu vocación, sin duda, era ser panadero. Tus mejores vacaciones, escaparte a tu “Cañá” con mamá y tu Lyra a coger unas setas y unos “esparraguillos”. Allí te sobraba el resto del mundo.
    Cada día resuena en mi mente las frases que tú decías bastante a menudo: “te quiero, adiós bonita”. Cada vez que nos despedíamos por teléfono, tus ingeniosos e interminables “chascarrillos” y tus espontáneas y sinceras carcajadas. Con esos recuerdos me quedo para siempre, para recordarte y quererte.
    Ahora nunca me siento sola porque, aunque lo esté, puedo acariciar a cada momento mi más preciado tesoro, mis recuerdos, mis maravillosos recuerdos de una preciosa vida junto a ti, de una vida llena de tantas y tantas anécdotas, de tantos y tantos momentos irrepetibles, de tantas y tantas situaciones increíbles que sólo podían sucederte a ti.
    Sólo me queda agradecerte una vida entregada a tu familia. Siempre serás un ejemplo para mí y, si algún día las banalidades y frivolidades que nos tientan en la vida lo intentan conmigo, entonces pensaré en ti y pondré de nuevo los pies sobre la tierra, donde tú siempre los has tenido.
    Daría lo que fuera por escuchar de nuevo ese “te quiero, adiós bonita”, mientras tanto, escúchame tú a mí: “Te quiero, hasta pronto papá”.
    Hay personas tan especiales, tan auténticas, generosas y magníficas, que cuando de pronto nos dejan es como si, al recordar los momentos de su vida que tuvimos el gusto de compartir, esta pudiera volver a repetirse de forma acelerada y quisieras regresar en el tiempo y evitar la dura realidad de su pérdida.
    María José Castillo Espinosa.

    Antonio povedano Bermúdezde Alcaudete
    “Aún te recuerdo como si siguieras aquí”
    Hace poco más de un año que te marchaste y, sin embargo, aún se te recuerda como si estuvieras entre nosotros. Ejemplo de esto es el homenaje que se te rindió en la iglesia María Inmaculada de Córdoba, donde el sacerdote habló de todas tus virtudes. Y es que como tú existirán pocas personas en el mundo. Allí se concentraron muchas personas, que querían estar en ese momento ensalzando tu recuerdo.
    Eres, porque me cuesta hablar de ti en pasado, uno de los grandes artistas alcaudetenses. Te fuiste con noventa años, pero nos dejaste para tu recuerdo todas tus obras como pintor, vidriero y retratista. Nadie niega que fuiste un gran maestro del paisaje. Lo demuestra la gran cantidad de obras que tienes repartidas por los mejores museos y colecciones privadas de todo el mundo.
    Sin embargo, lo que más valía en ti era tu persona. Con gran humildad, fuiste un trabajador incansable. Tus virtudes eran muchas, como la entrega que profesabas a todos tus amigos y tu generosidad innata. Se podrían llenar páginas y páginas con tus historias y, sobre todo, con tu bondad, que era mucha.
    Antonio Povedano, como muchos de los grandes de nuestra historia, huyó de cualquier protagonismo y siempre se refugió en sus pinceles. Para él, lo importante era crear, mostrar, pintar y enseñar. Fue un gran maestro de pintores y artistas, un genio. Su manera de enseñar, de mirar el color, los lienzos, era única y nunca se me podrá olvidar. Te has ido, pero gracias a tu extensa obra siempre quedará algo de ti en todos nosotros. Estarán tus cuadros, tus trabajos, tus obras... Esa esencia que nunca podrá desaparecer. Tu amigo Paco Molina.

    María Pepa Muñoz Rodríguez de Sevilla
    “Gracias en nombre de todos tus hijos”

    “Hijos queridísimos: antes que el Señor me llame quiero deciros que nos habéis hecho unos padres felices: con mucho cariño y buen comportamiento, y en los últimos tiempos de nuestra vida nos habéis cuidado con tanto cariño que el Señor y la Santísima Virgen os lo recompensará, y espero que algún día… nos veamos reunidos en el cielo.
    Con todo mi cariño, Mamá”.
    Se nos fue el 25 de octubre. Murió en casa, rodeada de sus hijos, como ella deseaba, y en el mes del rosario que rezaba con tanta devoción. Consuela saber que, después de la muerte, no se rompen los lazos contigo, uno de nuestros seres más queridos. Aprovechamos la festividad de Todos los Santos para encomendaros nuestras necesidades. Tus cinco hijos queremos corresponderos siguiendo el ejemplo que nos habéis transmitido durante vuestra vida. Siempre luchasteis por llevar con coherencia una vida cristiana, con una fe recia y sencilla, y con un gran amor por la familia con 23 nietos y 11 biznietos.
    Gracias en nombre de todos los hermanos, mamá, por tu entrañable carta. Nos ayudará mientras estemos aquí, para que confiando en la comunión de los Santos podamos reunirnos, como nos dices, algún día en el cielo. En vuestra fecunda vida, nos has hecho pensar que se ha realizado lo que San Josemaría Escrivá dejó escrito en el número 1 de Camino: “Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina, con la luminaria de tu fe y de tu amor. Borra, con tu vida de apóstol, la señal viscosa y sucia que dejaron los sembradores impuros del odio. Y enciende todos los caminos de la tierra con el fuego de Cristo que llevas en el corazón”. En nombre de todos los hermanos, gracias, mamá. María Pepa del Pino.

    alfonso ramírez cano de Jaén
    “Las personas nobles y generosas no mueren”

    Ya ha pasado un año, un año en el que cada día, en nuestro trabajo cotidiano, siempre hay algún detalle en el que sonreímos por alguna de esas cosillas tan tuyas que recordamos y que, incluso, después de no estar entre nosotros durante este año, seguimos recordándolas. Hoy sabemos que aquellas cosas tuyas que, en algunos casos, nos producían estrés eran auténticas obras de arte del humor, un humor tan a  tu manera que era difícil de imitar. No sé si fuiste compañero, si amigo o hermano, pero lo cierto es que no has pasado desapercibido por esta vida. Hay mucha gente que todavía pregunta por ti, y lo hacen porque cuando tenían un problema los ayudaste a resolverlo, eso sí, “gruñendo”, que es como siempre hacías tus mejores cosas.
    En esos “ratillos” que tenemos durante la jornada laboral, comentamos Mari Juli, La Seño y yo, lo “capullo” que eras, la cantidad de cosas por las que cada día discutíamos por esa forma tuya tan particular que tenías de hacer y decir las cosas. Cuánto daríamos hoy por tener esas discusiones. Te echamos mucho de menos, “pedazo de mamón”.
    Hace unos meses viajé a Barcelona a ver a nuestros entrañables amigos catalanes, Tonejo y Carmen. Me esperaban en el aeropuerto. Tonejo me dio un abrazo de los de verdad, conforme me abrazaba sentía cómo se humedecía mi mejilla, me dio el abrazo que no pudo darte a ti antes de irte.
    Compartir contigo estos años me ha enriquecido como persona. Eras una buena persona, un “gruñón”, inteligente, un soñador que con la palabra pensabas que podías cambiar muchas cosas. Por eso te gustaba tanto tertuliar. Creo que tu aportación para eso que tu querías cambiar ha sido importante y algo seguro que se ha conseguido.
    De cualquier forma, no hace falta recordarte, porque siempre has sabido que las personas nobles y generosas no mueren, quedan vivas en la mente de los que tuvimos la suerte de conocerte. Resulta difícil olvidar el fervor y devoción que utilizabas cuando defendías lo que considerabas justo.
    Siempre fuiste consecuente con tus actos, muy por encima de la media, diría yo. No es asunto fácil, por otra parte. Siempre te posicionaste en tus ideas y nunca eludiste dar una respuesta.
    Andabas ligero de equipaje, no tenías nada tuyo. Vivías muy ajustadamente porque tu querías vivir así. Hoy entiendo que siempre te has desprendido de lo menos importante y has conservado lo que verdaderamente te importaba y que no te pudo quitar nadie, el amor de los tuyos y tu libertad.
    El otro día nos reunimos tus amigos más cercanos para hacer lo que a ti te hubiese gustado que hiciésemos, sentarnos en una mesa y disfrutar de un buen vino. Por supuesto, brindamos por ti  y celebramos haberte conocido.
    Francisco Salazar.

    Eladia Solís Rostaing de Marmolejo
    “Recuerdo a una compañera de claustro”

    El pasado día 29 de octubre, dejó este mundo nuestra compañera Eladia Solís Rostaing. Hasta su feliz jubilación, que tuvo lugar en 1994, fue una de esos profesores-institución del IES Virgen del Carmen; de los que, con su dedicación y esfuerzo, vieron crecer su instituto y, posteriormente, desdoblarse y multiplicarse en un Jaén que se expandía por todas partes.
    Algunos la recordamos en sus primeros contactos con la Enseñanza Media, en su instituto de la calle Compañía, tal vez como colaboradora o como eventual sustituta de su igualmente inolvidable hermana Trini. Desde 1961, desempeñó interinamente una agregaduría de Lengua y Literatura Españolas y, a partir de 1968, lo hizo ya por oposición. Posteriormente, alcanzó la cátedra y como catedrática se jubiló.
    El mejor testimonio de su bondad, de su profesionalidad, de su ecuanimidad de juicio, de su competencia, de su preocupación por todos los alumnos es, como en tantos casos de buenos maestros, el afectuoso y agradecido recuerdo de quienes la tuvimos como profesora. Además de su amor por la Literatura y la Lengua Española, que siempre procuró transmitir en sus clases y fuera de ellas, enseñaba a respetar, fundamentalmente, a través del respeto que siempre conservó por sus discípulos. A esto cabe añadir que, como compañera, siempre nos ofreció su apoyo, su amistad y su desinteresado servicio en cuanto la necesitáramos, tanto en lo que como profesora tutora hubiera de desempeñar, como en las funciones de su jefatura de Departamento o en las de su etapa como vicedirectora del instituto.
    Fue una trabajadora callada y constructiva que aportó al instituto Virgen del Carmen y a su claustro, desde su cultura y rica experiencia, más de lo que su profesión le exigía y, desde sus prudentes silencios y oportunas y discretas observaciones, ocasionales y balsámicos lubricantes para situaciones conflictivas.
    Desde tu instituto, Eladia, tan sólo quince años después de que te retiraras a tu casa, a tus libros, a tu familia, queremos manifestar nuestro testimonio de tu buen hacer y el deseo más ferviente de eterno descanso para tu alma. Quienes te conocimos no te olvidaremos. José Antonio Gómez, en nombre del Instituto Virgen del Carmen.