Hasta siempre

Luis Valenzuela “Depressed” de Jaén
'Requiem para Luis, el Luis de siempre'
Existen personas en la vida muy ajustables a las etiquetas, de esas por las que pasan los años como en un decurso anodino y que creen que lo más aconsejable es trazarse un par de metas, conseguir una estabilidad económica, una familia y dejar las ilusiones para los enamorados de las quimeras. Pero hay personas que caminan, no en línea recta, sino en zigzag, aprovechando las curvas de los recodos del camino para detenerse y contemplar el fragor del aire que les falta, la tela de la que fabricar sus propios sueños o el mapa por donde seguir la ruta angosta por donde fluye lo inesperado.

    24 oct 2010 / 10:57 H.

    En este segundo grupo, el del ermitaño trasiego por las moradas del mundo y de los pensamientos, el de los bohemios sin patria, en este, justo en este, deambulaba no ya un hombre de adjetivo encorsetado, sino sencillamente el Luis de siempre.
    Me acordé mucho de él en estos días, pues el 14 de octubre era su cumpleaños, además de que me venían imágenes a la cabeza con bastante frecuencia, no sé si como señales, malos augurios o más simple todavía, el hecho de que era una persona imposible de alejar entre la bruma evanescente del tiempo. 37 años de un libra profundo, artístico, vulnerable, grandísimo ser humano, con un estado hermético y voluble de sus emociones a causa de esa sorprendente sensibilidad hacia cuanto le rodeaba, la cual no está al alcance de muchos, por no decir, restringida al atesoramiento de muy pocos.
    Luis Valenzuela en su registro, Luis “depressed” para la mayoría, Luis guitarrista de “Drakkar” para otros cuantos, qué más da. Siempre ha sido meramente el Luis noble y leal que todos han reconocido en esa característica osamenta y negra figura, el primero en rebatir y en dar el otro punto de vista de las cosas, amante del lado filosófico del mundo y quien siempre llevaba la iniciativa de acercarse a saludar a alguien desconocido, con una sonrisa gentil y confortable, de esas que te hacen sentir el calor de casa y con zapatillas.
    Quién puede olvidar ese ademán picaresco y rebelde de alguien que decía de sí mismo, en un estruendo de risa medio cínica y de espasmo seductor, “soy un amoral” con tanta mentira. Si alguien podía permitirse el lujo, más que muchos otros, de hablar de esas paparruchas que denominamos “normas” (quién demonios establece qué es lo “normal”), “ética”, “principios”, precisamente era él, mas no dejaba de reconocer que, a falta de un brazo con que asirse a parte alguna, qué sentido tenía coger cariño a una fidelidad imposible cuando no había aparecido la mujer merecedora de la misma. Premisa en suma coherente para alguien que no sólo anhelaba, sino que necesitaba el logro de encontrar su parte complementaria, su equilibrio, su contrapeso de la balanza. Luis era de los que entregaba todo por amor, de esos socios que conocemos la verdad de su lado oscuro, aquel que retuerce tan familiar las tripas y desconcha a dentelladas las paredes que nos recubren el pecho.  
    De vaivenes anímicos, muestra de esa ternura infantil enraizada con una visión adulta, sangrante, en carne viva. Al final, bajo los ojos de la tristeza que se sobrepone entre la multitud, fue sólo un incomprendido más, al que pocos se molestaron en escucharle de verdad, de leerlo entre líneas, de palpar sus silencios, su encriptado lenguaje versificado por detrás de las cuencas de sus ojos. Si algo llamaba la atención en un primer contacto con él era su mirada analítica y observadora, de pose callada, pero activa; indistintamente de que dirigieras la vista hacia otro lado, él trataba de descifrar tus enigmas, los mismos que él guardara tras una nebulosa inquisitiva refugiada en el reverso de sus pupilas.
    Una conversación con él podía convertirse en el más interesante debate, donde más valía tener argumentos en la despensa para sacarlos como artillería pesada, pues los contraataques feroces siempre eran necesarios. De estrategia felina, acechante, dejaba transcurrir las frases, las salmodias de los sofistas hipócritas y charlatanes, hasta el momento oportuno donde arrojar —certera— una frase, lo bastante afilada como para declinar el ritmo de la palabrería banal en una victoria de las ideas.   
    Nadie pensaba en Luis como un hombre inseguro, en muchas ocasiones débil, que se sentía solo y, muy a menudo, hastiado de tanto no entender el sentido prometido de la vida. Portaba un semblante sonriente tras la sombra de las decepciones acumuladas con los años, con la lágrima no furtiva que se derrama por dentro —impenetrable— en cascadas de abismos. Lo cierto es que quizás llorase muchas veces en silencio y quizás se hubiera conformado con alguna llamada más a menudo para salir a tomar un café, o sentir que le escuchaban más allá del zozobrar de su itinerancia existencial. 
    Por Belén Yángüez.


    Juan García Martínez de Baeza
    Una feria de San Lucas distinta

    Paseando por el ferial que, desde su remodelación, tú tanto has alabado, entre casetas y cacharricos, con lágrimas en los ojos y mirando al Castillo de Santa Catalina como tú lo hacías, no se me ocurre más que escribirte estas letras:
    Me gustaría ser como el poeta que, perdido entre olivos de afamados cerros, moró en tu maravillosa y amada por ti ciudad de Baeza, para escribirte un soneto, pero con estrambote, recordándote en todo momento tal y como eres, como actúas, con cordura, pero dando ese alegre comentario final. Sólo se me vienen a la cabeza palabras y frases sueltas: “Cualquier rato anterior fue mejor”, “Amigo de tus amigos, tan temprano, y tanto”.
    Tu asociación, nuestra asociación, se ha quedado más huérfana. ¿Quién va a decirle ahora a la presidenta “guapa y gruñona” a la misma vez?, ¿quién nos va a piropear a cada uno según nuestro ser? ¿Cómo vamos a celebrar el día 10 de mayo las reuniones, juntarnos en la Feria de San Lucas, ir a comernos un perol, etcétera, con la idiosincrasia que tú ofrecías?
    No se me olvidará nunca el paseo que dimos en Sevilla mientras la presidenta ejercía como tal en el Congreso de Lupus; o tu ausencia en el de Málaga, tu recuerdo fue permanente.
    Dicen en Barcelona que eres un crack de las finanzas. ¿Y cuando llegasteis tarde en el perol de Castro del Río porque te paró la poli? Mi querido amigo Juan, nuestro querido amigo Juanito, sé que ahora ya estas organizando el décimo aniversario de Aluja y, seguro, que con los otros socios que han sido llamados a ayudar a los enfermos de lupus pero en ese otro país:
    Sé que te encontrarás a guapas y gruñonas (incluso más que las de aquí); las lúpicas con así, qué le vamos a hacer, nos ha tocado. No te desanimes y sigue siendo como siempre, derramador de seriedad, alegría y amor. Algún día iremos a ese país para hacerte una visita. Nos gustaría ser socio, de ese Aluja que has llevado, llevas y llevarás allá donde estés.
    Por Lucas Ruiz Gay.

    Rafael Córcoles de la Vega de Andújar
    Era uno más de la familia
    Hemos decidido escribir estas líneas y, la verdad, no sabemos cómo empezar de tantas cosas que querríamos decir. 
    Parece que fue ayer cuando Rafa entraba en nuestras vidas. Primero como amigo, pero, rápidamente, se convirtió en uno más de la familia, de nuestra familia. Esa familia en la que Alba, Paco, Javier, Dilla, Jesús, Marta, Ángel, Alfonso, Concha, Claudia, Belén, Marta y, por supuesto, Rafa, junto con el destino, se encargaron de formar con los años. Representaste mucho para nosotros. Aprendimos mucho de ti. 
    Todos éramos tan diferentes y, a la vez, tan compenetrados. Son tantas las cosas que nos han pasado, tantas anécdotas que recordar y que recordaremos siempre. Cada uno con nuestras historias, pero todo eso, al mismo tiempo, nos hacía especiales. Donde él, como siempre, nos hacía reír cuando nos llamaba con sus observaciones y apreciaciones graciosas.
    Os hacía sus bromas y nos contaba sus mil batallas. Ante todo, era una gran persona y, por supuesto, un verdadero amigo. Tantas vacaciones, excursiones, cumpleaños, fotos, risas, que también lágrimas, pero lo más importante, siempre juntos. Y es que, aunque te vas físicamente, siempre estarás con cada uno de nosotros. Todos estamos aquí y venimos a despedirte como te mereces. Porque, a veces, tienes que estar alejado de aquellos a los que quieres, pero eso no significa que no los quieras. Muchas veces, eso te hace quererlos aún más.
    Una persona no muere hasta que no muere su recuerdo y olvidarte a ti, Rafa, es imposible. Te queremos.
    Por Marta y Claudia, desde Granada.

    Manuel Nieto Jiménez de Jaén
    Jaque mate

    Ha sido tu mejor jugada, la definitiva y la más meditada. Has estado más de dos años tratando de encontrar tu jaque-mate y, como casi siempre en tu vida, lo que te proponías, lo conseguías.
    Nosotras, mientras, nos constituimos en tu Kasparov particular y, en vano, tratábamos de ponértelo difícil, pero tengo que reconocerlo, tus recuerdos de infancia, pensamientos obstinados y tus deseos frustrados han podido con nosotras. Aún trato de entender cómo has conseguido reponerte a cada visita, a cada mirada, a cada exabrupto, a cada una de las diferentes llamadas de atención que hemos intentado, sin respuesta; pero sí, papá, finalmente nos has dejado huérfanas.
    Huérfanas de  horizonte, de experiencias, de vivencias, de consejos, de pensamientos, de sabiduría, de manos que me levanten tras cada caída —que no son pocas—. Huérfanas de tu mundo.
    Todo ha quedado en una extraña calma tras de ti, un tímido silencio camina por el callejón haciéndose pasar por ti y tratando de llenar tu hueco, pero tranquilo, no lo consentiremos, ninguno de los que continuamos al otro lado permitiremos otra forma de mantenerte vivo que la palabra.
    Por otro lado, no pienses que ya has cumplido con tu misión en este mundo, porque allá donde quiera que estés, espero que continúes orientándome por el camino de la dignidad, la honestidad, el buen hacer y, por supuesto, el “buen ser”.
    Bueno, sin más, me despido, pero quiero pedirte un último favor, da un beso a toda esa “gentuza” con la que te has reencontrado y con la que ahora disfrutarás de esas tertulias que tanto has echado de menos en estos últimos tiempos… Seguro que siguen siendo en el “Patillas”, ¿verdad?
    Un beso, gracias por todo. Te quiero.
    Por Helena Nieto Tirado.

    Sergio Siles cárdenas de Los Villares
    Él siempre os dará fuerzas
    A veces la fatalidad nos está acechando como esa nube sórdida y borrascosa que atrae al rayo y se descara en lo más profundo de nuestras entrañas. La descarga es tan cruel que te deja paralizado sin encontrar la lógica a la desdicha tan destructiva que, de golpe y sin piedad, te paraliza por completo. Te deja inservible, vacío y con mil preguntas que hacer. No encuentras explicación a la adversidad vivida. En una era tan moderna y avanzada, ¿cómo es que no se puede hacer nada por salvar a nuestro querido y apreciable Sergio?
    Un niño en plena pubertad, con una vida por delante y mil sueños por realizar, se marcha de esta vida dejando una huella muy profunda en el seno de una familia que lo adora, en la que él se sentía completamente feliz, querido y respaldado por todos ellos. La luz se os apagó como familia, todo se hizo opaco. Las respuestas no son encontradas a tal sufrimiento, sólo el paso del tiempo os hará reaccionar y superar este vacío y dolor tan profundo que sentís dentro de vuestras entrañas, porque un hijo es lo más hermoso y valioso que se tiene.
    Como padres de Sergio, sois dignos de admiración, siempre pendientes de vuestros hijos. Estáis implicados en todo tipo de actividades para que su educación se fomente cada día un poco más. Unos padres que os habéis introducido con vuestros hijos en eventos culturales, preocupados para que se enriquezcan tanto intelectual como socialmente, unos padres para tenerlos como ejemplo.
    Sabemos que el vacío es muy grande e insustituible. Siempre permanecerá entre vosotros. Esos años vividos os pertenecen con sus hermosos recuerdos, que son un valioso tesoro que siempre permanecerá en vuestros corazones.
    Él quiere que sigáis siendo como erais. Unos padres ejemplares que transmiten a sus hijos valores y educación, que es la base fundamental de la infancia para llegar a ser una persona honesta y respetable. Os debéis a vuestro otro hijo. Sed fuertes y tratad de superar lo antes posible este trance que os ha dejado profundamente doloridos y agonizantes. Sacad fuerzas de ese amor tan puro y profundo que sentís por nuestro inolvidable y querido Sergio.
    Texto extraído del libro de fiestas en honor a Nuestra Señora del Rosario del municipio de Los Villares.
    Por Elvira Parra Serrano