Hasta siempre

Magdalena cintado bueno de Bonares (Huelva)
“Perdimos un pedacito de nuestra historia”

El pasado viernes 30 de octubre fue un día fatídico y triste para la Asociación Provincial de Personas Sordas de Jaén. Murió la viuda del fundador de Aprosoja, Antonio Collado Almazán, Magdalena Cintado Bueno. Fue un día en el que las personas sordas de Jaén perdimos un pedacito más de nuestra historia, pero hay que seguir adelante, sentirnos fuertes y saber afrontar el futuro con optimismo. Nació el 2 de enero de 1937 en Bonares, Huelva, en plena Guerra Civil española. Se trasladó a Jaén cuando se casó.

    22 nov 2009 / 11:10 H.

    Fue la fundadora y socia activa número 7, de los más antiguos. Su esposo fue presidente fundador de Aprosoja, el 9 de diciembre de 1969. Por aquel entonces, llamada Asociación de Sordomudos de Jaén. Fue una persona importante dentro de la historia de las personas sordas de Jaén, ya que, junto a su marido, iniciaron el movimiento de personas sordas en la provincia.
    En su madurez, fue una mujer muy querida y respetada entre las personas sordas. Finalmente, murió  a los 72 años de edad. Aprosoja oficiará una misa el día 28 de noviembre, a las siete y media de la tarde, en la iglesia de San Roque. Es el día que celebramos el cuarenta aniversario de la fundación de nuestra asociación. Será algo especial para las personas sordas de Jaén y, aunque no esté con nosotros, doña Magdalena, desde el cielo, se sentirá tan orgullosa de que le rindamos tal homenaje. Queremos enviar un fuerte abrazo a nuestros compañeros y amigos de la asociación y, de forma muy especial, a su familia. Nuestro más sentido pésame por este fallecimiento tan repentino como doloroso, circunstancia que hace que Aprosoja llore tan lamentable pérdida. Descansa en paz, amiga Magdalena. José Ramón Izquierdo, en nombre de Aprosoja.

    juan pedro gonzález cruz, juan y francisco gonzález ríos y josé martínez argote de Jaén
    “Siempre os tendré en mi corazón”

    A veces, cuando despierto, creo que he tenido una pesadilla y que todo lo ocurrido en mi familia en tan corto periodo de tiempo se debe a un mal sueño.
    Ojalá pudiera retroceder y parar el tiempo para seguir disfrutando de aquellas noches en casa de mi abuelo Juan Pedro, veladas en las que todos nos juntábamos y nos servía de punto de encuentro para jugar, reír, cantar villancicos... También de nuestras reuniones familiares, en las que tanto disfrutabas con tus nietos, Muy poco había llorado hasta que te fuiste tú, abuelo. Te fuiste y nos dejaste sin esas tapitas de un jamón que siempre había que comerlo con un trozo de pan.
    Poco a poco, y sin querer, intentamos acostumbrarnos a vivir sin tu presencia. Hemos seguido juntándonos y celebrando cumpleaños, ahora, en casa de “La Leles”. En esa casa que tú, abuelo, no llegaste a conocer y que tanta emoción te hacía verla terminada.
    Todo empezaba a cambiar y la “felicidad” volvía a aparecer. Mientras, la familia González aumentaba con los nuevos nacimientos, pero esa alegría duro poco. A Juan le diagnosticaron una maldita y cruel enfermedad y, en poco tiempo, nos dejó para siempre. Era mi tío Juan, al que yo tanto quería. Siempre tenía guardada una sonrisa para él y, para cuando venía a casa de visita, le tenía preparado su bizcocho favorito. Su pérdida me dolió tanto que pareció que me hubiesen quitado un trozo de mí misma.
    Mientras, con el vello de punta y el papel mojado, sigo escribiendo esta carta. El pasado 25 de mayo, una llamada telefónica me despertó de mi sueño. Me comunicaba que mi tío Paco había muerto. Su padre y su hermano lo llamaron para volver a unirse en el cielo y poder jugar alguna partidilla al dominó. Era increíble comprender lo que estaba ocurriendo. Por lo menos, mi tío Paco, se fue después de despedirse, dos días antes, de su familia y de su Real Jaén, que le marcó cinco goles al Leganés. Quiero que sepáis que siempre os llevo en el corazón. Sois las estrellas que me iluminan cada día de mi vida.
    Por último, quiero recordar a mi tío Pepe, que falleció hace menos de dos meses. Contigo, tito, he tenido menos encuentros, pero, siempre, recordaré tus bromas y chirigotas y, sobre todo, tus ganas de vivir con tan buen sentido del humor. En qué mal momento te fuiste, recién jubilado y en las vísperas de Navidad. Dejaste a la abuela sin tu presencia, pero te has ido mientras hacías lo que tanto te gustaba y, lo más importante, al lado de tus hijos.
    Este escritos se dirige a mis “cucos” y a mi Argote. Os quiero.
    Vuestra sobrina y nieta, Lidia Martínez González.


    tina carlota peña de Jaén
    “Nunca te olvidaré, mi Tina”

    Para mi Tina: Siento mucho no haber podido despedirme de ti, pero con estas palabras quiero decirte lo mucho que te he querido. Anhelo mucho nuestros años juntas en Prenatal. De esa época, aprendí mucho de ti. Además, nació una relación muy bonita con todas las compañeras de la tienda. Siempre las tengo presentes, aunque ya no estemos juntas y la distancia nos separe. Te escribo porque quiero decirte que, para mí, siempre serás “mi Tina” y estarás siempre en mi corazón. De la misma manera, nunca olvidaré cada 28 de febrero, fecha en la que te decía, cada año; “¡Qué cumplas muchos más!”.
    Te puedo asegurar que ese día estará siempre presente en mi corazón, aunque ya no estés, porque con tu marcha, te has llevado un pedacito de mi corazón. Tu me llamabas “mi Mayki”, pues quiero que sepas que, allí donde estés, “tu Mayki” se despide de ti con mucho amor y con mucha pena.
    Ya hace cuatro meses que te fuiste. Todavía no me he hecho a la idea de que no estés entre nosotros. Para mí, este tiempo ha sido muy duro porque la tristeza no me dejaba darme cuenta de la cruda realidad y estaba inmersa en una nube de sueños rotos. Porque no entiendo, estoy furiosa y, también, porque no comprendo por qué a ti, “mi Tina”, con todo el futuro por delante, la vida te ha jugado esta mala jugada. Seguiría escribiendo todo lo bonito que siento por ti y sobre los recuerdos inolvidables que guarda mi corazón como si se tratase de mi mayor tesoro. Quiero que sepas que ocupabas un papel muy importante en mi vida y en mi corazón. Me despido de ti diciéndote, simplemente, que nunca te olvidaré y que te quiero mucho. María del Carmen Valero.

    Rafael de la chica párraga de Mengíbar
    Su prioridad fue proteger a su familia

    Nació, el 24 de septiembre de 1935, fruto de la unión de Ricardo y Francisca. Su infancia y su juventud las vivió junto con sus hermanos Juan, Mariana y Luciana. Desde pequeño, compartió la escuela con el trabajo para ayudar a su padre en un taller, propiedad y sustento de la familia. A los 25 años, contrajo matrimonio con Victoria, con quien tuvo 3 hijos: Francisca, Ricardo y Víctor Manuel.
    Se podría definir como una persona emprendedora, luchadora y con un gran afán de superación, tanto en lo profesional como en lo personal. Destacó por su gran amor y protección a los suyos. Siempre intentó que nunca les faltase de nada. Tenía muchos proyectos en mente, algunos de los cuales se quedaron en el aire, al irse. Persona conocida y querida por mucha gente por su simpatía,  por sus ganas de vivir, por su aptitud para afrontar los problemas y, sobre todo, por su tarea en construir su “pequeño imperio”, que era su forma de vida y al que dedicó hasta el último momento, siempre apoyado por su familia.
    Estuvo siempre pendiente de los problemas de sus hijos y de sus nietos y de que estos tuvieran una educación y una vida lo más bonita posible. Por ello, los tuvo a su lado y recibió su cariño, su respeto y su admiración. Todos le adoraban y le llamaban con mucho orgullo “abuelito”. Aferrado inmensamente a la vida, nunca creyó que el momento para despegarse de los suyos; físicamente, estaba cerca. Aunque en el corazón y en la mente de ellos siempre estará el esposo, el padre y el abuelo perfecto, lleno de ganas de vivir, de ilusiones, de propósitos y de ideas siempre geniales y maravillosas que procuraba, con todos sus esfuerzos, hacer realidad. Por todo ello te queremos y siempre estarás en nuestro corazón. Tu hija, Paqui de la Chica.

    Ginés López Gómez de Úbeda
    “Carta a un gran hermano”

    Querido hermano Ginés: No voy a empezar como cuando escribíamos cartas a la familia diciendo: “Querida familia: Espero que a la llegada de esta, os encontréis bien, nosotros bien, gracias a Dios”. ¿Te acuerdas cuando mamá nos decía que escribiésemos esto y nos servía a ti y a mí de cachondeo?
    Yo quiero comenzar diciéndote desde Granada:
    Felicidades, felicidades por tu 51 cumpleaños, el día 14 de noviembre, aunque estos dos últimos no he podido decírtelo ni cara a cara ni por teléfono, ya que te fuiste un día de final de septiembre de 2008. Pero tú sabes que, casi diariamente, entablamos una conversación más o menos larga —es un monólogo por mi parte— y siempre parece que estoy oyendo tu ánimo para todos los que te echamos de menos. Aún creo que estás de viaje conduciendo lo que ha sido para ti tu ilusión: la máquina del tren. ¿Dónde has ido? ¿A Sevilla? ¿A Alcázar de San Juan? ¿Probablemente a…? Bueno, eso poco importa porque sé que estás detrás de mí, de todos los que pensamos en ti.
    ¿Sabes que desde tu partida se ha perdido parte de la alegría familiar? Aunque, cuando estamos todos juntos, hago de tripas corazón para que no se note tu ausencia. Es algo difícil, ya que siempre estabas diciendo una broma, un chiste o, a veces, cualquier otra cosa que nos hacía reír. Eras el patriarca de la familia y, ahora, me has pasado a mí el testigo. Yo espero poder  estar a la altura de las circunstancias.
    Por aquí todo va bien, aunque estoy completamente seguro de que tú, desde allí, a lo lejos divisas y compruebas que todo va sobre ruedas. Dori, tu mujer, parece que está saliendo del pozo de la soledad, ya que entre todos, familiares y amigos, le estamos echando una mano. Isabel María cambió de sitio la peluquería que tanto apostaste por ella y, ahora, le va bien, ya que tiene bastante trabajo. Dori, la pequeña pero grande, sigue en Mallorca, donde tú fuiste a verla para comprobar que su gran pasión es la enfermería, es decir, ayudar a aquellos que lo necesitan, como hicieron afablemente contigo, durante tu larga estancia, todos y todas del Hospital Médico-Quirúrgico del Complejo Hospitalario de Jaén. Isa, con su trabajo, al igual que yo. María Belén ha comenzado en la Universidad y Almudena sigue con sus estudios de instituto y la Danza en Granada y, finalmente, mamá —la abuela como la llamamos desde hace mucho cariñosamente— bien, dentro de lo que cabe. Se nota que le estás echando una gran mano. Sigue así ayudándonos a todos.
    Pronto se presenta un día algo crucial para todos y en especial para  tu hija Isabel María y Noni: Su enlace matrimonial. Espero que nos des fuerza para poder pasarlo lo mejor posible sin ti, pero con tu mirada penetrante y profunda desde arriba. Como sabes, voy a “sustituirte” en ese gran día; seré su padrino y antes de salir de la casa miraré al cielo para que me des tu consentimiento como si el rey le diera a uno de sus allegados el mismo para tal evento.
    Bueno, Ginés, espero que cuando leas esta carta me respondas, aunque sea con una pequeña vocecita que me dé la sensación de que me estás hablando sin estar agobiado, sino tranquilo y en paz.
    Sin más, por ahora, seguiré escribiéndote más cartas. Recibe un gran abrazo de tu hermano.


    melchor cobo orta de Jaén
    “Un buen padre, amigo y esposo”

    Hace un año que murió nuestro padre. El 13 de octubre de 2008 no le dio tiempo a despedirse. ¡Fue tan rápido! Fue un buenísimo padre, marido, hermano tío... Tanto, que no terminaríamos de nombrar. Su recuerdo está siempre presente en todos nosotros. Un 19 de noviembre de 1929 nació Melchor en la calle Escalerillas del barrio de La Magdalena. Por eso, hoy queríamos, por su 79 cumpleaños, poner estas palabras para él, al que tanto le gustaba celebrar este día, así como el 20, que para él también era importante.
    Le encantaba ir ese día al “Pósito” a comprar su mojama. Después, a “Casa Paco” a por patatillas, almendras y a por esas cervecillas fresquitas del Alcázar, muy de Jaén, como era él. Casi siempre le regalábamos un libro, pues era uno de sus entretenimientos preferidos.
    Aprovechó su vida hasta el último instante. Le encantaba ir de viaje con su madre y nosotras. Fue uno más de los aficionados al Real Jaén hasta su muerte, algo de lo que estaba muy orgulloso. Era un ferviente devoto de Nuestra Señora del Rocío, el Cristo de la Expiración y la Pastora, a los que nunca dejaba de nombrar en las fechas señaladas y, también, iba de vez en cuando a visitarlos. Sus ideas políticas y su trabajo en Banesto siempre estaban en su mente. Luchó toda su vida por los ideales de la honestidad, la honradez, el patriotismo.... Fue un incansable trabajador. Quien lo conocía, lo sabía.
    Tenía don de gentes y le encantaba disfrazarse en Carnaval. Tenía un punto gracioso y esa mirada por encima de las gafas. Nosotros sabíamos lo que quería decir y hacer antes de nombrarlo. La familia pensamos y sentimos que está en el mejor sitio. Como creyentes con fe, lo sentimos y creemos. Él estará con los que más quería: sus padres Manuel y Manuela, sus tíos, primos, sus suegros Antonio y Ana y sus cuñados Ana, Pepe y Ascensión.
    Sus hijos damos gracias por la educación que nos inculcó, por haber heredado muchas cosas de su carácter y forma de ser, como, también, de nuestra madre Carmen. Nos sentimos orgullosos de ser sus hijos. Por eso, mis hermanas, madre, hermana, sobrinos, nietos, yerno, junto a los nuevos miembros de la familia. Siempre le recordaremos y le querremos. Carmen Prieto Jódar, Lourdes, Ana y Carmen María Cobo Prieto y Fernando Jódar Prieto.