Hasta siempre

VICENTE GóMEZ CARRILLO de Jaén
“Ya estás en el paraíso”

Querido hermano. Difícil aceptar la realidad, difícil aceptar que ya no estás, difícil digerir que no te dijimos a tiempo lo mucho que te queríamos. Dicen que las cosas pasan porque así están destinadas. El caso es que pasó lo que no queríamos que pasara. Te has ido para siempre con 47 años y sin hacer ruido, ni decir adiós.

    02 oct 2011 / 10:20 H.

    Hasta siempre, hermano. Dejas dos hijos, dos hermanos y mucha familia destrozada. Repentina y prematura muerte te lleva para siempre, para no vernos jamás salvo en nuestros recuerdos, que muchos son, y que para nosotros se quedan. Tú el mayor, yo el pequeño, tú como un padre y yo como tu hijo. Siempre con afán de proteger a los demás sin darnos cuenta que tú eras el que más necesitaba de protección y cuidados.
    Tópico es decir que eras un ser ejemplar, pero es que es cierto. Habrá gente que especule sobre mis palabras, tachándolas de exageradas. No son merecedoras de tu cercanía. Honrar la memoria de los muertos se considera un acto de valor y dignidad. Todos merecemos del perdón de los demás y nuestro hermano ya fue perdonado. Desde aquí, decirte lo grande y maravilloso que fuiste, eres y serás siempre para tu familia, lo mucho que te quisimos y que te querremos siempre.
    Víctima de la sociedad que tantos venenos letales pone a nuestro alcance, no fue tuya la culpa, tú caíste en la trampa de la vida, de la sociedad que no quiso o no supo curarte a tiempo de tus males. Pero tranquilo, hermano, que ya te has salvado, ya has salido de esa cárcel que te tenía preso durante tantos años y que nunca te dejaba tranquilo ni a ti ni a los que estábamos a tu alrededor. Te queremos, Vicente. Ya estás en el paraíso del que hablan todos, con tus padres, abuelos, tíos y primo. Sé todo lo feliz que aquí no pudiste ser y si Diario JAEN llegara por casualidad hasta donde estás y puedes leer estas palabras, quédate con esta última frase: Siempre os vamos a recordar y a querer.
    Por vuestra familia, pero sobre todo, Manolo y David.

    Prudencio Muñoz Rodríguez de Jaén
    “Ejemplo de toda una vida”

    Gracias abuelo. Gracias por proporcionarnos el seno de una familia donde hemos crecido rodeados de gente que nos quiere. Gracias por tus innumerables visitas, que daban muestra de tu amor y de tus ganas de vernos. Gracias porque, al vernos, tu mirada y tu sonrisa nos decían que te sentías orgulloso de nosotros. Gracias, abuelo, por hacernos sentir importantes para ti.
    Quiero decirte que tú también has sido muy importante para nosotros, que nosotros también nos sentimos muy orgullosos de ti. La enfermedad se cruzó en tu camino, pero supiste plantarle cara como nadie y con tu lucha demostraste las ganas que tenías de seguir aquí abajo, al lado de tu familia. Solo la llamada del Señor fue la que te convenció para descansar en paz. Y qué tranquilidad cuando uno se va como tú te fuiste, rodeado de la gente que te amaba. Supongo, abuelo, que te habrás dado cuenta de la gran mujer e hijos que tienes. Han demostrado que te quieren como nadie, han cuidado de ti día tras día durante muchos años, soportando el dolor de verte cabizbajo, sin fuerzas, debido a la enfermedad. Estarás de acuerdo conmigo en que han dado a todos una auténtica lección de amor.
    Ahora que nos puedes ver con claridad desde arriba, espero que también te sientas muy orgulloso de tus nietos y nietas. Hemos conseguido muchos logros en los que tu también has tenido mucho que ver. Hubiéramos dado lo que sea por tenerte al lado y recibir un abrazo tuyo en esos momentos que tan importantes han sido para nosotros. Uno de ellos y el más reciente, la boda de tu nieto mayor, donde nos acordamos muchísimo de ti.
    Hablo de parte de todos y te puedo asegurar que no te vamos a defraudar. Tienes una familia magnífica en la que está grabado tu nombre y vamos a mantenerlo bien alto haciendo lo que mejor sabemos hacer, simplemente ser buenas personas.
    Familiares, amigos, desde aquí os pido que cuando lo recordéis no os inunde la tristeza, sino tranquilidad y calma. Una calma que proviene de saber que no se ha ido del todo. Todos guardamos dentro una parte de él formada por los recuerdos que nos ha dejado y por el amor que le tenemos. La parte que se ha ido, lo ha hecho para velar por nosotros y cuidarnos desde allí arriba. Sabe que nos queda mucho por andar y quiere que ese camino lo hagamos con todo el ánimo y fuerzas posible. Él ya ha sufrido mucho, no le hagamos sufrir más con nuestras lágrimas y saquémosle allí donde esté una sonrisa, que se lo merece. 
    Para terminar estas palabras, tal como empecé, vuelvo a dirigirme a ti, abuelo, para darte mil gracias por todo lo que has hecho por tu familia y amigos. Ahora te toca descansar, pero, por favor, no te olvides de mirar por nosotros, que nosotros siempre te llevaremos dentro. ¡Hasta siempre abuelo!
    Por tu nieto, Manuel Jesús González Muñoz.

    JosÉ Luis Carabias Robles de Alcalá la Real
    “Tenemos que agradecer su labor ante Dios”

    Nació en la nazarita Alcalá la Real en julio de 1934. Por su fecha de nacimiento, podemos deducir que no tuvo una vida favorable como niño con la Guerra Civil y, luego, una postguerra. La familia estaba compuesta por sus padres, Julio y Francisca, y seis hermanos, José Luis, Ángeles, Rosa, Lola, Francisco y Julio Carlos. Unos padres y hermanos que supieron poner la tranquilidad y la esperanza en el calor de la familia.
    Tras sus primeros aprendizajes en aquellas escuelas con maestros de pueblo, decidió ir al Seminario Diocesano de Jaén: quería ser sacerdote. Antecedentes eclesiásticos en la familia los había. Un tío suyo fue arcipreste, el arcipreste Robles, que tiene una calle en Alcalá la Real, y un tío suyo, Eleuterio Navas, fue canónigo de la Catedral de Jaén. En 1958 fue ordenado sacerdote por el prelado Félix Romero Mengíbar, aquel obispo bonachón venido de Priego de Córdoba.
    José Luis Carabias llegó a la parroquia de la Encarnación de Bailén, ciudad en la que levantó, en 1964, la iglesia de San José Obrero. Después estuvo destinado a Andújar; primero como vicario en San Miguel y, luego, como párroco en San Bartolomé, iglesia en la que estuvo 25 años. En 1965, comenzó a dar clases de Religión en el IES de Arjona, para luego hacerlo en el IES Jándula de Andújar. En 1999 se jubiló y el obispo de Jaén lo adscribió a la parroquial de Santa María de Andújar. En la parroquia de San Bartolomé hizo una buena labor tanto religiosa como cultural abriendo en los bajos de la torre el museo parroquial que lleva su nombre.  Se nos ha ido José Luis Carabias y como dijo Ramón del Hoyo, tenemos que agradecerle la vida que entregó a la Iglesia como discípulo de Cristo.
    Por Juan Vicente Córcoles.

    José Luis Estrella González de Jaén
    “Queremos rendirte un pequeño homenaje”

    Hola, José Luis, es una pena que nos haya dejado. Desde estas líneas queremos rendirte un pequeño homenaje. No creo que sea yo el más indicado. Seguramente, por el cariño que te tengo, no seré el más objetivo, pero cuando Gilberto Moreno me hizo la petición de que glosara tu paso por nuestras vidas en unas pocas líneas, no dudé que era una oportunidad única de hacer saber cuáles habían sido tus inquietudes a lo largo de nuestros años de convivencia.
    José Luis nació en Jaén el 2 de julio de 1949. Durante su infancia, le gustaba dar patadas al balón, como todo chiquillo, en los campos pedregosos y llenos de tierra del barrio de Peñamefécit, el campo de la Campsa. Entonces un campo de fútbol se construía en cualquier explanada, por porterías dos piedras y, si me apuras, con la propia ropa que se quitaban para poder jugar y que, en alguna ocasión, desaparecía, ¿verdad, José Luis? Luego, al llegar a casa, había que explicar lo inexplicable, eran otros tiempos. Allí surgió tu afición al fútbol, corriendo la banda izquierda como lateral, cosa que también hizo en los juveniles del Real Jaén, club que siempre llevó en su corazón.
    En aquellos años 70 de tu juventud, de recuerdos tan entrañables hoy, seguro que Juan Aguilera nos se olvida de vuestra amistad, de vuestra devoción por los Beatles, en fin, años difíciles y que marcaron para siempre tu personalidad.
    De mayor realizó su vida laboral dentro de la Caja Rural Provincial de Jaén, en la que entró desde muy joven y a la que dedicó todo lo mejor de su saber y hacer, siempre al servicio de esta entidad en la que se jubiló en el año 2002.
    Tras su jubilación, creo que fue la mejor etapa de su vida, se dedicó a lo que era su verdadera vocación, el periodismo deportivo. Estuvo colaborando y enviando las crónicas de los eventos deportivos más importantes de nuestra provincia a los diarios “As”, “Marca”, “Sport”, “Mundo deportivo” e, incluso, hizo sus pinitos en la radio local de Torredelcampo. Sus artículos eran mordaces, intuitivos, cargados de adjetivos. Tenía un gran conocimiento del lenguaje y, sobre todo, le gustaba definir y acotar perfectamente aquello de lo que estaba hablando. Era perfeccionista y esto le llevaba a consultar y releer todo lo que escribía con aquellos que tenía a su alrededor. Le gustaba mostrar sus escritos y su mayor satisfacción era cuando asentías a lo que estaba haciendo, pero él, cada vez que lo leía, le daba algún retoque, nunca se quedaba conforme. Su afán y dedicación a esta actividad le supuso algunos reconocimientos, siendo el más importante el recibido de la Asociación de la Prensa Deportiva junto con el Diario As, que premiaron su dedicación desinteresada. Le gustaba firmar sus artículos con el seudónimo de José Luis Arias.
    No quiero olvidarme de la faceta de dibujante. Si José Luis era bueno como articulista, como dibujante era mejor aún. Las caricaturas salían de sus lápices sin esfuerzo, tenía una habilidad especial para dibujar personajes, generalmente, del mundo del deporte y, también, de la política.
    Su personalidad y su afición por el FC Barcelona eran inseparables. No se puede entender una sin otra, no creo que el FC Barcelona haya tenido un seguidor más fiel ni un defensor más tajante. En este punto no cabe la discusión. Su convicción era casi una religión; su templo, el Camp Nou. Al menos, te nos fuiste con el mejor momento de tu club.
    En fin, José Luis, nos dejaste el pasado 24 de julio, pero creo que tu recuerdo permanecerá siempre en aquellos que te conocimos, en todo el mundo del deporte de Jaén. Que este artículo sirva de pequeño homenaje a tu persona y de satisfacción a tus familiares y amigos que tanto de echan de menos. Seguro que nos vemos en el cielo. Un abrazo.

    Por Eusebio Gallardo.

    Fernando Peña Gámez de Jaén
    La huella de un tipógrafo

    La vida, inexorablemente, nace al mundo con un único fin invariable y primordial: hacer oposiciones a la muerte. La una y la otra están condenadas irremediablemente a ser compañeras de viaje. Un viaje con muchas leguas de camino exentas de zancadillas, bajadas de bolsa, crisis económica mundial, malos modos y peores formas iniciado por Fernando Peña Gámez, exregente de los talleres de Diario JAEN.
    Le conocí con apenas pelusa de melocotón en la cara en aquel viejo palacio del Conde Corbul, a tiro hondero nostálgico de nuestra Catedral, ahora a la espera y desespera de ser declarada Patrimonio de la Humanidad. Él me enseñó a ser prudente, trabajador y condescendiente con los oficiales de superior rango. Faltaría más. También me inculcó el oficio de las letras móviles de Gutenberg guardadas en los destartalados chibaletes con las que se daba fondo y forma a los títulos periodísticos. A los que le tratamos nos deja una imborrable huella.
    Fue un hombre afanado en echar horas extraordinarias en el periódico. Así no pasaba apuros económicos su familia numerosa, precisamente durante una época en la que escaseaba el pan y sobraban las lentejas con gorgojos. Fue representante sindical y concejal del Ayuntamiento y recibió varias condecoraciones. Con seis hijos —Pepa, Carmen, Juan, Dulcenombre, Fernando y Manoli— y su esposa Juana no se podía dormir en los laureles. Por eso le robaba horas al sueño y siempre estaba medio adormilado. “Paso más horas en el periódico que en mi casa”, decía a boca llena, orgulloso, de ser un trabajador neto y nato. Fernando Peña Gámez era un manitas confeccionando anuncios para las páginas ordinarias y extraordinarias del periódico, pues él entendía que si los anuncios no entraban por los ojos, la propaganda llamada reclamo publicitario se quedaba en agua de borrajas.
    Por algo, siendo aún muy joven, ganó a pulso forzado y meridiana visión estética, un premio nacional de destreza tipográfica en el oficio. O se inventaba los chistes o es que tenía una retentiva fuera de lo común para oír y no olvidar lo contado. Fernando Peña Gámez es el último marinero que ha dejado el barco de la vida llamado Diario JAEN. En el puerto definitivo, allí donde el ciprés pintado por El Greco canta letanías a las alturas celestiales, o los gorrioncillos entonan sus gorjeos, seguramente como tributo permanente a los muertos, le hemos dicho a Dios cuantos estuvimos enrolados en esa nave y contamos con los dedos de las manos como lo hacían los viejos, los puertos aún por divisar, aunque no creo sean muchos, por la sencilla razón biológica de que los almanaques no pasan en balde. Desde la tierra, amigo Fernando, mi respeto y mi admiración condolida por haber soportado los cuchillos de la enfermedad y por haberle dicho adiós sin pronunciar a tus seis hijos y a Juana tu esposa, más un montón de amigos. Lo sabes bien. Te quisimos y te seguiremos queriendo.
    Por José Sánchez del Moral.