Hasta siempre

'Hacía feliz a todo el mundo'

GINÉS CAÑABATE PULIDO, de Jaén
Acabo de leer la carta tan cariñosa, expresiva y sincera de un hijo que desgraciadamente a perdido a su padre: Ginés Cañabate Pulido. Yo, que lo conocía hacía por lo menos veinte años, estoy totalmente de acuerdo con Ginés (hijo) era una persona inigualable en muchos sentidos.

    28 ago 2010 / 22:00 H.

    Hablamos de esa gran persona, simpático, agradable, reboltoso, capaz de hacer feliz a cualquiera que estuviera a su lado, sin importarle ni sexo, edad, color, status ... nada, tan sólo quería que fuera feliz y si algún día llegaba, lo que desgraciadamente llegó ese viernes de agosto de 2010, que lo recordará con todo el cariño y amor que fuera capaz de hacerlo.
    Es increíble que con tantos favores que hizo Ginés a toda la gente de su gremio, nadie haya podido conseguir que hoy siguiera con nosotros, su familia lo necesita y sus amigos también lo necesitamos con nosotros, no entiendo como se ha ido en un suspiro. Yo desde aquí, quiero que tanto Nico, su mujer, como su hijo Ginés, estén super orgullosos de que todo aquel que tuvimos la gran suerte de conocerlo y estar cerca de él, lo quisimos y nunca lo podremos olvidar, y que la mejor manera de demostrarlo, es deciros que estamos a vuestro lado para todo aquello que necesitéis. Creo, que es la mejor manera de agradecerle a Ginés lo bien que lo hizo con los que lo quisimos. Siempre estarás con nosotros.
    Por Mercedes Teba

    'Maestro y amigo ejemplar'

    CARLOS SÁNCHEZ-BATALLA MARTÍNEZ, de La Carolina
    A través de un lacónico mensaje, el miércoles 18 de agosto me informaban: “Don Carlos, nuestro maestro, nuestro amigo, acaba de entrar en la eternidad”. Yo era consciente de su grave enfermedad, de su delicada situación física, pero en ese momento, uno de los pilares fundamentales de mi infancia se había derrumbado. Después de tanto desgaste, tantas embestidas, había sucumbido y nos dejaba un vacío interior difícil de traducir a palabras. Tras el inicial desconcierto, me vino a la mente el estribillo de una popularísima canción andaluza que todos conocemos: “Algo se muere en el alma cuando un amigo se va y va dejando una huella que no se puede olvidar. Ese vacío que deja el amigo que se va es como un pozo sin fondo que no se vuelve a llenar”. Con todo el respeto que la ocasión requiere, creo que no hay mejor definición de lo que todos nosotros sentimos en este momento, que no se puede expresar con más elegancia el dolor que nos embarga, por la pérdida de don Carlos, nuestro amigo del alma. Si esto nos sucede a nosotros, es inevitable tener un recuerdo especial para sus hermanos y cuñados, profesores tan queridos y cercanos; para sus hijos, que tanto le han apoyado; Para Paqui, su esposa y amiga inseparable que siempre estuvo a su lado incondicionalmente; y para su madre, para la cual no encuentro palabras de consuelo, pues como dijera Miguel Hernández, “no puede haber extensión más grande que su herida, por doler le dolerá hasta el aliento, y seguro que siente más tu muerte que su vida”. Mi voz, no es solo mi voz, sino que es el lamento de múltiples generaciones de alumnos que unimos hoy cientos de gargantas, para
    darte las gracias por todo lo que nos has dado, porque no solo te limitaste a enseñarnos matemáticas o lengua, ciencias o historia, sino que, como decía el gran escritor José Luis Sampedro, tú entendiste que “la labor de un buen maestro no era la de deslumbrar, sino la de iluminar”, y con ello no solo conseguiste forjar grandes profesionales que hoy se encuentran ejerciendo sus trabajos a lo largo y ancho de nuestro país, sino que, además supiste, como el buen arquitecto, poner los cimientos para que cada uno, en función de su esfuerzo y trabajo personal, pudiese construir su propio edificio, pero siempre asentado sobre sólidas bases de dignidad, tolerancia, respeto y honor; y sobre todo, y lo más importante, porque nos enseñaste con tu ejemplo diario a intentar “ser buenas personas”.
    Por tu vasta labor profesional y tu valía personal has sido objeto de distintos homenajes, entre ellos la concesión de tu nombre a una calle en Aldeaquemada, y otra más reciente en La Carolina. Acontecimientos que honran a los pueblos y a los dirigentes que saben valorar y reconocer a sus hombres y mujeres de bien; pero tú no necesitas de fastos, porque provienes de un linaje de insignes maestros, de una estirpe plagada de profesores, personas honorables, cuyos nombres merecen ser grabados con letras de oro en los anales de la enseñanza de nuestro pueblo.
    Tú, perteneces por derecho propio a la Aristocracia Educativa Jiennense, aristocracia, tal y como la entendía Indira Ghandi, cuando decía que para ella “la verdadera y única aristocracia era la integrada
    por las personas de buen corazón”. Luis XIV, en su lecho de muerte, dijo: “Yo me voy, Francia se queda”. Y efectivamente los hombres, por muy poderosos que sean, todos acaban marchando, y lo único que dejan tras de sí, es la estela de sus obras. Sin duda alguna, don Carlos en su partida, nos ha legado junto a su amplísima y fecunda labor docente, una ingente e inconmensurable obra histórica sobre las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, difícil de emular. Aparte del usufructo de esta magna obra, ante todo y sobre todo nos ha donado su impronta personal, su espíritu de lucha y superación, siempre activo, siempre en la brecha, y sus ganas de vivir y de morir viviendo. Ante todo, era un hombre optimista y esperanzado, y hasta el último momento, hasta su último aliento trabajaba sin descanso, incluso al hospital me consta, que llevaba sus carpetas de investigaciones, y por tanto no deseo terminar este humilde homenaje de forma triste, sino estableciendo un paralelismo que seguro le hubiera gustado escuchar: Hace varios siglos, San Juan de la Cruz, gravemente enfermo se dirigió desde estos mismos parajes de la Peñuela a Úbeda, y a los pocos días partía, según Él, a cantar maitines en el cielo.
    Pues bien, conociendo como todos los aquí reunidos conocíamos a don Carlos, sabemos que a estas horas ya estará dándoles clases de prehistoria e historia de las Nuevas Poblaciones a los Ángeles, y seguro que ya hasta ha obtenido licencia para investigar en los archivos secretos de San Pedro.
    Por Vicente Martín Delfa. La Carolina

    'Se fue el amigo'

    JUAN CARLOS MONTES GUERRERO, de Jaén
    Los años dejan marcas en las empuñaduras del día a día, vivencias y sentires del amanecer diario, el manantial de la vida, nos ahoga y congestiona la libertad del aire que todos añoramos. Al alba del 9 de julio, nos abandonaste, en huída meteórica hacia a lo desconocido, a lo inimaginado, con una mochila un
    tanto vacía y deficitaria de haces de luz que destellan los caminos de la vida. Se fue el amigo, se desvaneció en poco tiempo la esperanza de la pelea por la vida. Nadie como tú, ha sorteado, ha driblado, ha centrado y goleado. Nadie como tú, lo difícil lo hacía sencillo, y lo sencillo difícil. Mucha gente admiraba tu carácter tranquilo, frío e, incluso peligrosamente calculador. Querer estar cerca de la gente con dificultades, te ha granjeado consideración, respeto, confianza de los que verdaderamente te conocían.
    Joaquín, Paco, Paca, han llevado con orgullo tu amistad, su pecado era el cariño espontáneo y directo, siempre estaban ahí. Mi gratitud a ellos por haber estado siempre tan cerca. Por cierto, hay un tal León, que todos los días te espera en la puerta a que llegues, su interés y desasosiego es continuo, ese amigo, ese sí, nunca te va ha olvidar. Ideólogo de las nuevas corrientes sociales, culturales, que impregnan Madrid, de la que te sentiste parte solidaria y crítica, refugio de inconformistas y aventureros. Creo que la relevancia e interés de su búsqueda es la que te atrajo, el camino hasta ella, es el que diseño tu deambular misterioso y solitario del que se impregnaban los rincones de Saconia. Como olvidar aquellos momentos inolvidables en Chipen. A la Dehesa de la Villa le falta algo, te añora, te echa en falta, ya no serás obstáculo de su brisa. Entre el susurro de la arboleda, y el murmullo de los matorrales, parece adivinarse una pregunta: ¿Ha venido? ¿Lo has visto? ¿Dónde está? Madrid era tu ciudad, pero Jaén, siempre te esperaba con los brazos abiertos. Los rincones futboleros de Jaén, Campo de la Federación, Maristas, Salobreja, Jamarguillo, la Universidad, en el barrio de la Alcantarilla, notan tu ausencia. Ya no cabalga Don Quijote del Regate, insigne caballero, bohemio, utópico, soñador, solitario, esperanzador, caminante, crítico, revolucionario,
    altruista, elegante, estrafalario, libertario y amigo especial como tú solo.
    Por Antonio González. Jaén.