Hasta siempre

Juan José Romero Bolívar de Noalejo
Pérdida de un ser querido

El duelo no es un camino fácil, la pena nos inunda, pero hemos de tener serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, aunque en algunos momentos intentemos negar la realidad de su ausencia, pero afortunadamente nos queda su recuerdo: una persona de bien, humilde y sencilla, con sentido de la realidad, creyente y con conciencia moral, poseedor como línea maestra de su conducta del arte de la prudencia, consejero valioso para los parientes y amigos,

    15 jul 2012 / 09:32 H.

    paciente, sufridor, esforzado en su vida, templado, hábil comunicador de su sabiduría que se siempre esforzaba en transmitir a los demás, preocupado por todos, generoso en sus actos, simple en sus reflexiones por profundas que fuesen, amigo de sus amigos, y ante todo gran esposo, padre, y abuelo, merecedor del homenaje que conservamos con nuestro recuerdo y que disfrutamos mientras estuvo con nosotros. Descanse en paz.

    Tu familia

    JUANA CASTILLO CANTOS de Jaén
    Nos hemos quedado huérfanos, se nos ha ido para siempre

    Nuestra madre se nos ha ido para siempre. Somos nueve hermanos, pero hemos quedado huérfanos por lo menos media docena más. Nuestra madre era como son las madres sufridoras a diario con las travesuras de los más chicos y dándole cuartelillo a los adolescentes con sus exigencias fuera de orden y normalidad, pero llevadas con maestría por una madre buena. Nuestra madre era de las que te regañan y antes de terminar el regaño, ya está de tu parte otra vez. Nuestra madre cuidó de nosotros con la seguridad de saber en todo momento por dónde nos movíamos. Nunca nos dejó en cualquier lado o lugar. Ella tenía la necesidad de saber que sus cachorrillos estaban seguros en todo momento.
    Nos fue casando uno a uno a todos los hermanos y hermanas de la forma más elegante y formal con todos sus rituales y reuniendo siempre a toda la familia, a los Amaro Lombardo y a los Castillo Cantos, en verdadera armonía y fiesta, porque nuestra madre nunca tuvo palabras ni gestos malos para nadie. Era una persona que te podías dormir a su lado con toda la tranquilidad del mundo y siempre transmitía bondad.
    Nuestra madre fue nuestra líder, la que nos hacía felices en cualquier momento con alguna sorpresa que tú ya creías olvidada, pero llegaba ella en el momento justo y oportuno y zas, ahí estaba lo que tú querías, siempre con mucho esfuerzo.
    Nuestra madre era una persona culta, de saber estar en los sitios, de saber respetar a todo el mundo, constructora de personas buenas, de personalidades y de familias como las de sus nueve hijos.
    Nuestra madre, que ahora es un ser libre de amores, los que dio y recibió de sus familiares, ahora viaja en la inmensidad buscando su amor eterno, el que se le fue a destiempo, y borrando la palabra tiempo, si no es hoy será mañana, pero algún día lo encontrará, a su querido esposo Antonio Amaro Lombardo, que, por cierto, si buena fue nuestra madre, igualmente bueno fue nuestro padre.
    Gracias a todos los amigos de nuestros padres, que siempre que nos cuentan alguna historia relacionada con ellos es sumamente positiva y agradable. El amor de nuestros padres es imborrable para nosotros, pero sí es transferible a nuestros hijos y nietos.
    Jaén, “33 de amaridle de 20012”.

    Por tus hijos Paqui, Mari, Alfonso,
    Berna, Nani, Antoñín, Marijose,
    Lolo y Sonia Amaro Castillo
    Jaén



    Juan Manuel Llavero Labella de Jaén
    A mi abuelo Juanma

    Hace un año que bajaron los Ángeles del Cielo a acompañarte. Justo eso les conté a los dos pequeños de la casa, mis primos, tus nietos. Llevamos ya un largo año echándote de menos, sé que allí estás bien porque sigo viéndote por el barrio, con tu boina  y las manos cruzadas atrás. Tú sigues mirándome a través del ventanal desde tu sillón cada vez que salgo de casa y a veces me silbas desde tu patio y te doy un beso rápido entre las rejas.
    Por cierto, debo decirte que fuiste un auténtico campeón esperando a que regresara de Polonia, pude verte, tocarte y sé que tu alma estaba sonriendo con esa sonrisa de oro que nadie en el mundo lucirá como tú. Esto no es un adiós, es un “te recuerdo”, te recordamos. Gracias por seguir estando aquí: en el ruido de las copas al brindar en las comidas familiares, en el calor del verano, en las caligrafías perfectas, en el olor de tu colonia, en esa fuerza que nos levanta de las caídas y en todas y cada una de las alegrías de la familia, porque con tu vida, de una manera u otra, has contribuido a ellas. Y te seguiré recordando en cada paso que dé, para así alargar tu recuerdo por siempre.
    De nuevo lejos pero siempre cerca.

    Tu nieta,
    María


    JOSÉ PÉREZ NAVARRO de Jaén
    Qué difícil es tu marcha, hermano

    Querido hermano Pepín:
    Qué difícil y a la vez qué duro es esto que siento con tu marcha. Me acuerdo mucho de ti y qué falta me hace escucharte. Me acuerdo mucho de cuando te ponías al teléfono en casa y te preguntaba ¿cómo estás?, y me decías: “Bien, ¿y tú, guapa?”. Qué falta me hace escucharte, verte, darte un beso... Con lágrimas en los ojos estoy escribiéndote este texto, porque aún no me lo creo. Pienso que estás de “viaje” y que en algún momento volverás. Cómo me cuesta entender que ya no estés entre nosotros. Dime, hermano, cómo puedo quitarme este dolor que tengo. Si por lo menos te aparecieras en mi vida, aunque sea en sueños o cuando me asomo por la ventana de mi casa y veo el cielo lleno de estrellas y una de ellas, supiera que eres tú o la luna cuando está en su resplandor llena de luz mirándome, si por lo menos te sintiera yo, que estás ahí velando por todos nosotros.
    Ay, hermano, estás tan cerca de nosotros y a la vez inalcanzable. Gracias y mil veces gracias por haber sido tan bueno conmigo.
    ¿Sabes? Hace mucho años y creo recordar que yo tendría sobre unos diez años, me salvaste la vida y en su momento no te lo pude decir por miedo, porque te fueras a pelear y conforme iba pasando el tiempo lo iba dejando.
    Cuando te ingresaron te lo iba a contar, pero te vi tan mal que no pude y me decía a mí misma: “Cuando se ponga mejor, se lo diré”. Pero me he quedado sin poder decírtelo, hermano, y quiero que sepas, por muchas cosas buenas que me pasen, por muy lejos que me lleve la vida, siempre, siempre me acordaré de ti.
     
    Tu hermana, Eva Pérez Navarro
    La Bobadilla (Jaén)


    ANTONIO SERRANO SÁNCHEZ de Alcalá la Real
    Un emigrante en el barrio

    Hay géneros de la alimentación, que, por cierto, desconciertan a los propios vecinos cuando los solicitan en una ciudad distinta a la suya. Pues cambian de la denominación usual de un lugar a otro. Si se acude a Alcalá la Real, de seguro que no le darían nada, en el caso de que se pida en un desayuno con una ración de tejeringos (Y, eso, que aquí no se expanden al peso). Probablemente la norma del lenguaje ha cribado este término tan extraño y poco apropiado a la hora de desayunar cuando uno se encuentra entre sueños. Sin embargo, si pide chocolate con tallos, no le ofrecerán nada floral. Una buena ración de churros aparecerá sobre el mostrador en un rincón de la calle Prudencia Ratia, en el establecimiento de Antonio Serrano, Desgraciadamente, una sola vez suelo acudir al mes, por eso del colesterol y los malditos achaques hepáticos y biliosos,  y denoto que falta algo o alguien en esta buñolería. Alguien con el que mantenía una cordial conversación, siempre que pasaba por este sitio que huele a aceite quemado y chocolate caliente. Me refiero a su antiguo propietario Antonio Serrano. Una persona encantadora, que pasó por la vida con su porte machadiano del mundo rural andaluz, muy lejos del petulante don Guido. Era un autodidacta, con los estudios básicos, pero siempre pensando en el progreso, sabiendo distinguir la paja del trigo en la revueltas del momento histórico (desgraciadamente, abundantes en estos sus últimos años)  y manteniendo la mesura en medio de la tormenta pasajera, porque era consciente de que daría paso a un cielo azul y sereno, como siempre ocurre en la mayoría de los días de esta ciudad de Alcalá la Real.
    Entre sus conversaciones conmigo, no me faltaba nunca la referencia a su estancia en Suiza; y me aludía a la experiencia adquirida en la emigración al pasar por varios oficios de la  electricidad hasta la jardinería luchando por sus hijos y su familia, lejos de Alcalá en aquellas frías tierras. Durante el transcurso de varias décadas de emigrante, a Antonio  se le forjó  un espíritu europeo, que le daba un porte especial y experto en sabiduría popular, que  cualquiera lo confundiría con un centroeuropeo  si no se  conocieran sus apellidos tan españoles, Serrano y Sánchez. Además su pose, su ánimo  y su manera de ser  no se inmutaban cuando escuchaba  críticas vanas o comentarios sin fundamento sobre la pasajera realidad, pues  le gustaba fundamentarse y apoyarse en sólidos razonamientos. En voz baja, solía  comentarme la noticia diaria  de un ideario independiente nacional, del que era siempre su cotidiano lector. Nunca se amilanaba ni se espantaba ante los que no ven más allá de un metro de su vista. Siempre, se ponía a favor del lado progresista en las actuaciones del bien común y democrático al compararlo con otras épocas. Era un demócrata de los pies a la cabeza, incluso en los momentos más malos de la vida española. Antonio labraba su huerto y sus tierras, estaba orgulloso de los productos que sacaba de ellas. No sé con seguridad, pero me refería siempre con ardor rural por la calidad de sus aceitunas, su productos de secano y algunas que otra fruta. Eran fruto de sus manos callosas y del sudor a golpe de azada y del sacrificio de la inversión de sus años en el extranjero. De seguro que su espíritu vaga por aquellas tierras de la Fuente el Soto en medio de tantas satisfacciones que le dio la tierra que conquistó y adquirió con tanto esfuerzo y dificultades.
    A su regreso, su vigor inquieto le llevó a montar una churrería de barrio, donde no faltaba ni falta la prensa de papel diaria y donde los vecinos suelen convertirla en el centro de las primeras noticias matutinas y de muchos aldeanos de la comarca de la Sierra Sur. Allí te atienden casi todos los miembros de su familia,  las dos Encarna, su esposa e hija, su hijo Antonio; a veces nos topamos con sus nietos Vanesa y Lucas e incluso le ayudan algunas sobrinas. Todos han compartido con un sentimiento de resignación senequiano la muerte de Antonio en un momento que podía haberse prolongado hasta el cenit de la profunda senectud.
    Durante estos días, se celebran las fiestas de la Asociación de Vecinos de la Huerta de Capuchinos/ los Sauces Verdes, de la que el era miembro y siempre acudía a la cita mientras sus fuerzas se lo permitieron. Por eso queremos rendirle este pequeño homenaje de asociado, porque siempre cooperó en la manera de lo posible con ellas. Y nos vienen a la memoria  estos versos de agradecimiento cambiando algunas palabras de un célebre poeta andaluz: “¡Y cómo aquella ausencia en una cita, /bajo los sauces que en julio dora,/ del fondo de mi historia resucita!”
    Por Francisco Martín Rosales
    Alcalá la Real


    CONCEPCIÓN CAStRO LOMAS de Arjona
    Adiós a la tía Puri

    La tía Puri había nacido en Arjona, cuna del rey Alhamar, en 1933. Años de la II República Española. Arjona era un pueblo de campiña, de secano, que intentaba subirse al tren de las reformas políticas y sociales que no llegaron. Era una niña cuando estalló la Guerra Civil, tiempo que le hizo abandonar su tierra natal para vivir en Jamilena y en Vinaroz (Castellón). Con la paz volvió a su Arjona con sus padres Marcelo y Bienvenida. Ir al colegio con aquellos maestros y maestras de posguerra, con el intento de hacer olvidar el tiempo cruel recientemente pasado, fue una labor rutinaria. Con veinte años, y toda una vida por delante, la meningitis salió a su encuentro, sanando a base de los cuidados médicos —aquellos médicos de familia— del cariño y el sacrificio de los suyos. No le dejó secuelas y rehizo su vida. Se casó con Adriano, el matrimonio no tuvo hijos pero sí seis sobrinos: Francisco, María, Nani, José, Dolores y Federico, que les dieron el amor como hijos, especialmente Francisco y su mujer, Carmen, con sus hijas Carmen y Mar, que pusieron todo el empeño para que tuviese una vida arropada por el cariño. Le gustaba mucho su Arjona, sus fiestas con San Bonoso y Maximiano, con su Virgen de los Dolores, su feria de septiembre. Ama de casa heredó, de su madre mucho arte culinario y, en especial, la forma de aliñar las aceitunas en su tiempo. Algo sorprendente, y de ello doy fe. Se nos ha ido la tía Puri cuando el verano estaba dando con los nudillos en la puerta del estío. Ese estío que nos hace ver una Arjona blanca entre verdes olivares. El paseo por sus calles, por El Carmen, por San Martín, por San Juan, por la nueva judería con los montes de Jaén cerrando el horizonte, servirán para recordarla.

    Juan Vicente Córcoles