Hasta siempre

ANTONIO PERAGÓN RINCÓN, de Jaén. 'Me siento orgulloso de ser tu hermano'

Han pasado bastantes días desde tu marcha y, aunque he querido comenzar en más de una ocasión por escribir unas cuantas letras, nunca he tenido la fuerza suficiente para poder expresar lo que he experimentado desde entonces. Unas veces por temor a no saber cómo transmitir lo que he sentido y la mayoría de las otras por no ser capaz de tener la entereza y ánimo para hacerlo. Dejando a un lado los últimos momentos malos que hemos vivido, quiero expresarte cómo de orgulloso me he sentido de ser hermano tuyo.
Cuando algo se pierde, y máximo si es un ser querido, (me viene a la cabeza, mientras escribo con lágrimas en los ojos, la letra de aquella famosa sevillana que decía: “algo se muere en el alma cuando un amigo se va …” y que tantas veces hemos cantado y bailado juntos en las casetas de feria y en reuniones familiares), te das cuenta de lo mucho que valía cuando ya no está y no lo digo por mis experiencias contigo desde que naciste, que han sido en líneas generales maravillosas, lo digo por ver cómo gente tan allegada a nosotros y, sobre todo, a ti, han reflejado en sus rostros, en sus miradas, en sus palabras tanto cariño y amor como he podido experimentar desde que desgraciadamente nos dejaste. Todos y cada uno de tus amigos y sobre todo compañeros, míos a la vez, han ido acercándose como uno más de nuestra familia y han sabido expresarme el gran trozo que ocupabas en sus corazones y hacían que sintiera la envidia más sana que se pueda definir. Envidia sana porque todo lo que se decía de Antonio era para relatar algún momento bueno que habían experimentado contigo, para decirme alguna anécdota que siempre terminaba en una gran sonrisa o para contarme alguna de las “pillerías” o bromas a las que acostumbrabas hacerles. Envidia porque, quizás, no sientan por mí lo mismo que por ti, pero, a la vez y por encima de todo orgullo, porque he visto y he vivido la gran estima que nuestra gente, esta gente con la que convivimos tantas horas al día, han demostrado desde que tuvieron noticias de que ya no compartirías con nosotros más de esos momentos inolvidables.
Qué pena que lleguen más momentos importantes para toda esta comunidad de la que estamos hablando y, sin embargo, no podamos contar con tu presencia. Presencia a la que nos tenías acostumbrados, pues no había acontecimiento que se organizara en el que no estuvieras. Uno de estos momentos al que me refiero es la gala que tendrá lugar este próximo día 1 de octubre y en la que se celebrará el cumplimiento de los veinticinco años de creación de la asociación de funcionarios de la Seguridad Social de Jaén. Me consta que de alguna manera o de otra estarás con todos nosotros, pero seguro que más de uno estaría encantado porque estuvieras presente de cuerpo y no solo de alma y nos deleitaras con tu sonrisa, sonrisa propia de una gran persona que busca en los demás esa respuesta de agrado y felicidad. No te canses de que haya muchos momentos en los que se esté hablando de ti porque seguro que esos comentarios seguirán haciéndose para el orgullo de tu persona, persona definida en su máxima expresión que seguirá viviendo entre todos nosotros. No quiero despedir este pequeño relato, a título de homenaje a mi hermano pequeño, sin agradecer enormemente el gran trabajo que realiza el personal sanitario, sobre todo humano, que trabaja en la séptima planta del Complejo Hospitalario de Jaén (oncología), pero de una manera especial a Trini y Juan Diego por todo el apoyo que nos ofrecieron en días tan críticos. Por tu querido y orgulloso hermano Paco, que siempre te llevará en su corazón.


TOMÁS MESA JIMéNEZ, de Jaén. "Siempre estás con nosotros"

Hola yayo Tomás, perdóname, pero, en esta ocasión, me he descuidado en escribirte la carta, ya que han pasado unos pocos días del tercer aniversario desde que te fuiste al cielo. Mira, yayo, si me vieras ahora —aunque a lo mejor lo haces desde allí arriba— comprobarás lo alto que estoy ya. Hace unos días que han empezado las clases en todos los colegios y, claro, en los Maristas también. Te digo que me gusta ir al colegio y también estoy aprendiendo inglés, que, por cierto, se me da bastante bien. Aunque tú lo sabes todo, ya que estás junto al Señor, pero, bueno, te diré que la yaya Rosa está muy bien, aunque se acuerda mucho de ti y tiene muchas fotos tuyas por el piso. Por eso, tu cara no se va de nosotros. A papá, el hermanito, los titos y primos los veo mucho y todos están contentos, aunque, como te he dicho, te recuerdan mucho.
Aunque ya estará también junto a ti, ¿sabes que tu mamá, que era mi bisabuela Matilde, también se marchó al cielo? Me acuerdo de que te dije en la última carta que si habías visto a la yaya Menchu, creo que sí, ya que han pasado muchos días y, allí, rápidamente todos los buenos os reunís para charlar de aquellos que abandonasteis con todo el dolor del corazón, pero que, algún día, también estarán allí, pues todos han sido muy buenos y Dios los premiará.
Yayo Tomás, ya se me pasaba, dile a la yaya Menchu que todavía me acuerdo del arroz que hacía los sábados y que tenía tan buen olor y que a mí tanto me gustaba, lo mismo que al yayo Joaquín. A todos os doy muchos besos y también os digo que os quiero mucho, aunque no os vea.
Ahora quiero contarte cómo he pasado el verano, y la verdad es que lo he pasado muy bien, pues he estado en la piscina y en la playa, y te digo que para nadar me pongo los manguitos, aunque soy un poco miedoso. Papá me quiere apuntar para dar clases de natación, ya que así aprenderé más pronto, y aunque ya buceo, que eso sí que me gusta, pero a nadar tengo que aprender pronto. También mamá me ha llevado a Madrid para ver el parque de atracciones Warner y todo ha sido muy bonito, te digo que lo he pasado muy bien. Pero bueno ahora estoy con los libros, los cuadernos y los lápices, aunque dentro de unos días nos darán algunas vacaciones, pues se acerca la feria y a mí me gusta mucho ir para a montarme en todo. También, y como tú me viste, pues todavía no te habías ido, nací el 12 de octubre, por lo que pronto celebraré mi cumpleaños y ya será una tarta con 5 velitas. Por eso te he dicho al empezar que ya estoy alto y, a veces, me peinan como se lleva ahora, que es con los pelos para arriba.  
Yayo, te tengo que confesar que este año no he salido de nazareno con la cofradía de la Virgen de la Estrella y la verdad es que no sé por qué ha sido, pues a mí me gusta todo de la Semana Santa y la Virgen es muy guapa y, además, siempre he salido desde que tenía seis meses. Por otro lado, también me gusta mucho la música de Semana Santa y cada vez que me monto en el coche “pollito” del yayo Joaquín, le digo que me ponga marchas de procesiones de “ chindachi”.               
Bueno, yayo Tomás, te dejo y será hasta el año que viene, que procuraré ser mas puntual. Quiero que le des besos a todos de nuestra parte, y les dices que nos acordamos y que os queremos mucho. Por tu nieto Adrián Mesa Sánchez.

PEDRO MOYA DAZA, de Alcalá la Real. “No olvidó la alegría a pesar de la adversidad”

A Pedro Moya lo conocí desde la niñez, en la calle Rosario, donde acudía a ver a su novia Merceditas, que vivía en la casa solariega de sus tíos Mercedes y Juan Gámez, el sacristán de la iglesia de San Juan, donde guardaba la corona, el sudario, el cíngulo y la cabellera del Cristo Viejo desde los tiempos de la Guerra Civil (y, por cierto, el primer número de la Lotería de Navidad que vendió la Hermandad del Cristo de la salud). Pedro y Merceditas formaban una pareja encantadora. Ella era una mujer muy laboriosa, con un candor que se reflejaba artísticamente en las obras de arte de su bordador, ya que lo dominaba como ninguna otra. Pedro, un hombre forjado en el mundo del trabajo, con una cultura de autodidacta que siempre me sorprendió. Pasaron los años, formaron una familia con dos hijos encantadores y trabajadores y se fueron a vivir al barrio de Condepols, que es como se le llama popularmente al entorno de esta fábrica en lugar de Barrio de Iberoamérica.
Pedro siempre se acordaba de los años pasados y compartidos junto a la familia de mis abuelos y tíos. Vivir en el barrio alto de la ciudad de La Mota marcaba con un sello especial a todos sus vecinos. Era rememorar las noches de noviazgos a través de la ventanilla de los portones de madera de roble y compartir el vino del país, llamado “terreno”, en las tabernas del “Antonio el Gordo”, bodegón de los “Muertos”, “Caniles”, “Canastas”, “Mamando”, y tantas otras, hoy en día desaparecidas. Era participar la tarde de quinarios rotos por oraciones de rogativa, aguantar pacientemente el polvo de la paja y de las simientes de las trojes de las cámaras, compartir solidariamente la ayuda con los enfermos que acudían al hospital Viejo de Pedro de Moya; era verse bendecido por el Cristo otoñal, mientras se acudía a vendimiar los pagos de san Bartolomé o compartir cuadrilla con los parientes creando, en tiempos de la aceituna, una cooperativa familiar de distribución de trabajo y saldo cero de intercambio de dinero.
    Mas Pedro no olvidó la alegría de la vida a pesar de que le dio un primer arañazo con la muerte de su joven esposa y con otras enfermedades de algunos miembros de su familia.
Siempre nos saludaba con la sonrisa en la boca, te paraba para contarte la última anécdota o las gracias del chiste oportuno de crítica social... Creía que así alegraba la vida de los demás y procuraba quitarle las penas a todos los que se acercaban a su amena conversación. Era el animador perfecto en los viajes programados por la Delegación de Cultura del Ayuntamiento alcalaíno, compartiendo con todos sus compañeros la sonrisa, la ironía no hiriente, el chascarrillo popular y la gracia de su modo de comentar los encontronazos desafortunados. Probablemente, lo había adquirido en la estación de servicio de gasolina, al curtirse con el frío de la Fuente Granada y el intercambio con muchas personas, convirtiendo el frío y la prisa de surtirse de energía en un encuentro de servicio agradable y placentero. Pero, también, con seguridad, aquel carácter placentero y optimista se había forjado con la lectura de los libros, pues Pedro era un rabioso lector de novelas de aventuras, de dramas resueltos y de conflictos solucionados. Había aprendido, en sus muchas horas de biblioteca, que la vida tenía siempre un resultado feliz y, por eso, había que ponerles buena cara, alegría y reparto de felicidad a todos.
Me solía mirar en la sala de los libros de la Casa de los Capuchinos, entre los libros viejos, como colegas y asiduos usuarios del Biblioteca Municipal, y se sonreía. Me consultaba sobre algunas novedades, me comentaba los cuarteles de las tropas de la Guerra Civil Española en Alcalá la Real para que los llevara al libro que todavía no he publicado. Y, al final, siempre me despedía como si fuera de la familia y, en verdad, que lo éramos de las fuentes del Cristo sanjuanero. En el umbral de la adversidad de su enfermedad no le faltó nunca la sonrisa en sus labios. ¡Qué más se le puede pedir a un ejemplar alcalaíno, con alma de pueblo y sangre de optimismo vital! ¡Que lo recoja en el Paraíso como hijo suyo el Cristo de la Salud, a quien tanto amaba! Por Francisco Martín.

Encarnación  Ramírez Sánchez de Alcaudete. “Mi madre,  sin duda, una gran modista”

Encarnación Ramírez Sánchez era conocida en el mundo alcaudetense de la costura como “Encarna la Ramira”. El 16 de marzo, a los 91 años, nos dejó para siempre, y nos sentimos con la pena de haber perdido una madre y, cómo no, una gran maestra en su trabajo, querida por todo su pueblo y, sobre todo, por su familia.
Encarnación Ramírez Sánchez fue reconocida con la medalla de oro de la Villa de Alcaudete en el Día de Andalucía por su trayectoria profesional y, ante todo, por su vida, por sacar adelante a sus hijos, pues quedó viuda muy joven. Encarna, mi madre, una gran modista, sin duda, la mejor.
Hace ya seis meses que nos dejaste porque Dios te llamó a su lado. Quizás, quiso cambiar su ropa y, claro, quién mejor que tú para hacérsela. Por eso, te llevaste todas tus herramientas de costura y es que ya tenías trabajo en el Reino de los Cielos.
Madre, el día que Dios me llame necesitaré cambiar la mía, así que, por favor, deja un poco de hilo y tela para mí. Te queremos y jamás te olvidaremos. Por José Jiménez Ramírez.

JOSÉ LUIS MEZQUITA FERNÁNDEZ, de Andújar. “Un buen futbolista y mejor persona”

El deporte iliturgitano y el mundo del fútbol en particular están de luto por la muerte del exfutbolista José Luis Mezquita Fernández “Mezquita”, que falleció el pasado domingo día 18 de septiembre, a las diez de la mañana, tras sufrir una grave enfermedad. Fue, sin duda, uno de los jugadores más destacados de la cantera local por su buen hacer, profesionalidad y entrega.
José Luis Mezquita, de 33 años, comenzó su carrera deportiva a mediados de la década de los noventa en los juveniles del Club Deportivo Iliturgi, donde se formó. Luego, en la temporada 1997-98, firmaría, de la mano del técnico Paco Plaza, en el Atlético Porcuna, donde aún se recuerda su calidad sobre el terreno de juego. Más tarde, el jugador regresó al club de su ciudad natal dejando su impronta siendo titular indiscutible todas las temporadas, y donde permaneció hasta la campaña 2006-2007.
Mezquita era un defensa con mucho carisma, carácter y con gran dominio, que se había ganado el cariño como deportista y el prestigio con su ilusión y entrega. Pertenecía a una conocida familia iliturgitana. Casado con Victoria Mena, era padre de un hijo, y su fallecimiento causó una profunda consternación no sólo en el municipio iliturgitano, sino también en la familia deportiva de la provincia de Jaén.
Era un buen futbolista y mejor persona, con un potencial de capacidad humana tremendo, todo un ejemplo a seguir. Era amable, modesto, humilde y sobre todo “buena gente” siempre dispuesto a atender a los demás. La misa “corpore insepulto”, que se celebró en la iglesia de San Bartolomé, fue multitudinaria. Emotivo fue el gesto de los futbolistas locales de llevar desde la parroquia hasta el cementerio municipal el féretro con los restos mortales a hombros.
Fue un día triste para la gente del deporte. Durante el sepelio, todos los presentes con las voces entrecortadas y con lágrimas en los ojos no cesaron de recordar al futbolista, pero sobre todo al amigo que nos ha dejado, y es que tenía un carácter jovial y optimista, y sobre todo era muy amigo de sus amigos.
Todo el mundo del fútbol (directivos, entrenadores, futbolistas y aficionados), además de numerosos representantes de las instituciones deportivas, colectivos sociales de Andújar y sus amigos de la Peña Puerta del Cielo II estuvieron para acompañarle en su último adiós y expresaron sus condolencias y su consternación a su familia ante el fallecimiento del futbolista que fue un “todoterreno” y una excelente persona, cuyo carácter amable dejó una inmensa huella. Descanse en paz. Por José Expósito.

    25 sep 2011 / 11:11 H.