Hasta siempre

LUISA GARZÓN EXPOSITO de Andújar
“Ella nos quiere libres, nos quiere firmes”

Mi madre no ha muerto.
Yo sé bien lo que digo.
En las mañanas, vigila mis pasos cuando voy al trabajo y puedo notar su aliento esos días que, pensando en ella, las lágrimas me salen solas, como disparadas de los ojos.

    07 feb 2010 / 11:34 H.

    Mi madre es maga,
    Tiene un montón de palabras metidas en una chistera y, a veces, saca justo las que no quieres oír. Yo creo que lo hace aposta.
    Otras veces, busca y busca y encuentra las palabras más bonitas que nunca nadie te ha dicho.
    Y es que mi madre es sabia
    y ella siempre conoce lo que pasará mañana, lo que deberíamos hacer con nuestras vidas.
    Mi madre es tan lista, que tiene un plan para cada una de nosotras y no se irá del todo hasta que no consiga su objetivo.
    Porque ella nos quiere libres, nos quiere firmes, acunará nuestros sueños, nos salvará del dolor, nos protegerá  del miedo y secará las lágrimas de nuestros fracasos.
    Mi madre, ha dado un paso hacia delante y espera que sigamos tras de ella.
    Nadie puede verla, pero está aquí.
    Yo sé bien lo que digo.
    Por Luisa Navarro.

    JUAN Agustín González Navarrete de Cazorla
    “Comprometido con la cultura jiennense, sobre todo, con el Museo Provincial”
    El pasado 4 de enero de 2010 falleció Juan Agustín González Navarrete y, desde entonces, sus amigos de Jaén nos sentimos tristes por su ausencia. Aunque por sus méritos, distinciones y cargos nacionales tenía reconocido el tratamiento de Excelentísimo, sin embargo, su sencillez, proximidad y afabilidad no le permitían hacer ostentación de dicho tratamiento. Para nosotros siempre será Juan González Navarrete y le estaremos eternamente agradecidos por todo lo mucho que hizo por la provincia.
    Fue el primer director del Museo Provincial de Jaén. Estuvo en el cargo desde 1967 a 1984. El entonces director general de Bellas Artes, Gratiniano Nieto, lo nombró asesor general de Museos, de 1971 a 1974, y subdirector general de Museos en 1979. Desde su responsabilidad en estos cargos, además de por don de gentes, gran simpatía y gracejo, consiguió tejer una red de relaciones profesionales y personales que utilizó en bien del Museo de Jaén y de la provincia de Jaén, en definitiva. A Juan González le tocó poner en marcha el Museo y organizarlo. Empezó por reclamar al Ayuntamiento 265 metros cuadrados, que este había tomado de la parcela del Museo para cederlos a la Iglesia para que construyera Cristo Rey. Ahí consiguió con sus gestiones en el Ministerio que se levantara el edificio de exposiciones temporales y, también, el edificio que alberga las oficinas, el depósito de Bellas Artes y el de Arqueología.
    Se recuperan las 1554 piezas de arqueología propiedad del primitivo Museo Arqueológico Provincial y, posteriormente, se fueron trasladando las diversas obras de Bellas Artes que estaban depositadas en distintas instituciones, como la Santa Capilla de San Andrés, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento.
    A lo largo de la década de los 70, González Navarrete consiguió para el Museo de Jaén más de un centenar de cuadros, esculturas y tapices en depósito, procedentes del Museo del Prado y del Museo de Arte Contemporáneo. Logró que el Ministerio adquiriera para el Museo de Jaén una colección de 471 grabados contemporáneos a Dimitri Papageorgiu, en julio de 1979, por valor de 2.000.000 de pesetas. Desde la dirección del Museo de Jaén, González Navarrete impulsó la creación de algunos de los museos de la Provincia, como el Museo de Artes y Costumbres Populares del Alto Guadalquivir, en el Castillo de la Yedra de Cazorla, que se adquirió para su ubicación; el Museo de Úbeda, en la Casa Mudéjar, rehabilitada para este función; el Museo Arqueológico Municipal de Obulco, que se instaló en el Torreón de Boabdil de Porcuna. Los tres centros se crearon como secciones del Museo de Jaén.
    Con sus decisivas gestiones, consiguió que Segura de la Sierra fuera declarada conjunto Histórico-Artístico y, en agradecimiento, el Ayuntamiento le concedió la Medalla de Oro del municipio. También tiene la Medalla de Oro de Cazorla.
    En el otoño de 1997, se había inaugurado en el Grand Palais de París la exposición “Los íberos. Príncipes de Occidente”. Coincidiendo con el día de Santa Catalina, organizamos un viaje para visitar tan magna exposición. En total fuimos 45 jiennenses, entre los que iban Juan y su esposa Carmen Lázaro. Como de la provincia de Jaén procedían unas 90 piezas, de las 360 que figuraban en la exposición, los responsables del Grand Palais nos permitieron visitarla fuera de la asistencia del público en general. Aparte de nosotros, había también un grupo importante de franceses. Piezas importantísimas de la exposición eran las procedentes de Cerrillo Blanco de Porcuna. Ante tan amplio auditorio, Juan fue desgranando las vicisitudes por las que había pasado la aparición de dichas esculturas.
    Con su gracejo y encanto personal, nos contó que unos gitanos de Bujalance se presentaron en el Museo de Jaén, el 19 de junio de 1975, para ofrecerle en venta varias piezas. Al día siguiente, se trasladó a ese pueblo y como Juan era más gitano que el chamarilero, se puso de acuerdo con él y esa noche durmieron las esculturas en el Museo de Jaén. Al mismo tiempo que supo arrancarle al gitano el lugar del yacimiento. Adquirió el olivar con dinero propio por seiscientas mil pesetas a fin de poder excavar y consiguió rápidamente los permisos de excavación.
    Nos contaba Juan que, cuando se trasladó a Madrid para dar cuenta del hallazgo, los políticos no le hicieron ningún caso, ya que Franco estaba agonizando y, a ellos, lo único que les importaba era lo que iba a ser de ellos. Él no insistió y pensó que era una ocasión estupenda para evitar que el maravilloso conjunto de unas 30 esculturas de Cerrillo Blanco no marchara al Museo Arqueológico Nacional y pudiera quedarse definitivamente en Jaén. Hace muy pocos años, Juan vendió el olivar al Ayuntamiento de Porcuna por 1.000.000 de pesetas. Una vez más, demostró una gran generosidad.
    El conjunto de Cerrillo Blanco se dio a conocer expositivamente con la visita de los Reyes a Jaén, el 8 de enero de 1980.
    Todo este desvelo, trabajo y dedicación por la provincia de Jaén se merecía un reconocimiento y es por lo que la Asociación Amigos de los Iberos, hace unos años, pidió para nuestro socio número 1 a la delegada de Cultura anterior que se le hiciera un homenaje en el Museo de Jaén. No sé si por desconocimiento del personaje, si por apatía o por ineficacia no se llevó a cabo dicho homenaje y se ha dado lugar a que enfermara y falleciera sin haber recibido la alegría del reconocimiento de sus comprovincianos. Hoy, domingo, día 7, a las once y media de la mañana, se celebrará una misa por su eterno descanso en San Andrés, ya que Juan era cofrade de la Santa Capilla y Noble Cofradía de la Limpia Concepción de Nuestra Señora.
    Por Pilar Palazón, presidenta de la Asociación Amigos de los Iberos.


    Ricardo Cruz Liébana  de Jaén
    Carta a mi muy querido amigo y siempre recordado

    En septiembre hizo ya un año que te fuiste, nos dejaste, así como viniste al mundo, discretamente. Vamos, que así como no te quejaste al ver la primera luz, tampoco lo hiciste cuando la de tus ojos se apagó. Pero, amigo mío, tú nunca pasaste desapercibido para nadie. Todo aquel que te conoció no te olvidará jamás.
    Dicen que todos tenemos enemigos. En tu caso, no sólo no te he conocido ninguno, sino que además era imposible, porque tú eras el amigo, el maestro, el consejero, el pacificador, el que siempre estaba ahí, el legal, el honesto, el tímido y callado, aunque, cuando hablabas, dejabas las cosas tan inteligentemente claras que nadie podía rebatirte nada, porque tú lo habías dicho todo con tu sinceridad, cariño y paciencia que te caracterizaban.
    Esto lo puedo decir desde la amistad y el tiempo que hemos vivido y compartido, ya que, desde que nos conocimos a los 10 años, en el instituto “Virgen del Carmen” hasta que te has marchado, han sido cuarenta y cuatro años de buena, muy buena amistad. El destino nos tenía preparada una extraordinaria relación cuando, al cumplir los 14, empezamos con nuestras salidas al campo junto con Antonio Estrella y, más tarde, con el “Nito”, Antonio Castillo, el “Divino”, Eufrasio, “Modesto”, Paco “Kinkon”, “Filo”, etcétera y ya no las dejamos hasta ese día en que te empeñaste en irte y me dejaste sin esa compañía, ese consejo, ese calor y esa seguridad que a tu lado siempre encontraba.
    No puedo dejar de recordar, además, esa impronta de solidaridad, amistad, cariño, hermandad, etcétera, que dejaste marcada en todos aquellos que te trataron y, sobre todo, para aquellos más “pequeños”, para los que fuiste el “Tito” Ricardo, a pesar de tener, sólo, algún año más que ellos, como Bernardo, el “Minguis“, el “Carnes”, el “Chavea”, Manolín, Fernando, J. J., José “Cara cartón”, etcétera.
    Nos has dejado solos, muy solos es verdad, a tu amada Ascensión y a tus adorados hijos, a tus compañeros de trabajo, a los compañeros del grupo de montaña, a los compañeros de las salidas en bici y a todos los que te conocieron y te llegaron a querer, que fuimos muchos. Aún, cuando voy a tu casa, creo que voy a encontrarte abriéndome la puerta o sentado en el sillón orejero de tu salón, esperándome para charlar mientras tomamos un refresco.
    Quiero decirte que, aunque te has ido físicamente, amigo mío, has dejado un legado tan importante en tus hijos que en ellos veo tu cara, tus ojos, tu sonrisa y tu inteligencia. Pronto tendremos a un señor doctor en ese Richard tan parecido a ti en el modo de ser. A esa criaturilla tan adorable y tan nerviosa que es tu preciosa Silvia, tu misma cara eso sí, pero en el carácter le salió a su madre. Y qué te voy a decir de Ascensión, si tú la elegiste como esposa. Ya está todo dicho, porque tú cuando hacías una cosa, la hacías bien.
    Ya sabes que no creo en Dios y en esas cosas del más allá, sólo en materia y energía, pero lo que sí sé es que, cuando estoy con tu familia, siento que sigues allí, acompañándonos. Y si estoy equivocado y realmente existe ese más allá, entonces, algún día, nos veremos allá dónde estés, que seguro que ya nos tendrás preparadas algunas excursiones y algún rinconcito donde descansar y comentar lo pasado, para los que te queremos y deseamos estar contigo para siempre.
    Haberme considerado tu amigo siempre será un privilegio difícil de superar.
    Un abrazo de tu amigo Manolón.
    Por Manuel Ballesteros Fernández.

    Manuel Codes Arroyo de Jaén
    “El Altísimo quiere que estés a su lado”

    Qué larga se hace la espera, de un barco que nunca llega
    en un puerto donde atracaba, haciendo sonar su sirena,
    la tarde se hace silencio y la noche una esperanza,
    ¡Virgen de la Villa bendita, que Manolo salga de esta!

    Esta fue la oración, durante tres noches seguidas,
    de un amigo de Manolo, que estaba en la agonía.
    Su hermana Ana a su lado y, en una mesita, una réplica
    de “La Labradora” de Martos y de unos labios: Una plegaria.

    Y Manolo sigue inerte, luchando para vivir y, también,
    contra la muerte
    al final una señora de negro, como siempre es la que vence,
    poniendo el punto final a una esperanza sin suerte.
    Rompiéndonos en dos pedazos nuestras ilusiones inertes.

    Te recordaremos siempre, hasta el día de nuestra muerte
    como el mejor amigo, del que tuvimos la suerte
    de compartir su cariño, su sencillez y su nobleza
    de un amigo, como hermano, y un ángel cuando era niño.

    Fuiste alegría en la tristeza, y amor en el desconsuelo,
    como padre fuiste el mejor, como esposo, un ejemplo.
    Como hijo un orgullo de tus padres desde niño,
    para Máximo y Ana un hermano de ensueño.

    Fuiste como un amigo, el más noble, leal y sincero,
    hasta en los juegos de azar siempre fuiste un caballero,
    en esas manos de cartas, jugadas en el paseo,
    con Gerardo, José Luis, El Apache, Barri y Emilio.

    El Altísimo ha querido que estuvieses ya a su lado
    y disfrutar junto a tu madre, que te estaba esperando,
    de esa dichosa gloria, que a pulso tú te has ganado.
    ¡Manolo! Guárdanos un sitio, pero siempre a tu lado.

    Como a tu lado han estado cuatro ángeles divinos,
    Amalia, María y Marta y el pequeño Manolito,
    seis días con sus seis noches, aguardando el milagro,
    sentados en un sofá, de un hospital granadino.

    Por ellos te toca velar a ti ahora desde arriba,
    y con tu cariño diario, siempre los mantendrás unidos
    y ellos te llevarán a ti en su recuerdo continuo
    como al padre y esposo más bueno, que han tenido en este mundo.

    Por José Civantos García.