Hasta siempre

DOROTEO GARCíA COCERA de Cazorla
Siempre se llevó bien con los niños

Amigo Teo. Teo, una bolsa de pipas… Teo, un chicle… Teo, un “Chupa Chups”… Teo, una bolsa de gusanitos… Era el eco incesante de la chiquillería a la puerta de la parroquia de Santa María, en la céntrica Plaza de la Corredera, bien a la salida de la misa de once y media de los domingos o cuando se terciaba acercarse a por una “chuchería” desde el “Huevo” (Plaza de la Corredera). Hacías un alto en el juego y decías: “Voy a lo de Teo”.

    18 dic 2011 / 11:11 H.

    Con el tiempo cambiaban el tipo de golosinas o snacks por otros más sofisticados y modernos, pero lo que no cambiaba en años y años, durante varias generaciones, era  Teo. Inevitable pasar por la Corredera y no mirar hacia aquel rinconcito junto a la iglesia.
    Nuestro amigo Teo, un hombre afable, con una limpia sonrisa, siempre a punto cuando te acercabas al quiosco para comprarle cualquier cosa.
    Recuerdo que eran otros tiempos, cuando lo de fumar no había sido prohibido, ni tampoco existían la máquinas expendedoras automáticas. “Su tabaco, gracias”. Era también en el “quiosco de Teo” donde se compraban los paquetes de cigarrillos e, incluso, cigarrillos sueltos. ¡Qué tiempos aquellos!
    Teo, el amigo de los niños y los jóvenes, siempre presto a una charla desenfadada, daba igual: sobre el tiempo, el calor o el frío o de si este año estaba lloviendo demasiado. Daba igual el tema, porque Teo siempre te ofrecía la réplica adecuada y amable conversación. Luego: “Bueno, adiós, Teo”. Allí se quedaba dentro de su kiosco, con sus ojos alegres y sonrientes, igual que cada vez que un pequeñajo se acercaba y apenas alcanzaba a depositar su preciada moneda de diez pesetas, cinco duros, cien pesetas o un euro. El cambio generacional iba acompasado al de la moneda.
    Entonces el pequeño alargaba al máximo su brazo para darle la moneda a Teo, que a su vez alargaba el suyo, casi en un alarde de “más difícil todavía” y, a continuación, la pregunta: “¿Qué quieres?”. Paciente esperaba Teo la respuesta del dubitativo niño, que no decidía qué cosa elegir de aquel expositor de atractivos pequeños juguetes o golosinas. Llegaba finalmente la decisión y de nuevo la proeza de entregar al chaval lo que había elegido. ¡Santa paciencia!
    Curiosamente, este hombre de aspecto afable y cariñoso tenía un don especial para tratar con los más pequeños, a los que con toda tranquilidad atendía, como si fuera consciente de que para un niño de corta edad el tiempo no es importante si se trata de decidir qué hacer con su dinero para chucherías.
    Es posible que uno de los nombres que primero aprendían los niños de Cazorla fuera el de Teo, que, por indicación de los progenitores, cuando eran muy pequeños, les enseñaban cómo dirigirse ya solos al quiosco y comprar lo que querían.
     Hoy que te has ido todos recuerdan anécdotas pasadas, generaciones y generaciones, de antes niños y hoy hombres y mujeres, cuyos hijos también han conocido a Teo.
    Dejas un gran espacio en ese, tu pequeño quiosco, junto a la iglesia de San José que siempre llenarán recuerdos de la infancia de los que tú, Teo, siempre formarás parte. ¡Hasta siempre, amigo!

    Por María José Bayona.


    Pedro Carreño Parra de Beas de Segura
    Un gran guitarrista

    Este año 2011 abría con la pérdida de una gran persona y guitarrista de nuestra tierra. La comunidad cultural de Villacarrillo se enlutecía por la muerte de un activo miembro, Pedro Carreño Parra, uno de los guitarristas más importantes, que, hasta su fallecimiento, no dudó en participar en cuantas actividades era requerido. Una de las personas que bien lo llegaron a conocer fue el coordinador cultural del Ayuntamiento de Villacarrillo, Manuel Jiménez. Para él, se fue uno de los mejores y así recuerda su trayectoria por medio mundo hasta terminar en esta ciudad. Así lo describe:
    Hablamos de uno de los guitarristas más importantes que ha dado nuestra tierra. Natural de Beas de Segura, se crió en Villacarrillo desde muy pequeño, así que se sentía villacarrillense por los cuatro costados. Hombre humilde y sincero, una persona buena y comprometida con el arte. Su currículo es de los que dejan la boca abierta y, aun así, supongo que, para muchos, desconocido. Pero aquí estamos para recordar a uno de los artistas que, con letras mayúsculas, han sabido escribir la historia cultural de nuestra tierra.
    Murió a los 81 años. Aún en activo, pues era uno de los guitarras de lujo que acompañaba al Coro Rociero Calar y Campiña en sus actuaciones. Un coro que, a buen seguro, todavía hoy llora su pérdida.
    Se inició profesionalmente en París. Durante cinco años, realizó conciertos de guitarra en países como Alemania, Dinamarca, República Checa y Eslovaquia, Bulgaria, Turquía, Líbano y un largo listado. Regresó a Berlín, donde vivió durante más de treinta años impartiendo clases de guitarra al mismo tiempo que desarrollaba su actividad profesional en distintos espectáculos y academias de danza y baile como profesor de guitarra.
    Su trayectoria le llevó a ser componente de la Rondalla de Villacarrillo, ganadora del Concurso Nacional de Rondallas que tuvo lugar en San Sebastián y Madrid en los años cuarenta. Impartiendo clases en la Escuela Municipal de don Antonio Sola. Colaborando, en los años cuarenta, con don Miguel Roa Leal, director por entonces de la Banda de Música de Villacarrillo.
    Últimamente, y durante el periodo que corresponde a los años 1998 a 2008, ha sido monitor de guitarra de la Universidad Popular de Villacarrillo. Guitarrista requerido en innumerables festivales y persona que trabajaba de manera altruista cuando era llamado para cualquier acto benéfico. Pedro Carreño Parra, nombre que hay que escribir con letras de oro en los anales de la historia reciente de nuestro municipio. Descansa en paz y con tu guitarra.
    Por José Herreros.

    Antonia Mulero de la Torre de Jaén
    Homenaje

    Resulta difícil encontrar las palabras exactas. Las palabras, esas que tanto le gustaban y que con pasmosa desenvoltura manejaba, se quedan pequeñas, se quedan cortas, ante tan inmensa pérdida. Gracias, Antonia, por todos los momentos que hemos compartido, momentos llenos de sentimientos y pensamientos, sueños y anhelos, secretos, risas y lágrimas y, sobre todo, amistad.           
    Antonia empezaba sus clases leyendo de uno del buen montón de libros que siempre ocupaban su mesa. Presentaba las novedades que iban llegando al centro, antes de dejarlas en Biblioteca. Con apenas un par de páginas, su impresionante manera de leer, su voz de diestra narradora creaba el ambiente propicio para conseguir que el alumnado quisiera saber más… Era emocionante ver a su alumnado dirigirse a toda prisa hacia aquí, hacia la Biblioteca, para ser el primero en adquirir aquel libro que Antonia estaba a punto de dejar en préstamo. Así, intrigados, pero también relajados y oportunamente preparados para aprender, comenzaba su clase de diaria Inglés. Pero su excelente labor como docente traspasó los muros del aula. No solo impartió clase con gran maestría y dedicación, sino que participó de manera activa en la vida cultural de este centro. Fue una de las principales precursoras de un grupo de trabajo que tuvimos en el centro durante 8 años llamado “Animación a la lectura y organización y dinamización de la biblioteca”. Quien la conocía sabe que uno de sus principales objetivos era la consolidación del hábito lector, inventando e investigando siempre métodos para proporcionar al alumnado el conocimiento y la afición a los libros.
    Con ella, y gracias a ella, la biblioteca de este centro fue testigo de numerosas actividades encaminadas a formar lectores: dramatizaciones, concursos de investigación literaria como “Sigue la pista”, cartas de amor, recitales de poesía, realización de cómics, el romancero de Victoria Gullón, narración de cuentos, etcétera. Antonia nos enseñó a vivir el momento, y vivirlo al máximo. Mujer única, compañera excepcional y trabajadora incansable; su sabiduría natural, su compromiso, su implicación sin reservas en las actividades culturales del centro, su buen hacer en el aula, su paso, en definitiva, por este instituto, han dejado una huella imborrable en todos nosotros. Es por todo ello, por lo que toda la comunidad educativa, el Equipo Directivo de esta su casa y el claustro de profesores, desean que esta Biblioteca lleve su nombre: Antonia Mulero de la Torre. Te queremos.
    Extracto del discurso leído por la directora del IES Gil de Zático durante el homenaje celebrado el pasado día 15.

    Antonio Jesús Expósito Castillo de Jaén
    “No nos podemos olvidar de ti, primo”

    Porque no hay mañana, Antonio Jesús, primo mío, que tu madre, Consuelo (el que no encuentra), no derrame una lágrima, una amarga y ácida lágrima, corrosiva hasta caer al suelo de la desesperación. Una y una tras otra hasta llenar el pozo sin final de tu viva imagen, de tu retrato sonriente, de tus alientos infinitos, de tus sonrisas de paz.
    Tu hermano, Francis, con tu nombre tatuado en su alma y en su piel, sigue tus pasos: tú te aferraste a una piedra mortal que aplastó tus ganas de vivir, y él, en la búsqueda del camino correcto, no para de tropezar en las que le colocan en el camino, incapaz de sortearlas, con su ánimo incompleto esperando el consentimiento tuyo que no llega. No te imaginas lo que te añora en su mirada.
    Tu padre, a veces, de vez en cuando, pasea sin rumbo fijo, esperando que alguien le explique y le diga el porqué. Su timidez y su mirada triste jamás conseguirán respuesta.
    Tu hijo sigue buscando a papá. Sigue preguntado por qué tarda tanto en traer esas setas que disfrutar, por qué tarda tanto en llegar y llevarte al columpio, y al campo a ver las plantas, a ver los animales. Por qué no viene papi y me trae con mis abuelitos que tanto me quieren y me hacen feliz; por qué no viene papi y me lleva allí donde las titas Chelo y María José me cuentan cuentos y me hacen reír, me hacen olvidar por unos momentos que esas setas nunca aparecen…
    Los tuyos, primo, no te olvidamos. En cada reunión, en cada brindis, en cada carcajada hay un recuerdo para ti, porque no te hacemos en nuestras mentes si no es con tu cara de bonachón y esas manos generosas. Ese portero que más que parar balones los echaba fuera a carcajadas. Todos estaríamos dispuestos a dar lo incalculable por otro segundo más, por otro futbolín, por otras migas en la lumbre, por otro chiste tan malo como efectivo. Por encontrarte en otro cruce pitando hasta “derreventar” y gritando “primooooooo”.
    Quizás, si agacharas la cabeza (porque la tienes muy levantada, desde allí, ojo avizor), y te fijaras en algunas cosas, te sentirías un poco decepcionado con gente muy cercana a ti, te sorprenderían actitudes y aptitudes de los que presuntamente te lloraban a voces. Seguro que los perdonarías, con ese pecho tan grande y generoso y encontrarías esa explicación que los demás no acertamos localizar. Justificar lo injustificable era parte de tu labor como buen hombre, gran persona y padre ejemplar y necesitaríamos de tu fe para comprender lo incomprensible. Danos paz a los resentidos, concédeles lucidez a las almas olvidadizas, haznos ver el hermoso lunar, no la desagradable verruga.
    Fue esa piedra, la única piedra suelta en todo el monte, la que deseó abrazarte con la misma fuerza que tú hacías con todos, una piedra miserable, envidiosa y avariciosa que quiso captar tu vida, tu fuerza, tu nobleza. Esa piedra yace odiada por el resto. Y esas setas que buscabas para tu retoño quedaron marchitas por ocultarse. Hasta la luna no ha vuelto a salir esplendorosa en ese maldito lugar. Hasta las flores se avergüenzan de la primavera. 
    Que sepas, primo del alma, que el roponeo no es el mismo, y lo intentamos, y lo conseguiremos, pero tendrás que estar tú. Aguarda un poco, que tarde o temprano, al juntarnos de nuevo, será como antes. Como siempre. Como nunca. Te queremos, Antonio Jesús Expósito Castillo.
    Tu primo Francisco J. Peinado, en nombre de tu familia.

    Justo Herguedas Gallego de Valladolid
    “Un hombre que describió Villanueva del Arzobispo”

    Justo Herguedas nació en Valladolid en el año 1920 y, en 1947, fue destinado a Villanueva del Arzobispo como maestro, dejando su labor en el Grupo Escolar de la Vera-Cruz, junto a Manuel Sánchez Peña y Joaquín Muñoz González.
    Fue nombrado corresponsal de Diario JAEN, de las agencias de noticias Logos y Efe. Escribió más de 1.500 crónicas con una estrecha colaboración del fotógrafo Roldán y dejaron unas interesantes colecciones de imágenes de acontecimientos de especial relieve en la vida local. Es digna de resaltar la difusión que tuvieron sus excelentes reportajes sobre la Coronación de la Virgen de la Fuensanta en el año 1956.
    Su labor cultural no cesó en su tiempo en la ciudad villanovense: delegado de Información y Turismo, concejal de Educación del Ayuntamiento, delegado del SEM o delegado de la Banda Municipal de Música. Tuvo una especial relación con el director Marino Díaz, que le dedicó un pasodoble titulado “Vallisoletano”, y que volvió a escucharse en la ciudad con motivo del Veinte Aniversario de la Banda Municipal de Música.
    También colaboró en Radio Villanueva a través de varios programas semanales y, a propuesta de José Rivas, fue nombrado Juez Comarcal, tomando posesión en Villacarrillo.
    El 22 de febrero de 1958 fue nombrado, por acuerdo unánime del pleno, cronista oficial de la ciudad y asistió al primer Congreso Nacional celebrado en Madrid.
    Participó de forma activa, junto con el alcalde, Silvestre Sánchez Cátedra, en la recuperación de la Carta Fundacional de Villanueva, carta que databa del año 1396 y que fue donada por Alberto Rodríguez Robles, catedrático de Linares. Es el documento histórico más interesante y de mayor valor para la ciudad villanovense y que, afortunadamente, se conserva en la Alcaldía.
     Justo Herguedas Gallego dejó Villanueva el día 31 de agosto de 1960, ya que se trasladó a Valladolid. Después de una intensa y continuada labor profesional en la enseñanza, se jubila. Dejó la estepa castellana y se trasladó a orillas del Guadalquivir, a Sevilla, donde fijó su residencia hasta su fallecimiento.
    En estos últimos años, Herguedas estuvo vinculado a la Revista La Moraleja. Aportó al municipio una de las más interesantes colecciones de fotos de cristal sobre la desaparecida Plaza de Toros de la Corredera, sobre la Coronación, procesiones de la Borriquilla y de toda la Semana Santa, además de una valiosa variedad de carteles taurinos, programas de fiestas y celebraciones.
    La Corporación Municipal ofreció un funeral por su alma, en la iglesia de la Vera-Cruz, tan cerca de la escuela que él regentó, el día 24 de noviembre. Además del alcalde, asistieron numerosos amigos y alumnos de los que él dejó durante el periodo que vivió en Villanueva.
    Por Juan José Fernández.