Hasta siempre
RAFAEL VILLALBA RETAMERO de Río Gordo, en Málaga
“Un amigo que tuvo y compartió esperanza”
Corría el año 1975 cuando, con su amada esposa, Pepita, llegaron a la provincia de Jaén, concretamente, a Linares. En sólo unos meses, empezaron su primera asignación como evangelizadores de las Buenas Nuevas, sí las buenas noticias que, según la Biblia, Dios da a toda persona que desee escuchar. Fue en Puente de Génave y otros tantos pueblos, entre los que se incluye alguno de la provincia de Albacete.
“Un amigo que tuvo y compartió esperanza”
Corría el año 1975 cuando, con su amada esposa, Pepita, llegaron a la provincia de Jaén, concretamente, a Linares. En sólo unos meses, empezaron su primera asignación como evangelizadores de las Buenas Nuevas, sí las buenas noticias que, según la Biblia, Dios da a toda persona que desee escuchar. Fue en Puente de Génave y otros tantos pueblos, entre los que se incluye alguno de la provincia de Albacete.
Sí, esa fue la vida que, abnegadamente, vivió por décadas mi amigo Rafael, que con tanto denuedo, con tanto valor luchó hasta el pasado 15 de mayo, fecha en la que su corazón dejó de funcionar. Sí, no exagero cuando digo que dio su vida para que muchas personas tuvieran esperanza, esperanza que él mismo aceptó a principios de los años 70, una época en la que era la que muy difícil era aceptar la fe que él acogió: era Testigo Cristiano de Jehová.
Sí, Rafael junto con su esposa, Pepita, vendieron su vivienda en Barcelona y este malagueño de Río Gordo, desde entonces, ya casi cuatro décadas, no paró de enseñar a otros el magnífico futuro que le espera a los humanos que pongan su fe en las promesas que Dios expone en su Palabra, la Biblia, y que con tanto fervor explicaba a todas las personas que, voluntariamente, le desearan escuchar.
Nunca hubo en su boca palabras de queja por no tener una vivienda fija, ya que, después de Puente de Génave, dedicó parte de su vida a hablar a otros en Martos, Úbeda, Baeza, Córdoba, Villanueva del Arzobispo, Calahorra, en La Rioja, y, por último, aquí en Jaén, donde muchos tuvimos el privilegio de conocerlo.
Esa fue la vida que mi amigo Rafael Villaba Retamero escogió. Su ejemplo es una muestra del poder que puede ejercer la Biblia, la Palabra de Dios en las personas que, como el caso de Rafael, tengan un corazón receptivo y que desee conocer la magnífica esperanza que con tanto empeño Él predicó.
Ahora, tu esposa, Pepita, tu hijo Javi, tu nuera Paqui y tus nietas y tantos y tantos amigos lloramos tu muerte, pero, al mismo tiempo, nos quedamos con tu magnífico ejemplo de abnegación, valor y entrega a favor de muchos, que, con tu trabajo, nos has dejado a todos los que tuvimos el privilegio de conocerte.
Qué bueno es saber, como tú mismo bien conocías, que Dios no es injusto para olvidar la fiel obra a favor de su nombre y que, junto contigo, también van tus obras, sí, obras que nunca olvidaremos y que guardaremos en nuestro corazón, hasta siempre, Rafael Villalba Retamero, mi amigo.
Por Aurelio Soto Marchal
MANUEL RUS AMORES de Úbeda
“Rezamos por el descanso de su alma”
El pasado 22 de julio, a la edad de 49 años, fallecía en Úbeda el cofrade Manuel Rus Amores. Mientras trabajaba en una empresa de instalación de paneles solares, cerca del Llano de las Casas, en la carretera de Jódar y sobre las tres de la tarde, se sintió indispuesto y sufrió un desvanecimiento. Poco después, ingresaba en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Juan de la Cruz, donde nada se pudo hacer por conservarle la vida.
Manolo Amores, como era conocido en los ambientes cofrades de la ciudad, era hermano de las cofradías del Resucitado, Entrada de Jesús en Jerusalén y Hermandad de Costaleros. Muy especial y comprometida fue su vinculación con la cofradía del Domingo de Ramos, donde pasó por casi todos los estamentos de la hermandad, comenzando por su banda de cabecera, y en la que portaba la cruz de guía en la tarde del primer domingo de nuestra Semana Mayor. Igualmente, era miembro activo de la Hermandad de Costaleros del Santísimo Cristo de la Pasión, con quien cada año acudía a la aldea de Santa Eulalia para honrar a Nuestra Señora de Guadalupe. Era una estampa típica del 1 de mayo verlo colaborando en la barra del bar que los costaleros montaban en esa jornada romera. El hecho de no tener cargas familiares, por ser soltero, le ayudó a vincularse sin limitaciones con el mundo cofrade a través de la Hermandad de Costaleros y de la Real Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén. De la misma manera, trabajó para la Unión de Cofradías de Semana Santa, de cuya casa, en Muñoz Garnica 5, fue encargado durante varios años.
Con un corazón tan grande como su cuerpo, y a pesar de desarrollar un enorme trabajo, Manolo fue un cofrade anónimo, que no buscó las luces estelares de los focos cofrades, ni persiguió estar en el candelero de la vida “semanasantera”. Todos los que formamos parte de la gran familia de las cofradías sabemos que él eligió ese camino para servir a Dios y a su Madre y le reconocemos su trabajo silencioso, pero eficaz, desde el anonimato.
En el día de su fallecimiento, como si de un Domingo de Ramos se tratase, Manolo Amores entraba en la Jerusalén eterna del cielo. Sus hermanos, desde aquí, seguiremos rezando por el eterno descanso de su alma. Descanse en paz.
Por Eugenio Santa Bárbara y foto de Manuel Ruiz Ramo
Elena Martínez Algar de Los Pascuales
“No me apetece ni quiero olvidar su sonrisa”
Una curva, un bache, un coche de frente, una tarde fatídica en la que se fueron muchas ilusiones. Una tarde en la que la mala suerte arrebató de los brazos a una chica llena de ilusión y con muchas ganas de ofrecer algo a esta vida. Por desgracia, he tenido que pasar por estas circunstancias demasiadas veces y os digo una cosa: “Estoy realmente harto”. Me intento poner en la piel de esos padres que pierden hijos en accidentes, unos padres que ya no pueden volver a abrazar a sus niños, unos padres que no se pueden explicar cómo un cúmulo de circunstancias pueden hacer que, en ese lugar, en ese preciso instante, su niña se vea envuelta en un accidente y acabe de una manera trágica.
Ahora toca reflexionar ante este hecho. A Elena nos la ha arrebatado la carretera, al igual que a Francisco.
Son las vidas de dos jóvenes que tienen a sus padres, de dos jóvenes que tienen a sus amigos, de dos jóvenes que ya no podemos abrazar y que ya no nos van a ofrecer su sonrisa. Pero sí os pido una cosa, recordadlos siempre. Pensad que están con nosotros, que podéis hablar con ellos y que participan en vuestros juegos.
Mi cercanía con Elena va más allá de una simple amistad. Esta perdida supone un punto y seguido de muchas desgracias en esta familia a la que le tengo un fuerte aprecio, a una familia con la que la vida ha vuelto a ser injusta. Esta vez, demasiado injusta. Por eso, quiero desde aquí recordar a Elenita, quiero pensar en ella cada día. No me apetece ni quiero olvidar su sonrisa sincera, la misma que nos muestra la foto. Vosotros, sus amigos, tenéis que recordarla tal y como era. Desde el cielo, ella os lo agradecerá.
Por Joaquín Castillo
ANTONIO SARAVIA molina de Jaén
“La noche de esta ciudad nunca será igual sin él”
Ya pasó un año desde que nos dejó Antonio Saravia. Este año, he estado en muchas reuniones de personas relacionadas con el mundo de la noche y puedo asegurar que, en muchos de esos encuentros, ha salido su nombre a la palestra. También cómo era, cómo trabajaba y cómo lo hacía para no caer indiferente a nadie. Es sorprendente.
Es de admirar cómo llevaba los negocios, los exprimía al máximo y, luego, los traspasaba a muy buen precio.
Si hubiera sido pintor o arquitecto, sus obras, al cabo de los años, habrían costado una millonada. “Era todo un artista”.
He tenido el placer de conocerlo y trabajar con él en su último negocio y, cada día que pasa, me doy cuenta de que iba diez pasos por delante del resto.
Hubiera marcado un hito en esta ciudad si no nos hubiera abandonado tan pronto. Jaén no sería la misma en recuerdos sin sus negocios: “Vía Venetto, Mini golf Tríplex, taberna Gallos, discoteca Rolls, Tríplex Pink, El Ruedo, taberna Tríplex, pub Creccendo, La competencia, pub Urgente, Conde Duque, terraza Felipe Arche, pub The best, Gambrinus Boulevar y, como su última creación, el Café Teatro Mombasa”.
Algunos jóvenes dirán: “¿Tantos?”. Pero los que tenemos unas cuantas primaveras lo hemos vivido y disfrutado y sólo podemos decir menudas tardes, noches y madrugadas que nos ofreció.
Antonio, fuiste pionero y tendrá que pasar mucho, pero que mucho tiempo, para que alguien te supere. La noche de esta ciudad nunca será igual.
Por tu buen amigo, José Miguel Montiel
Antonio Cruz Sánchez de Úbeda
“Una vida entregada por completo a la juventud”
En febrero fue enterrado mi buen amigo Antonio Cruz, mi compañero y gran amigo. Antonio fue un hombre bueno entregado a los demás. Vivió rodeado de la juventud, como su corazón siempre joven. En el funeral, don Robustiano, párroco de San Isidoro, dijo que se debería de hacer un monumento junto a Manolo Molina y Antonio Gutiérrez “el Viejo”, los tres pilares de Acción Católica o JACE. Comentó que los tres eran solteros, y yo añado que estaban casados con la juventud de Úbeda, su pueblo al que tanto en vida amaron.
Antonio era el fundador y presidente de Úbeda Viva y director de la Escuela Municipal de Fútbol. Asimismo, trabajó en los campamentos juveniles. Primero, de la Barrosa, en Cádiz, y, luego, en los campamentos municipales. Antonio fue compañero en el instituto Los Cerros, donde era profesor de Contabilidad y Administración de Empresas. Antonio ha dejado una profunda huella difícil de olvidar.
El funeral fue oficiado por seis sacerdotes de la ciudad, su féretro fue llevado desde el Hospital de Santiago —allí estuvo instalada la Capilla ardiente— a hombros por jóvenes hasta la parroquia de San Isidoro. Al terminar el funeral, durante varios minutos, aplaudieron a nuestro amigo como despedida de este mundo terrenal.
La bandera de la JACE y la de la Cofradía de Jesús estuvieron velando el cuerpo de Antonio y presentes en el funeral. De la misma manera, también acudieron varios inspectores y representantes de la Delegación Provincial de Educación. Amigo Antonio, te has marchado junto con el Padre, pero tú sigues aquí, tu espíritu siempre estará con nosotros. Tu corazón joven ha impregnado de amor y de amistad a toda la juventud que te apreciaba.
Adiós amigo y, como dijo don Robustiano, pásaste por la vida haciendo el bien. Ahora te veo enseñando a los ángeles y querubines cosas de administración, cosas del deporte y cosas de la vida.
Un abrazo, mi buen amigo, y espero que cuando llegue el fin de nuestras vidas allí nos encontremos.
Por José Ruiz Quesada