Hasta siempre

JOSÉ JUAN PASSAS MARTOS de La Carolina

“Te fuiste de esta vida sin tener tiempo de decir adiós”
Era el presidente del Club de Tenis La Estación de La Carolina, además de servicial como nadie, legal y honrado en todos los aspectos de la vida. José Juan Passas Martos acababa de disputar un partido de tenis en el polideportivo del barrio que lleva el mismo nombre que su club y, de pronto, empezó a sentirse fatídicamente mal, tanto que le costó su vida.

    25 oct 2009 / 10:45 H.

    Todo sucedió de una forma muy rápida. Casi no me creo que ya no esté entre nosotros.
     Y es que Pepe Passas, como se le conocía en el mundillo tenístico, era un gran hombre, apasionado por su mujer, sus hijos y, en segundo plano, por el tenis y el deporte. Él fue el artífice, junto a otros compañeros de directiva, de la organización de varios Open nacionales de tenis “Puerta de Andalucía” celebrados en La Carolina, cuyos torneos estuvieron catalogados por diecisiete estrellas. Passas dejó una huella muy profunda en el deporte carolinense. Fue un luchador nato e incansable en lo referente a la labor de ayudar a los jóvenes tenistas de base para intentar sacar profesionales de esta comarca.
    Siempre estuvo dispuesto a sacrificar su tiempo para formar a una serie de chavales que han quedado huérfanos, tenísticamente hablando. Pepe Passas fue una persona entrañable y muy querida en la capital de las Nuevas Poblaciones y entre sus antiguos compañeros de profesión, allá en las instalaciones de la factoría Santana Motor, donde prestó servicios hace algunas anualidades. Su entrega al trabajo así lo avala. Y es que, en él todo era bondad y alegría, siempre dentro de un ambiente muy discreto. Tuve el honor de compartir con José Passas muchos momentos deportivos. 
    Es más, Pepe Passas se convirtió en obligado consejero de mis artículos deportivos referidos al tenis. De hecho, siempre estuvo dispuesto a promocionar este deporte desde La Carolina, a costa de lo que fuese preciso o necesario.
    Te fuiste de esta vida sin ni siquiera tener tiempo para decir adiós. Ahora, con el paso de los días, estoy seguro de que descansas en paz en el reino de los cielos porque Dios es justo. Por eso, aunque estés ausente, siempre estarás entre nosotros. Un abrazo muy fuerte para ti. Tu amigo Silverio Fernández.

    Carlos Martínez Esteban de Jaén
    “Murió el futbolista y nació el mito”

    La entidad Real Jaén FS desea expresar su más profunda angustia, desazón y dolor, ante tan inesperada pérdida, lamentando más si cabe que se trataba de una persona eminentemente joven, con la vida aún aguardándole. Las más absoluta tragedia ha sacudido a nuestro club y a la familia del deporte jiennense y andaluz, una tragedia casi imposible de digerir. Es en noches como esta cuando se comprende que el fútbol sala es algo tan nimio que transforma en ridículo e insustancial disgustarse por un adverso resultado deportivo. La vida está por encima de todo y, desgraciadamente, el luto mortecino de un “niño” nos lo ha recordado. Y sí, un niño, porque Carlos lo era, con las ilusiones intactas de alguien al que augurábamos un porvenir sin límites en lo personal y en lo deportivo.
    Cualquier muerte es traumática pero esta, si cabe, mucho más. Un chico con ambición, gran deportista, alejado de cualquier vicio vital, fuera de toda sospecha de hábitos perniciosos. Es en esa clase de personas en las que la puñetera muerte parece cebarse, creándonos la sensación de: “¿Por qué narices no castiga a…?” Ni lo sabemos ni casi merece la pena preguntárselo. El carácter aleatorio de su criterio inquieta, pero es insustituible. No discierne entre razas, credo, edad o, en este caso, condición física. Su poder de actuación no distingue entre seres bondadosos o malignos. En definitiva, no hay un porqué. El hecho es que Carlos ya no está y su vacío castiga, y mucho, a su familia, amigos y compañeros de club.
    El pueblo de Jaén, la familia del deporte jiennense, enmudece y llora desconsolada por esta irremediable pérdida. Lloramos junto a los suyos, los que calibrarán, dentro de poco, la latitud de su marcha. Y nos fundimos en un abrazo sincero con su club de toda la vida, el Atlético Jaén o, lo que es lo mismo, con Pedro Hernández, Pedro Pastilla, Olga Martínez, Pedro Ortega… Los que moldearon a un chico excelente en actitud y aptitudes futbolísticas, los que lograron crear a un jugador sin igual, modelo de sus compañeros y capitán de una selección campeona de España. Nosotros pretendíamos darle continuidad a ese modelaje, pero no contábamos con este brusco e irracional viraje. Sólo dos meses y medio con nosotros, pero tiempo más que suficiente para asimilar la nobleza de su comportamiento y la magnitud de sus posibilidades. 
    La fecha del 12 de octubre de 2009 será  sellada con letras de fuego en el más funesto de los calendarios. Una jornada que está ya eternamente grabada en el imaginario deportivo de nuestra tierra, el día en el que la más absoluta de las sin razones detuvo de forma sibilina el corazón de un grande. Ha muerto el futbolista, pero ha nacido el mito. Su presencia permanecerá en el corazón de cada aficionado y estará latente en el pabellón de La Salobreja, disfrutando con los éxitos de su club (que será para siempre), el Real Jaén FS. Se marchó venciendo, en su único partido oficial con la blanca, pero disfrutó, vaya que si disfrutó. El 15 jiennense se retirará de forma vitalicia en el club y toda tu familia deportiva te rendirá homenaje y pleitesía.. Porque tu equipo hará lo que más te gustaba, jugar al fútbol sala y jugará. Lo hará sólo por ti, amigo Carlos, por tu memoria, por ser como eras. Gracias.
    Descansa en paz, amigo Carlos, y Dios guarde tu alma.
    El presidente, David Torres, en nombre de la junta directiva del Real  Jaén FS.

    “Un chaval bueno duerme en el cielo”
    Carlos, te has ido sin despedirte, no entiendo por qué y pasarán los días y no encontraré respuesta a esta cuestión que me planteo día tras día y hora tras hora.
    De prebenjamín a juvenil, en un club tan admirado y tan querido por ti: el Atlético Jaén FC. Decirte que no pasaste desapercibido por estas categorías. Eras un jugador serio, muy comprometido con tus entrenamientos. Vivías para el fútbol, como te dijo tu hermana el día que todos juntos quisimos decirte el último adiós. Eras compañero y amigo de tus amigos, un “modelo” de jugador que todos los entrenadores quisiéramos tener en su plantilla, un ejemplo a seguir.  Y qué suerte la mía, tenerte en la categoría cadete, tener un centrocampista luchador, comprensible, bueno … y con un detalle muy típico tuyo, esas calzonas bajadas que, entre pase y pase, te echabas mano para bajártelas. Y en Asturias, cómo disfrutaste de ese campeonato de fútbol sala que venías jugando varios años. Y ese año tu equipo cadete quedó campeón, ¿cuántos goles metiste? Probablemente, perdí la cuenta porque disfrutaba al ver cómo los celebrabas con tus compañeros y no importaba el número.
    Hace unos meses el Atlético Jaén, tu club de toda tu etapa deportiva, te hizo un pequeño homenaje y te entregó una camiseta con tu nombre. Te recuerdo guapísimo, con esa sonrisa característica tuya, junto a tus amigos y compañeros Justicia y Zamorano. Un club muy orgulloso de ti, un club en el que has dejado una huella imborrable y por donde quiera que vaya irá presumiendo siempre de ti porque has dado muchas razones para ello.
    Un beso muy fuerte de tu familia del Atlético Jaén. Algún día nos volveremos a ver en el cielo.
    Ana Belén Jurado.

    MARÍA RAMÍREZ MARTÍNEZ de La Carolina
    “A mi madre: Sé que me sigues escuchando”

    Este año 2009 resulta especialmente duro para quien firma estas líneas y es que la muerte ha querido estar presente en dos ocasiones en mis familiares más cercanos; llevándose esta semana la vida de mi tío, Rafael Ramírez Martínez, quien fallecía el pasado domingo, 18 de octubre; en tanto que el pasado 17 de enero era mi madre, María Ramírez Martínez, quien dejaba de existir.
    María era una mujer de profundas raíces cristianas y religiosas, algo que nos transmitió a sus hijos con el amor de una madre a quien le brillaban los ojos cuando la abrazaba y llenaba de besos. María fue, durante su vida, una madre abnegada, ejemplo de trabajo tesonero y luchadora en todo momento para buscar un futuro digno para sus hijos y nietos, a quienes nos dejó por herencia su valor, sabiduría y esperanza. Cuando yo pasaba por algún mal momento personal, y no sabía qué hacer con mi futuro, allí estaba mi madre, que siempre supo decirme la frase oportuna en cada momento. Se convirtió no sólo en el ser que más he querido, sino también en el que mejor me ha comprendido.
    El tiempo, dicen, que lo cura todo, pero la realidad es que cuesta asimilar que, ahora —cuando mi vida profesional y sentimental está tomando un nuevo rumbo—, ella no está a mi lado. Echo en falta las llamadas telefónicas que hacía, en la década de los 70, a programas y emisoras referentes a la radiodifusión en nuestra provincia como Radio Modistas, Club de Amigos, Musical de las 11. También Radio Jaén, Radio Linares o Radio Cadena Española fueron testigos de esa voz inconfundible de María, de La Carolina, o como la llamaban esos maestros del micrófono —Indalecio Morales, Félix Martínez o Fernando Arévalo, entre otros— “Señora María”.
    Ella se hizo, posteriormente, fiel oyente de su hijo en las muchas emisoras de radio en las que yo he ido desarrollando mi labor profesional como Radio Nacional de España, Radio Andújar, Élite Radio o, en la actualidad, Radio Europa Bailén. Echo igualmente en falta su presencia en el plano personal con ese proyecto que tengo a corto plazo de rehacer esa vida sentimental que hace años perdí.
    Sin lugar a dudas, estos debieran ser motivos más que suficientes para sentirme dichoso. Pero no, no puedo ser feliz o, al menos, plenamente feliz cuando noto que me falta mi madre y no sé si superaré su ausencia algún día.
    Para mí, era más que una madre, era mi mejor amiga, lo pasábamos fenomenal y me entendía a la perfección. Se murió mi madre. Ya no tendré más a esa persona y, ahora, pienso en qué más cosas me hubiese gustado compartir con ella, qué debí hacer que fuera diferente. El núcleo del dolor de la pérdida es lo que dejé pendiente con esa persona, ese es el dolor más grande: ¿Qué quedó pendiente?, ¿qué cosas no le dije?, ¿qué cosas no hice?
    María era una mujer de generosidad ilimitada, humildad y, sobre todo, con un espíritu de honestidad difícil de encontrar en los tiempos que corren. Nos enseñó el camino del bien y la verdad.
    Por siempre vivirás en nuestros corazones. Sabemos que, desde el cielo, bendecirás y guiarás a tus hijos que dejaste en la tierra: Adela María, Ángel, Rafael y José María Martos Ramírez.
    José María Martos Ramírez.

    Pilar Aranda Castillo de Jaén
    “Un faro que nos guía en la noche para no desfallecer”

    Si la generosidad tuviera nombre de mujer, se llamaría Pilar Aranda. Así se llamaba mi mejor amiga, una chica no sólo generosa, sino también sensible, comprensiva, dulce... En definitiva, dicho en una sola frase, “un girón de poesía hecho mujer”. Entre sus cualidades destacaba ser una buena amiga, hija y hermana tolerante, solidaria y un largo etcétera más que no quiero enumerar para no aburriros.
    Toda su vida tuvo presente las necesidades materiales y emocionales de los demás. Sabíamos que, en ella, podíamos tener una mano tendida si nuestro barco zozobraba o si nos sentíamos perdidos navegando por la vida. Ese espíritu altruista de ayuda quiso llevarlo más lejos y, así, con mucho esfuerzo, se sacó el acceso a la Universidad y comenzó la carrera de Psicología. Pensó que tardaría mucho en poner en práctica esa vocación, pero el destino quiso que comenzara en Jaén el proyecto de abrir una sede de una ONG llamada Teléfono de la Esperanza, que se dedicaría a la atención anónima gratuita a personas en situación de crisis, así como el cuidado de la salud emocional. Fue para ella una oportunidad para continuar formándose y, sobre todo, para poner tanto sus conocimientos como el tiempo que el tratamiento del cáncer le dejaba libre al servicio no sólo de sus amigos, sino de toda la comunidad. Albergaba la esperanza de que nuestra tierra tuviera un día  esta ONG, ya que consideraba que no todos podrían pagarse una asistencia emocional y que una escucha activa podría ayudar a solucionar muchas soledades. Por lo tanto, quiso dedicar sus últimos años de vida a hacer una sociedad más justa e igualitaria y, para ello, participaba de manera activa en su formación como voluntaria del “Teléfono de la Esperanza de Jaén”.
    La fortaleza de nuestra amiga y compañera en su lucha contra el cáncer y su compromiso con el “Teléfono de la esperanza” es un referente para todos nosotros.  Querida amiga Pilar, te hemos visto sufrir y no desfallecer. Has participado en nuestro seminario y reuniones aunque tuvieras  que asistir acompañada porque tu organismo ya casi no te respondía.
    Has continuado formándote hasta los últimos  días de tu vida con la esperanza de recuperarte y poder seguir ayudando. Ya sabes que has sido para nosotros como un faro que en la noche nos guía mostrándonos el camino para no desfallecer frente a las dificultades y a luchar por lo que creemos justo. Vaya un homenaje para ti, querida amiga, de mi parte y de todos nuestros compañeros, amigos y, sobre todo, de todos los voluntarios del “Teléfono de la Esperanza en Jaén”. Estamos convencidos de que, desde donde tu estás, levantas el auricular para decir... Mari Moral.