HASTA SIEMPRE
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19 oct 2009 / 14:32 H.
ENCARNACIÓN VICO CARMONA de Graena: 'Desde el cielo, mira a su familia y la protege'
En 1922, Graena (Granada) veía cómo nacía una preciosa niña. Eran tiempos difíciles, pues la gripe del 18, las secuelas de la guerra de Marruecos y las dificultades de la vida en el campo hacían muy duras las condiciones de la propia subsistencia. Esta niña emigró a la provincia vecina, al olivar de Europa (Torreblascopedro, Jaén). Su familia se estableció allí y sería esta bendita tierra la que la vio crecer. Desde muy chica, supo de buena tinta la dureza de la vida, la crueldad de aquellos tiempos, lo que había que luchar para poder sobrevivir.
De mocita conoció el horror de la guerra y supo nadar y guardar la ropa ante la barbarie de aquel tiempo. Formó una familia, un digno ejemplo de lo que nuestras generaciones debemos aprender. Se casó con Antonio Marín Serrano y tuvieron tres hijos. La primogénita, Julia, por ser la primera, fue sustituta de su madre en la casa, cuando esta trabajaba. El segundo, siempre apegado a su madre en todos los quehaceres, Antonio, y el chico, honesto e infatigable José.
Encarnación Vico Carmona luchó siempre con la cabeza bien alta, hizo de casi todo en la vida, laboreó los campos a la par de cualquier hombre, no decayó su ímpetu por duras que fueran sus empresas, dio ejemplo a sus vástagos y les hizo personas con valores, humildad, educación y saber estar. Pasaron los años, y estos hijos le devolvieron su esfuerzo con nietos: Mariano, Antonio, Encarnación María, María Encarnación, Antonio Manuel y Juani. Esta familia vio, el 6 de octubre, cómo Encarnación Vico Carmona se elevó al cielo en la ciudad de Linares. Desde allí, los mira y protege. En nombre de toda la familia, María Marín Luján y Francisco Jesús Martín.
Domingo Cuevas Mata de Jaén: 'Tenía mucho que aprender de ti'

Recuerdo como si fuera ayer el mes de abril de 2006. Realizamos un estupendo viaje a Villa Onuba, acompañados de nuestras familias e hijos, así como de tus cuñados, Marisa y Domingo; de tus amigos David, y esposa, y de José Luis. Yo ya te conocía, pero ahí me demostraste cuánta era tu sabiduría y tu humildad. Nos enseñaste como nadie la Sierra de Huelva al hacernos visitar Aracena con su cueva de las Maravillas, Fuenteheridos, Linares de la Sierra, Jabugo, etcétera. No necesitábamos guía, ya que tu formación en Historia y conocimiento de la zona era muy grande y para todo tenías una explicación. Nos argumentabas con detalle las iglesias, el tipo de construcción, las Espadañas. Pasamos unos días maravillosos e inolvidables para todos.
La verdad es que no sé cómo me salen estas palabras que, hoy, te escribo, Domingo, ya que la emoción y el sentimiento de amargura me embargan.
Va a ser difícil para mí asumir este duro golpe y, más aún, acostumbrarme a estar sin ti. Todos los días miro a tu mesa y veo tu imagen y la sonrisa de complicidad que nos echábamos. En la última conversación que tuve contigo —ya estabas bien malito— seguías preocupándote por los horarios. De hecho, no te has ido hasta que han estado terminados. Así, dijiste adiós el pasado 18 de septiembre.
¡Cuánto tenías que enseñarnos y qué injusta se ha portado la vida contigo! Pues sólo tenías 51 años. Siempre te tendré en mi memoria.
Tu compañero y admirador Adriano Peinado Castillo.
José Martínez Argote de Jaén:
'A mi primo Pepe'
José Martínez Argote era un hombre honesto en su trabajo, fiel a su familia y servicial con todo aquel que a él se acercara. No creo que tuviera enemigos y estoy seguro que donde esté ahora, tampoco. Acontecimientos como este nos tendrían que hacer pensar en lo débiles que somos hasta el final de nuestra vida, en que sólo tendríamos que preocuparnos de que fuera un tránsito tranquilo, sereno y lo más feliz posible para todos.
A su mujer Isabel y a sus hijos Francisco Jesús y Moisés les deseo que sean fuertes para superar esta difícil prueba que la vida les ha puesto en su camino. Y a mi tía Lidia, su madre, que, en el tramo final de su vida, ha recibido este duro golpe vil y traicionero, le aseguro que con el cariño de todos sabrá superar este golpe.
Tu primo Ricardo Argote que no te olvida.
'A un amigo'
El pasado día 26 de septiembre, una llamada telefónica, a mediodía, en el tono preocupado de mi mujer, me comunicaba la fatal noticia del inesperado fallecimiento de mi amigo Pepe “El Argote”, como era conocido por los que tuvimos la suerte de ser sus amigos desde los tiempos de la niñez.
Han transcurrido algunas fechas, y sin dar crédito a esta despedida “sin despedirse” de mi amigo, me atrevo a escribir estas líneas a título de homenaje a su memoria sobre los muchos momentos de mi vida que compartí con él. Primero, en los años cincuenta, en el colegio Nuestro Padre Jesús, con el maestro don Victoriano, donde tenía la rara habilidad, con ese gracejo innato que le caracterizaba, de comer más bocadillos que nadie en el recreo. Eso sí, a costa de los demás porque siempre se dejaba el suyo olvidado en casa. Un tiempo después, jugueteando con la pubertad, compartimos tardes-noches inolvidables entre chistes y anécdotas (en esto era el número uno), en la Plaza de Santa María, la tasca “Los Amigos”, los días de Semana Santa y en los añorados cines de verano, donde la gente que nos acompañaba terminaba pasándolo mejor con sus chascarrillos que con la película de turno en sí.
Años más tarde, cuando se incorporó a filas para hacer la dichosa “mili”, coincidimos en Córdoba al estar allí mi residencia. Seguimos compartiendo amistad e incluso hogar de forma frecuente, al quedarse en mi casa a dormir para aprovechar el famoso pase pernocta que solía conseguir en el acuartelamiento. Más adelante, nuestra amistad siguió reforzándose gracias a las pachangas domingueras de fútbol “amateurizado” para mantenernos en forma, aunque tengo que decir en honor a la verdad que yo era bastante malo y jugaba siempre de relleno. Esta actividad nos ayudaba a quemar el desgaste de los botellines de “El Alcázar” que, a menudo, con algo de exceso, nos tomábamos el día anterior. Posteriormente, llegó el matrimonio y los niños, motivo más que suficiente para seguir estrechando nuestra amistad. Él sentía verdadera devoción por mis hijas, seguramente, porque él sólo tenía varones. Estos momentos quedaron plasmados gracias a la habilidad y profesionalidad que tenía con la cámara fotográfica. En los últimos años, por motivos varios, y la dinámica de esta vida que nos ha tocado compartir a excesiva velocidad, han contribuido a que nuestros encuentros fueran más espaciados, si bien, cuando nos encontrábamos por la calle, nunca faltaba el último chiste que nos ayudaba a endulzar el día. Para finalizar, sólo quiero decirte, amigo “Argote”, que te has marchado practicando lo que era tu verdadera pasión, pero me has dejado pendiente, ahora que te habías prejubilado, una visita a la Federación, visita que le habías prometido a mi mujer, unos días antes de tu despedida. Yo ya te tenía un regalo preparado, ¿lo adivinas?, un balón de fútbol. Tomás González Nicás.
ENCARNACIÓN JIMÉNEZ ARAQUE de Andújar: 'Siempre puso una nota de optimismo'

Encarnación Jiménez Araque había nacido en el bello pueblo de La Guardia, en la crítica fecha de 1937, y por estas tierras del Guadalquivir llegó en la década de los cincuenta. En esa época, España estaba hecha a base de silencio y trabajo. Eran tiempos difíciles, pero esperanzadores.
Encarnación Jiménez Araque se casó en Andújar con Alfonso González. Fruto de esta unión nacieron sus cinco hijos: Carlos, Catalina, José María, Alfonso y Sergio. Una familia que creció al calor de un horno de leña para hacer pan, pues fue la panadería el negocio que hizo prosperar a sus integrantes. Después, sus hijos heredaron el establecimiento.
Encarnación Jiménez Araque supo poner siempre una nota de optimismo en su vida y en la de los demás, tanto en el trabajo como en la casa, mientras cuidaba y criaba a sus hijos, a los que les trasmitió la devoción a la Virgen de la Cabeza, una fiesta entrañable, así como la Semana Santa. Doce nietos y cuatro biznietos pudo ver Encarnación en vida, niños y niñas que le hicieron rejuvenecer y llenar el vacío que dejó la muerte de su marido Alfonso. Una mujer que nunca perdió la cordialidad y la amabilidad para con todos aquellos que la conocieron. Juan Vicente Córcoles.
José Cantero Rueda de Jaén: 'Te echamos de menos'

Sabes, hermano mío, que lo peor que le puede ocurrir a unos padres es perder a un hijo. Es terrible. Cuántas veces han dicho papá y mamá que hubiesen canjeado su vida por la tuya, que ellos ya han cumplido con su labor en la tierra y que tú aún tenías muchos proyectos y cosas por hacer y que han quedado inacabadas.
Perder a un hijo es “contra natura” y está reñido con las reglas más básicas de la vida desde su concepción. Jamás se repondrán si bien tu ayuda y tu recuerdo es vital para aceptar esta situación y seguir adelante. Fíjate cómo son las cosas: cuando un hijo pierde a un padre se le llama huérfano, o viuda a la mujer que pierde a su esposo, pero ni nuestra rica y extensa lengua ni el ordenamiento jurídico en el derecho de familia recoge vocablo alguno para definir la situación del padre que pierde a un hijo. ¡Qué curioso! Sabes de sobra lo que papá y mamá han pasado y sufrido para sacar adelante dignamente a sus ocho hijos en aquellos tiempos que se caracterizaban por la falta de medios, con muchas limitaciones y, si me apuras, en tiempo de penuria. Supieron mantener la familia unida, aún a costa de su salud y, en muchos casos, de la renuncia de sus propias necesidades y expectativas.
Desde esta atalaya que me brinda Diario JAEN quisiera rendirles un homenaje en nombre propio y, en el de toda la familia, a papá y a mamá por su entrega y lucha para educar y ayudar a su familia. Además, hago extensivo este reconocimiento a todos los padres y madres por dar lo mejor de sí mismo para su familia. Felicidades a todos en general y, en particular, a aquellos que pasan por un trance tan pavoroso como el de perder a un hijo. Gracias por ser como sois.
En cuanto a tu esposa, que está afligida y apesadumbrada, qué decirte hermano mío. Tuviste mucha suerte con dar con una personas como tu querida “Casi”, como tú y nosotros cariñosamente la llamamos. Es la bondad personificada. Cariñosa, trabajadora, honesta, humilde, entregada a su hijos y esposo... Sólo rogarte, aunque yo ya sé que lo estás haciendo desde el cielo, que le des fortaleza y que cuides de ella para que no desfallezca.
Hermano mío, supiste encarnar y trasmitir en vida aquellos valores más preciados de un ser humano: honradez, trabajo, responsabilidad, generosidad, humildad, bondad...
Cuántos buenos ratos hemos echado con la familia y amigos. A veces, poco importaba el motivo para juntarnos, lo importante era eso, estar juntos. Recuerdo, entre otros muchos, el día en que estuvimos toda la familia en el restaurante Juleca, allá por julio de 2006 por mi ascenso profesional ¡Qué gran día! Otro buen momento que de pronto me asalta, es el de la despedida de soltero de nuestro querido cuñado Manolo. ¿Te acuerdas? Qué graciosos nos pusimos, particularmente, tú y nuestro querido cuñado Gerardo. Eso sí, ya con una copas de más. También están los ratos con los compañeros y amigos de fútbol: Mario, Enrique, Madriles... Tensión y vigor pero, a su vez, nobleza y buena fe durante el desarrollo del partido. Después, disfrutar con los amigos y la familia tomando una cerveza al terminar el encuentro. ¡Cómo lo echo de menos!
Pues bien, hermano Pepe, con todo eso me quedo y nos quedamos. Sé de sobra lo que has luchado por vencer a esa terrible enfermedad que, poco a poco, iba minando tu vida y ahogando nuestras esperanzas. Finalmente, no pudo ser.
No quisiera acabar esta misiva sin hacer público en nombre propio y en el de toda la familia mi más sincero agradecimiento al Doctor Osamah Abdulla, galeno que atendió la enfermedad de mi hermano. Se entregó en cuerpo y alma para combatirla, para salvar su vida más allá de lo que a un profesional de la medicina le es exigible por sus normas legales y deontológicas. Si es muy bueno en el ejercicio de su profesión, lo es tanto o más en su dimensión humana ¡Con qué cariño y humanidad trató a mi hermano y a su familia! Muchas gracias y que dios le bendiga. Personas como usted hacen falta en este mundo para hacernos la vida más llevadera. Igualmente hago extensivo este agradecimiento a todo el equipo de Neurocirugía y Oncología del Complejo Hospitalario Ciudad de Jaén. ¡Ah, se me olvidaba! Desde este medio hago un llamamiento a los poderes públicos para que inviertan más de lo que hacen en investigación y contrarrestar los nefastos efectos que producen estas enfermedades tan graves.
Y, cómo no, gracias a tu querida cuñada María de los Ángeles, mi esposa, que igualmente se entregó en cuerpo y alma durante tu enfermedad y que tanto te echa de menos, como si se tratase de un hermano más. Gracias por todo. Tu hermano Antonio Cantero Rueda.