Hasta siempre
Dionisio Martínez Flores de Baeza
“Cuida de todos los que te queremos, amigo”
¡Hola Dioni! Hace 23 años que llegaste a Jaén, desde Baeza, con Pili, tu mujer. Al principio, estabais solos el uno con el otro, pero, en pocos años, os ganasteis el cariño de mucha gente de Jaén. Además, al poco tiempo, llegó Teresa —la niña de tus ojos—. Empezasteis una vida nueva, aunque nunca olvidaste tus raíces. Llevabas la Semana Santa en las venas.

“Cuida de todos los que te queremos, amigo”
¡Hola Dioni! Hace 23 años que llegaste a Jaén, desde Baeza, con Pili, tu mujer. Al principio, estabais solos el uno con el otro, pero, en pocos años, os ganasteis el cariño de mucha gente de Jaén. Además, al poco tiempo, llegó Teresa —la niña de tus ojos—. Empezasteis una vida nueva, aunque nunca olvidaste tus raíces. Llevabas la Semana Santa en las venas.
Siempre la viviste entre “dos aguas”: la procesión de La Vera Cruz y la de La Fervorosa. En las dos eras muy querido. Pero, “¿quién no quiso a Dioni?”.Fuiste una persona especial. Siempre estabas dispuesto a atender a cualquier demanda que te hicieran. Si te llamaban para una juerga, allí estabas; si te buscaban solicitando un buen consejo, lo dabas o, simplemente, también te ofrecías para escuchar y hablar sobre los problemas de la vida.Todos los que hemos tenido el placer de disfrutar de tu amistad, te llevaremos siempre en nuestros corazones, porque fuiste una buena persona o, como dice tu amigo Andrés, todo un caballero.Desde aquí, a través de estas líneas, con lágrimas en los ojos, nos queremos despedir de ti. Nos dejaste con el corazón herido y los ojos secos. Pero esto no es una queja, porque, en el fondo, estamos felices y agradecidos de que en nuestras vidas se cruzó un ángel. Se llamaba Dionisio Martínez Flores y nos permitió ser sus amigos.Qué orgullosos nos sentimos de que tú y Pili fueseis los padrinos de nuestro hijo. No podría tener otros mejores. Fuiste una persona discreta, sencilla, honesta. Incluso, supiste llevar tu enfermedad como lo que eres, un caballero.Gracias por regalarnos tu amistad. Sabemos que estés donde estés lo haces. Cuida de todos los que te queremos, que somos muchos. Familia Ramírez Sandalio.
“Carlos Moreno Sánchez: le llamábamos Charli”
Carlos Moreno Sánchez, cámara de Canal Sur Televisión en Jaén, murió el pasado 8 de agosto tras enfrentarse a una larga enfermedad. Tenía 46 años. Su camiseta negra, la que decía que “correr es de cobardes”, al final, no se encontró. Andará guardada por algún cajón. Era su preferida, esa que casi siempre escogía en su diario desinterés por la ropa. Era su lema. Por convicción o por rutina, Carlos, Charli, nunca corría. Ni siquiera para alcanzar la cerveza fría y el ducados que le acompañaban en los malos y buenos momentos. Que siempre le acompañaban. Charli sólo avanzaba con la velocidad del viento o de las olas. Sus dos pasiones. Pilotando su avioneta azul o navegando con su primo por su querido mar de Málaga. Pero fuera de su hábitat, en tierra, no era capaz de avanzar. Es difícil correr con una cámara de ocho kilos al hombro, aunque tampoco lo hubiera hecho sin ella.Charli nunca corrió. No lo hacía para facilitar las cosas. Tampoco para escapar de los que se las querían poner fáciles. De hecho, siempre acababa cazado por quienes, quién sabe si por un acto de fe, se empeñaban en atrapar su corazón. Y entonces, Charli, seguía sin correr. Se quedaba allí. Queriendo al dejarse querer. Dando forma a su historia al dejar que los demás lo incluyeran en la suya.Ni siquiera corrió hacia el amor. Se dejó enamorar por una mujer hacia la que otros corrían y que se fijó, claro, en el que estaba quieto, expuesto, a la espera. Nunca corrió hacia ella, pero dejó que ella corriera por los dos. Tanto, que a veces ponía barreras para evitar el vértigo. A sabiendas, eso sí, de que serían derribadas. La que se quedó a su lado era una corredora de fondo, era su amor.Y Charli siguió sin correr, a pesar de saber que, como en los cuentos, no todos son cazadores buenos, y que a veces, por ahí, merodea el lobo feroz. Su enfermedad llegó en silencio, sin piedad, y le mordió. Lo bastante fuerte como para sentenciarlo, pero no lo suficiente como para que Charli se olvidara del lema de su camiseta. Ahora más que nunca hubiera sido de cobardes correr hacia lo inevitable. Y aguantando la carrera consiguió decir “sí quiero”. Manteniendo la marcha, desmoronó los pronósticos y celebró su primer aniversario. Y, aunque tumbado y dolorido junto al paritorio, fueron sus brazos los primeros que rodearon a su hija. Carmen, como él le puso, la misma a la que las previsiones le negaban a conocer. Han sido su mujer y su hija las que, en estos dos últimos años, han corrido por Charli. La primera, sin descanso, para que él lo tuviera. Carmen, con casi dos años, llevando en sus talones la maravilla de un hijo. Tal vez ella ha sido la única que ha hecho correr a su padre. Cuando su enfermedad le daba un respiro, Charli se apresuraba a buscar a su hija para decirle: “Pulguita guapa”.Carlos Moreno Sánchez, cámara de Canal Sur Televisión en Jaén, murió el pasado 8 de agosto de 2009 tras enfrentarse a una larga enfermedad. Tenía 46 años, el amor de su familia y sus amigos y la firme convicción de que correr es de cobardes. Ahora descansa en el mar.
Por Beatriz Mateas.
Juan Manuel García Oya de Cambil
Los meses no curan el dolor de la ausencia
Hace poco más de un año desde su partida, pero sus vecinos de Cambil todavía le echan de menos. La verdad es que cuesta hacerse a la idea de que Juan Manuel García Oya no paseará más por las calles de un municipio al que quiso con toda su alma. Su fallecimiento hizo pensar a muchos que la vida no es justa. No le tocaba todavía. Fue el 29 de julio de 2008. Entonces tenía 66 años. Aún era “joven” para marcharse, le quedaban demasiadas cosas por hacer. No era el momento de que la muerte se lo llevase. Aunque, tal vez, esa son las cosas que se piensan siempre cuando se pierde a algún ser querido.Nació en 1942, en Cambil. Allí conoció al amor de su vida, Gertrudis Raya Soriano. Pronto empezaron una relación que culminó con su enlace matrimonial. De su unión nacieron tres hijos muy queridos: María Dolores, María Teresa y Diego. La vida, al menos, le permitió conocer a dos nietos.De pequeño, estudió en la escuela municipal cambileña, donde concluyó los estudios de bachiller. Después, trabajó para dar continuidad al negocio familiar regentado por sus padres: una droguería y ferretería. Estas tareas las compaginó con las labores del campo, donde conoció a muchos de sus amigos.Si por algo se caracterizaba Juan Manuel era por mostrar, siempre que le era posible, el orgullo que sentía por cada uno de sus tres hijos. Era uno de los aspectos que más valoraba en su vida. Para Juan Manuel la familia era fundamental, al igual que sus amigos. De hecho, era muy frecuente verlo sentado en alguno de los puentes de Cambil disfrutando de una buena conversación, una imagen que ya no se repetirá. Se te echa de menos. José Luis Jerez
Antonio Galán Moya de Jaén
A mi amigo y hermano
Antonio, soy tu hermano Juan, hace pocos días que no estás a mi lado y a mi cabeza no dejan de venir tantas cosas que hemos pasado juntos. No quiero ponerme triste. Sé que tú no lo quieres, me quedo con todos los buenos momentos que he vivido a tu lado. Recuerdo esa bicicleta de segunda mano que tú me regalaste. Fue la primera que tuve y, para mí, la mejor del mundo. Me acuerdo también de las vueltas que me dabas en tu Gordini, a cambio siempre de que primero te lo limpiara, de mi primera escopeta que, con tu ayuda, pagué.
Qué buenos días de caza pasamos, con tus sabios consejos, que yo, para cabrearte, negaba cuando le decías: “Yo soy su maestro”. Y sí, fuiste tú quien me enseñó no sólo de caza, sino de muchas cosas más. Por eso te doy mil veces las gracias. Juntos siempre en nuestras olivas, qué cabezota eras. Decías: “Vamos a hacer un ruedo hoy” y, para ti, un ruedo era todo el olivar. Menudos días de aceituna, con tu varita pequeña sacando hasta la última que quedara en la oliva. Mira que te gustaba el campo, igual te daba por buscar setas, que espárragos o alcaparrones… Así, de esa manera, cada mata, cada piedra hace que me acuerde aún de ti.
Fíjate que en vez de dejarnos vacíos con tu ausencia, nos has dejado llenos de todas tus cosas. Cuántos y qué buenos amigos tienes, y qué decir de tu familia, puedes sentirte orgulloso de ella, qué pelea teníamos tú y yo por las gemelas, que si se parecían a ti o a mí. Hasta aprendiste italiano para cuando fueras a ver a tu María José. También te querían tus tres nietos, que son tres soles; tu Pilar, siempre a tu lado, y qué decir de tu Cristo, todas te han cuidado y mimado siempre. Tendría que decirte muchas cosas más, pero prefiero decírtelas algún día a la cara, así que ya sólo te voy a a pedir un favor: dile a mi suegro José que, entre los dos, tenéis que buscar algún sitio de espárragos para cuando llegue. Hasta luego Antonio y gracias por ser mi hermano. Juan Adrián Galán Moya
Josefa Sáez Payer: derrochó un especial amor a su familia y a sus labores como ama de casa
Parece que fue ayer y, sin embargo, ya han pasado más de dos años desde que nos dejaste. Sin ti, ya nada es igual. Tu vida y tu compromiso, Josefa, siempre estuvieron volcados hacia tu familia y a los buenos amigos de los que supiste rodearte porque tuviste un corazón tan grande, que apenas tuviste enemigos, si es que tuviste alguno. Cuando dentro de unos meses se va a cumplir el tercer aniversario de tu muerte, sigues estando presente en la mente de tus más allegados. Fuiste una persona querida por todos y una apasionada de amor por tu familia, especialmente, por tu marido, Alfonso, con el que estoy seguro de que te has reencontrado en el cielo, así como con tus vecinos y, en definitiva, con la gente humilde y sencilla con la que también supiste codearte porque tú fuiste grande. Siempre anteponías cualquier cosa a la dedicación a tu esposo y a tus dos hijos, por los que te desvivías continuamente.Y además, siempre estuviste dispuesta a “arrimar el hombro” a cualquier tipo de acción beneficiosa para ti y los tuyos. Nunca se me olvidará la gran cultura y formación educativa que siempre tuviste. Sirva como ejemplo que, cuando todavía no se habían inventado los ordenadores, tú fuiste la encargada de transcribir, con tu buena y legible letra, todo tipo de documentos que tu cónyuge necesitaba para su empresa de construcción y albañilería. Y es que Josefa estaba siempre dispuesta, a cualquier hora del día, para hacer de “oficinista” en el entramado laboral iniciado por el maestro de obras, conocido popularmente por “Alfonsillo”, que, junto a ti, supo labrar con acierto tanto vuestro futuro matrimonial como el de vuestros hijos.Pero no todo queda ahí. Y es que el amor tan especial que tenía Josefa en su interior y hacia los demás le hacía acercarse a la naturaleza a través de las plantas. El verde de la vegetación, las flores, la tierra y el cariño que les tenía le hacía atesorar en su casa un auténtico jardín lleno de vida y dulzura que cuidaba con mucho mimo y esmero, del que ahora cuida tu hija Adriana en homenaje a ti. En Pepi, como la gente la conocía y llamaba, todo era bondad y alegría. Siempre estuvo dispuesta a ayudar al prójimo y por eso dejó una huella de gran calado social entre todas las personas que tuvimos la gran suerte de conocerla y vivir junto a ella.Te fuiste de esta vida sin ni siquiera darte tiempo a decir adiós, quizás para no amargar más de lo cotidiano, la vida de todos los que te rodeamos y quisimos, como madre que eras. Ahora estoy de seguro que descansas en paz en el reino de los cielos porque amabas a Dios y a tu Virgen Milagrosa por encima de todas las cosas, cuya imagen tuviste la oportunidad de que visitara tu hogar, en una pequeña urna, numerosas veces a lo largo de tu vida. Por eso, aunque estés ausente, siempre estarás en mi corazón y en mi pensamiento porque la huella que me dejaste marcada en mi alma fue inmensa.
Por tu hijo, Silverio Fernández.
José Mesa Cruz de Jaén
“Un hombre fiel a las tradiciones de su tierra”
Se fue. El pasado 4 de agosto, falleció en Bárbara del Vallés (Barcelona), José Mesa Cruz, conocido por todos como el “blanqueaor”. Se dedicó a este oficio desde que era muy joven. Primero, con su padre y, después, continuó en el sector con sus hermanos. Todos desempeñaron esta tarea de una forma muy eficiente durante muchos años.José Mesa era un hombre de carácter fuerte, pero esta característica no le impidió ser un amante de los suyos. Adoraba a su familia, a la que consideraba maravillosa.José Mesa era un jiennense de pura cepa, pero, como muchos andaluces, un día tuvo que partir, junto con su familia, rumbo a Cataluña en busca de un trabajo y un futuro mejor. Muy arraigado a su tierra y fiel a sus tradiciones, como la de la Semana Santa, mientras pudo nunca dejó de venir. Siempre nos visitaba, año tras año.¿Quién no lo recuerda, todos los Viernes Santo, en la tribuna, esperando el paso de Nuestro Padre Jesús para tener el honor de tocarle y, a la vez, disfrutar de ello? Siempre era con la trompeta. Qué maravilloso era oírlo. Incluso se nos ponía la piel de gallina.Por esto y por muchas cosas más dedicamos este pequeño homenaje a un buen jiennense y a una gran persona. Siempre estará en el recuerdo y en el corazón de su familia, que me consta que lo quería con locura. Hasta siempre “Joselete”. María Victoria Garrido Mesa.