Hasta siempre

FULGENCIA MORALES ZAMORA de Jaén
“Te sigo echando de menos como el primer día”

Te marchaste hace ya casi ocho años y me parece mentira que ya haya pasado todo este tiempo. Mucho tiempo, pero, aun así, te sigo echando de menos tanto o más que desde el primer día que te fuiste.  No sabes cuántas veces me he culpado por no haber ido a verte ese triste domingo en el que partiste para buscar tu propia tranquilidad. Me quedé con las ganas de decirte tantas cosas… Un simple adiós, un te quiero, pero el tiempo nos jugó una mala pasada.

    23 oct 2011 / 10:42 H.

    Al principio de tu partida, yo no era consciente de lo que estaba ocurriendo, ya que has sido la primera y única persona realmente importante para mí que me falta. Me empezaba a faltar tu presencia y comenzaba, al mismo tiempo, a formarse un gran vacío en mí… Una falta y hueco en el tiempo difícil de llenar en este mundo tan gris… Un hueco que aún sigue vacío y permanecerá vacío siempre. Quizá en estos momentos que estoy atravesando, es, si cabe, mucha más notoria tu pérdida, ya que contigo tenía conversaciones en las cuales me sentía escuchado, comprendido y apoyado.
    Quiero que sepas que tengo, guardo y guardaré con recelo esa pertenencia tuya que yo poseo desde el día que tú me la entregaste. La guardaré con tanta fuerza con la que guardo tantos momentos contigo en mi alma. Será un secreto entre tú y yo, (por siempre).
    Tu memoria permanecerá siempre viva en mi recuerdo más íntimo. Descansa en paz. Una falta y hueco en el tiempo difícil de llenar en este mundo tan gris… Un hueco que aún sigue vacío y permanecerá vacío siempre.

    Por tu nieto Miguel Ángel Anguita Segura.
    La familia Anguita Segura te echamos de menos. Abuela, te queremos. (Tu hijo Paco en especial).

    Francisco Romero García “kiko” de Pegalajar
    “A la memoria de Kiko, seguimos queriéndote”

    Desde los inicios de la Humanidad se ha dicho que la muerte es omnipresente, indiferente al sujeto, poderosa cuan Aquel al que encontramos cuando ella llama a la puerta sin ser invitada. Poderosa, ciertamente. Sin embargo, existe algo de más poder, que sobrepasa los límites marcados con su guadaña; algo que mantiene la esencia de sabernos humanos e hijos de Dios. Es el amor. Si hay amor, la muerte se queda impotente, nula, indefensa. Se lleva el cuerpo, pero persiste el alma, infundida de calor eterno, perenne, uncida por un corazón siempre latente.
    De esta manera, el cuerpo de Francisco Romero, nuestro “Kiko”, hoy se aleja de todos nosotros, pero, a la vez, permanece anclado en nuestro entorno. En tanto que era el amor su báculo, su apoyo; puesto que amaba gratuita e incondicionalmente, Kiko no ha muerto como tal, no nos ha abandonado en absoluto, sino que la infusión de su espíritu, inmortal por definición, lo mantiene impune, más allá del recuerdo, en nuestros corazones.
    A pesar de todo, no podemos evitar que las lágrimas fluyan desconsoladamente, por saber que no volveremos a ser testigos de aquella sencillez y galantería que te perfilaban, de aquella prudencia y discreción que te caracterizaban. Quizá tu Rosiña llore cuando no acudas a ella con flores recién cogidas del jardín; quizá Censi se lamente porque ya no puedas acompañarla al médico o compartir los frutos secos con ella; quizá Isa se entristezca cuando no comas a su lado y le des el cigarrillo justamente después; probablemente Fran pronuncie tu nombre a media voz cuando la silla se quede sin batería o se pinche una rueda; puede ser que Ríchar aún te busque para jugar al dominó o para que apuntes el número de teléfono en un trozo de papel; es posible que Soco suspire entrecortada porque no le traes el pan; o que sor Rosalía entorne los párpados cuando no seas el tesorero de las excursiones; seguro que las migas ya no sabrán igual por no ser tocadas por tus manos, o que los ordenadores de la biblioteca queden medio encendidos y el frigorífico del salón se averíe a propósito por no contener carne de membrillo, bebida isotónica o tetrabricks de vino rosado; quizá hasta el manzano incline las ramas en tu búsqueda, el níspero no vuelva a florecer a causa de tu ausencia o el albaricoquero entone un réquiem cuando caiga la noche… Pero, con todo, el amor que nos has profesado en vida a todos y cada uno de los aquí presentes a buen seguro superará los obstáculos imperecederos del tiempo y el olvido. Guía nuestros caminos desde allá arriba, porque nunca borraremos tu sendero aquí abajo.
    Seguimos queriéndote.
    Texto leído en el funeral.
    Por Francisco Javier González Candela, en nombre de la Residencia Siloé.

    MARIANA LÓPEZ CORBELLA de Baeza
    “Fue una gran devota y una gran mujer”

    Días pasados falleció en Baeza Mariana López Corbella, nacida, en 1917, en la ciudad jiennense inmortalizada en versos machadianos. Aquel año fue de una gran crisis política y social, antesala del Directorio Militar de Primo de Rivera. Era la mayor de una familia numerosa —seis hermanas y un hermano— y de las primeras mujeres que se integraron en el mundo laboral del comercio baezano, concretamente, en la reputada “Casa Parrilla”.
    Durante el tramo final de la II República, Guerra Civil Española y principios de la posguerra, estuvo ejerciendo de cajera en la citada razón social. Mas el 25 de febrero de 1941, contrajo matrimonio con el reconocido fotógrafo, de grata memoria, Cristóbal Cruz Ruiz. Fue el principio de una nueva vida como ejemplar ama de casa y, por ende, como excelente cocinera.
    Tuvo dos hijos, Cati y Pepe, que, con sus respectivos cónyuges, aumentaron la familia con la venida de nietos y biznietos.
    Mariana era una persona muy baezana y con un especial tonillo, ese ¡ea! —expresión que sirve para todo— tan característico de las mujeres del olivar. Mariana fue una esposa abnegada, o de entrega absoluta a su familia. Le gustaba mucho Córdoba. En varias ocasiones vino con su esposo e hijos a la feria de Nuestra Señora de la Salud cuando se celebraba en el Paseo de la Victoria. Fueron días inolvidables para su familia cordobesa. Mariana fue una mujer muy devota. Sus exequias religiosas fueron oficiadas en la monumental iglesia del Salvador de Baeza. Descansa en paz, tía Mariana.
    Por José Cruz Gutiérrez.

    Antonia Mulero de la Torre de Jaén
    Nos has enseñadoa amar la vida

    Como diría el narrador: La vida tiene estas cosas… Encuentros, palabras, silencios, alegrías, tristezas y pérdidas.
    En la madrugada del pasado jueves 13 de octubre se nos ha muerto, en Jaén, Antonia Mulero, profesora, escritora, narradora, fundadora y miembro destacado de la Asociación Malión. Es una pérdida muy dolorosa para el mundo de la cultura, una pérdida que produce una pena muy honda entre todos los que la quisimos. Antonia, con esa forma de ser suya, tan profunda, tan tierna, tan apasionada, ha transmitido durante muchos años, como nadie, el hechizo de la palabras, la magia de la música, el arte de narrar y de escuchar.
    Durante toda su vida Antonia se ha entregado a las personas y a sus circunstancias, ha sabido recoger, como nadie, voces y silencios. Mujer comprometida, a un tiempo valiente y serena, de una generosidad extraordinaria, lo ha dado todo, a sus alumnos, a sus compañeros, a sus amigos, a nosotros, tanta compañía, tanto cariño, tantas palabras, tantos abrazos, tantas verdades. Verdades que también se convirtieron en cuentos narrados  con esa voz maravillosa, en multitud de encuentros donde era necesaria, en la radio o en el festival de cuentos de Úbeda, en el que cada año fue el alma, su sentido, su razón de ser.  De ella lo hemos aprendido todo y a ella se lo debemos todo. 
    Cuentos, colorines, colorados… Antonia, en estos momentos las lágrimas nos confunden, pero tenías razón: Nada se ha terminado. Tú nos has enseñado lo más importante de todo: Amar la vida. Gracias.

    Por Luis Foronda en nombre de la Asociación Malión.

    José Araque Quesada de La Guardia
    “Supo meterse en el bolsillo a todos los feligreses”

    Cuando José Araque Quesada llegó a Úbeda con la compleja misión de ocupar el cargo de párroco de Santa María y San Pablo, supo meterse en el bolsillo a todos los feligreses. Todo fueron facilidades y brazos abierto, a la hora de contraer matrimonio o bautizarse en la iglesia de San Pablo y era tan grande la demanda que a José, como trabajador infatigable, no le importaba empezar a las doce de la mañana y terminar con la última cerca de las diez de la noche. Tenía también la complicada tarea de barajar a las hermandades que le tocaron en suerte y se implicó con ellas hasta el punto de tener el reconocimiento unánime de sus hermanos mayores. Don José se convirtió en un cura cofrade, en uno de los nuestros, en una persona entrañable y muy querida por la comunidad a la que le tocó pastorear.
    Hace una semana, la Cofradía de Nuestro Señor de la Oración en el Huerto y Nuestra Señora de la Esperanza celebró una jornada de convivencia en el Santuario del Gavellar, donde se encuentra actualmente la Virgen de Guadalupe, patrona Úbeda, en una jornada de convivencia que ya es tradicional al finalizar la Feria de San Miguel, reuniéndose cofrades de la hermandad y colaboradores que participaron en el intenso trabajo que supone montar la caseta para la feria para sacar unos beneficios de cara a hacer realidad los proyectos que tiene en mente la cofradía. En el ambiente se palpaba el vacío que dejó José Araque, desde el día 7 de julio, en aquel fatídico accidente de coche en la ascensión de la cuesta que une el Puente del Obispo con Baeza.
    En el recuerdo, para todos lo que conocíamos a don José, nos podemos sentir tan orgullosos de haber compartido con él tantos años, tantas horas y tanto tiempo. Para nosotros quedan frases  celebres, como “los jóvenes … ¡Qué maravilla!”. Con esta frase célebre de José Araque, la Vocalía de Juventud de la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestra Señora de Gracia y la Cofradía de Nuestro Señor de la Oración en el Huerto y Nuestra Señora de la Esperanza vuelven a hacer acto de presencia, dentro de pocos días, para organizar otra Semana Juvenil Cofrade, que se celebrará del 28 de octubre al 6 de noviembre, pero con un enfoque especial y delicado y, si cabe, con un mayor cariño. Esta III Semana Juvenil Cofrade se convierte en la “I Semana Juvenil José Araque”. Es por ello que para esta ocasión los dos grupos jóvenes realizarán gran parte de sus actividades en memoria de José Araque Quesada, quien siempre mostró una particular dedicación con los jóvenes y que tanto colaboró en sus iniciativas.
    Por José Francisco  Villar Gallego.

    Manuel Alcalde Moreno de Los Villares
    “Hay algo que me dice que estás ahí”

    Cómo empezar algo tan complicado de explicar, de sentir y de manifestar... Cómo calificar esta despedida, este adiós eterno, esta ida sin retorno... Cómo reaccionar ante este sentimiento imposible de domar. Ausencia es la palabra clave. En ocasiones noto tu presencia, pero no sé si forma parte de mi imaginación o de mi deseo de volverte a ver. Con frecuencia me atormenta la idea de notar tu ausencia, de no poder disfrutar de tu compañía, de hacer evidente que ya te has ido y de que este es el adiós definitivo.
    Tras tu partida todo se inmovilizó, como si no pasara el tiempo. Y es que me niego a ser consciente de que no podremos volver a oír tu risa, ni escuchar tu voz. Me niego a aceptar que estés lejos de nosotros y que no tenga remedio. Me cuestiono el porqué te ha tocado a ti, siendo una persona tan buena, noble y querida por todos. El no encontrar un porqué razonable me frustra en muchos momentos en los que me paro a pensar. Me duele tanto el sentir el vacío que dejas en mí, que, a veces, se hace un pensamiento insoportable que intento esconder con risas, pero sé que ese pensamiento sigue estando ahí y que nunca me abandonará. Ese pensamiento que me hará llorar y que me aturdirá en momentos de mi vida. Sé que dolerá y que es algo que nunca superaré. Pero hay un rayito de esperanza, el imaginar que estés donde estés, estarás mejor que estos últimos años, cuando todos te hemos visto sufrir y hemos sufrido contigo.
    ¿Nos echas de menos? Nunca podré saberlo. ¿Dónde estás? Nunca podré comprenderlo.
    Pero algo me dice que estás ahí. Le doy mil vueltas a los valiosos recuerdos que tengo de ti, pero siempre llego a la conclusión de que, al fin y al cabo, son solo recuerdos. Por otra parte, me lleno de gozo al pensar que has formado parte de mi vida y que, por lo tanto, has dejado una importante y magnífica  huella en mí y, por ello, gracias abuelo.
    Es todo un orgullo ser tu nieta y haber podido compartir una fracción de tu vida conmigo, aunque, por desgracia, hallan sido pocos años. Allá donde estés, espero que estés bien y que sepas que tu familia te echa mucho de menos.
    Por tu nieta Gloria, que siempre te tendrá entre sus pensamientos.