Hasta siempre

Una despedida que no tuvo lugar
Aquí estoy sentado, sin saber cómo empezar a escribir algo sobre ti; en definitiva, una despedida que no tuvo lugar porque así lo quiso el destino. Hoy me arrepiento de no haber ido algún fin de semana a Cazorla o a Marbella, a pesar de tu insistencia, con el único fin de haber pasado más tiempo contigo y reírnos, como siempre que nos juntábamos. En todas nuestras conversaciones, siempre hacíamos un retroceso en el tiempo, recordando anécdotas, personajes y situaciones que tan marcados nos dejaron. Todavía hoy me parece mentira que ya no estés con nosotros, aunque no hay día que no me acuerde de ti al recordar expresiones tan peculiares como “chica, chica” o “esmail”, muy frecuentes en tu singular y desternillante vocabulario jaenero.
Tendría que regañarte por haberte ido de esta manera (a pesar de que eras tú el que siempre me regañaba a mí),  aunque, por otra parte, estoy contento porque ni te has enterado de lo que te ha pasado. No creas que me olvido de Arancha; ella sí que padece tu ausencia. Desde aquí le hago un llamamiento para que no se olvide de que puede contar conmigo, al igual que tú lo has hecho siempre. Te recuerdo, Antonio, que tu huella en esta ciudad será imborrable; eres historia para los que tuvimos la suerte de conocerte y para los que sabrán de ti por tu amplia trayectoria empresarial.
Espero que allá donde estés, vayas preparando un nuevo lugar de encuentro para que cuando el destino así lo quiera nos juntemos de nuevo y sigamos riéndonos, como siempre hemos hecho.
¡Hasta siempre amigo!
Por Vicente Torres Bueno. Martos

Adiós a un pequeño gran hombre
Corría el año 1988, cuando asistí a uno de mis primeros cotillones. Fue en un pub llamado “Tríplex”. Fue una experiencia nueva para mí. Empezaba a dar mis primeros pasos en la noche de Jaén (sólo tenía 17 años). Si algo me llamó la atención de aquel local fue que era diferente a los que antes había visto. Algo me decía que ese local lo regentaría alguien con miras muy diferentes al resto. Fue cuando conocí al dueño a través de uno de sus camareros. Hablo, cómo no, si todavía no lo habéis adivinado, de Antonio Saravia Molina, para muchos, conocido con el famoso y cariñoso apodo heredado de su padre, “Caramulo”.
Con todo mi afecto hacia él, le dedico estas palabras. Para mí, ha sido y será la persona que más me ha enseñado en este mundo de la noche. Un mundo lleno de apariencias, envidias y mucha hipocresía.
Era especial para todo, lo mismo caía mal que bien, así era “él”. Ajeno a los demás, ha ido muy por delante del resto en este mundo tan difícil y desagradecido como es el de la noche. Hace unos días se nos fue para siempre dejando una huella muy importante en mi persona y un vacío muy grande. Esta ciudad ya no será lo mismo sin oír algún comentario sobre él, sus negocios, futuros proyectos, que los había, y muy grandes, para esta ciudad.
Antonio, espero que desde el más allá nos estés viendo. Gracias por todo. Has sido y serás, como suelen decir, de los mejores; un número uno. Descansa en paz.
Por José Miguel Montiel Ibáñez. Jaén

De copas con Antonio Saravia
No le faltó nunca iniciativa, capacidad de trabajo, visión de su negocio, una sonrisa franca, buena clientela. Tampoco amigos, muchos amigos. Antonio Saravia se dejaba oír, y se hacía querer, entre la música, el murmullo de las conversaciones y el tintineo de los cubitos en las copas, ya fuera en el Best o en el Mombasa, por ejemplo. He trasegado algunas con él, junto a la barra. Allí le veía, de grupo en grupo, conversando, preguntando, contando historias, solo o a dúo con Arancha. Lo hacía con soltura cuando, deformación profesional de sus interlocutores, la conversación derivaba hacia los asuntos de la política. Y con convicción y experiencia, minutos más tarde, si cambiaba de tercio y avanzaba nuevos proyectos que tenía en la cabeza: desde un local con formato y estética diferente, hasta un negocio con coches de época para eventos y celebraciones.
Alguna vez le vi cansado, incluso preocupado, pero nunca derrotado o hundido. No fue la mía una relación continua y profunda con Antonio, pero nunca me sentí cliente a su lado. Pude verle en los últimos años tres o cuatro veces. El pasado mes de febrero me lo encontré con Arancha por el Paseo de la Estación y le presenté a unos amigos de Huelva que me acompañaban. Rápidamente nos ofreció uno de sus locales para rematar el día. No se le escapaba una. No pudo ser esa copa y ya no recuerdo bien la penúltima.
Guardo para mí su buena estela, su amabilidad y esa forma de ser que anulaba el tiempo y la distancia cuando le saludaba tras un año sin pisar su casa. Un abrazo a su familia y otro para Arancha.
Por Miguel Ortega Bueno


Visitación Tamayo Henares de Cazorla
“Se fue la señora de la casa de las cadenas”
La vemos posando junto a un retrato de su juventud, con su permanente sonrisa, “la entrañable señora de la casa de las cadenas”, privilegiada desde la cuna. También supo ser generosa, como recuerdan quienes la conocieron en este pueblo cazorleño al que tanto quiso y en el que tantos momentos de su dilatada vida pudo rememorar en su residencia de Madrid, a la que se trasladó su familia.
El pasado 13 de junio, falleció, a las siete y media de la tarde, Visitación Tamayo Henares. Tenía 98 años cuando se fue. En el municipio serrano, se la conocía popularmente como la señora del palacio de “las Cadenas”. El pasado domingo, sus restos incinerados fueron expuestos en la capilla de la casa, por la que, durante todo el día, desfiló un constante reguero de cazorleños con el objetivo de presentar sus condolencias a la familia.
Visitación Tamayo ha estado vinculada a varias hermandades de Madrid, donde ha residido en los últimos años de su vida junto a sus hijas. Sin embargo, guardaba una especial devoción por la Virgen de la Cabeza de Cazorla. Esta fe la demostró en numerosas ocasiones, según manifiesta la hermandad.
Por ello, recibió un especial homenaje de esta fraternidad, de la que era Hermana Mayor Honorífica. Así, en la tarde del domingo, su urna funeraria fue depositada a los pies de la Virgen de la Cabeza bajo una losa del altar. Aunque, según lo manifestado por la familia, Visitación expresara su deseo de ser incinerada y que sus cenizas se esparciesen junto al santuario, la hermandad ofreció esta opción a la familia para que, en voz del cronista de la Virgen, Juan Tamayo tanto ha colaborado de corazón y de obra con esta hermandad volviendo a la ermita cada año hasta que sus fuerzas se lo permitieron.
María José Bayona.


ANTONIO GALIANO MARTÍNEZ de Jaén
“Se marchó sigilosamente dejando un vacío”
Hace casi un mes del fallecimiento de Antonio Galiano Martínez. Se fue el pasado 25 de mayo y, con él, se marchó un vasto legado de sabiduría. Los que lo conocieron reconocen su gran pasión por la lectura, afición que trataba de inculcar a todos sus conocidos.
Pero la cultura no era la única cualidad de Antonio Galiano. Era un hombre afable y acogedor. Para él, siempre había algo que celebrar, ya fuera la llegada del verano, el Día de los Enamorados o la cercanía de la Navidad. Cualquier excusa era buena si el objetivo era reunir a todos sus amigos. Le encantaba tenerlos cerca y disfrutar de su compañía. Fue un hombre muy familiar y con capacidad de convocatoria, un gran orador y una mejor persona, dicen los que le querían. Dos personas que le conocieron bien le dedican estas breves líneas:
“Transcurridos unos días de la dolorosa e inesperada pérdida de nuestro querido amigo Antonio, queremos rendirle este humilde homenaje. Se marchó sigilosamente dejando un vacío entre nosotros, tus amigos.
Con su poder de convocatoria, nos llamaba y acudíamos diligentes, siempre había algo que celebrar.
Nuestras reuniones y viajes han sido entrañables y divertidos.
Con su fino sentido del humor, contaba historias y anécdotas, que nos hacían pasar gratas veladas.
Sin él, ya nada será igual; estará siempre en nuestro recuerdo…
‘El señor es mi pastor, nada me falta/ en verdes praderas me haces recostar/ me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas./ Y habitaré en la Casa del Señor, por años sin término…’. Descansa en paz”.
Miguel y Carmen.

Sonia Pinel González:  una joven vida que fue sesgada en la carretera de regreso a su hogar
El pasado día 21 de mayo, falleció la joven Sonia Pinel González en un accidente de tráfico cuando volvía de su trabajo como monitora en el balneario “Baños de Benito”, de la provincia de Albacete. Se dirigía a la ciudad villanovense. Esta joven, con tan sólo 22 años, era muy conocida en la ciudad por su arte y su copla. Además, fue una persona muy entrañable que supo hacerse querer por sus vecinos.
Sonia Pinel González hizo sus estudios, desde Educación Infantil hasta Secundaria, en el colegio de la SAFA y siempre fue una excelente alumna. Después, se dedicó a estudiar Bellas Artes en la Escuela Casa de las Torres, de Úbeda, y, también, concluyó con éxito los estudios de técnico superior de Formación Profesional en Administración y Finanzas en Villacarrillo.
Era una amante de la copla. Sus saetas se escucharon en muchas de las celebraciones de la Semana Santa de la ciudad. Sonia Pinel González era hermana de la Cofradía de la Virgen de los Dolores. Se le daba bien la música, cualidad que la convirtió en integrantes de varios grupos, tanto en Villanueva del Arzobispo como en otros municipios de fuera. Entre las formaciones de las que fue miembro, se puede nombrar el cuadro flamenco Alborea de Villacarrillo, donde era la vocalista,  y los coros rocieros Nueva Clave y Aroma de Olivo, ambos de la ciudad villanovense. Incluso se llegó a presentar al casting de “Se llama copla”, de Canal Sur.
 Durante dos veranos, Sonia Pinel González trabajó como cantante en el local nocturno La luna, de Villanueva, para animar las veladas de los clientes, sobre todo, los fines de semana.
También hay que añadir al amplio currículum de Sonia Pinel que, en el año 2003, fue elegida “Reina de las Ferias y Fiestas” de su municipio natal, Villanueva del Arzobispo.
Sonia Pinel era una amante del cante y de su familia. Sin embargo, a pesar de su corta edad, no lo pudo disfrutar durante mucho tiempo. Sonia Pinel se fue ocho meses después de que su padre, Juan Antonio, falleciese como consecuencia de una grave enfermedad. Sonia fue hija única. Como consecuencia, nunca le gustó estar sola. De hecho, siempre le encantó estar rodeada de las personas más cercanas, como sus amigos, familia y vecinos. Una de las cosas que siempre planificó para su futuro era hacer realidad su ilusión de formar una familia y tener tres hijos, según afirman las palabras de su desconsolada madre Pepi González. La joven Sonia adoraba a sus padres y demostró su compromiso familiar para ayudar a su madre, sobre todo, desde el momento en que se quedó viuda.
Otro dato significativo que se puede decir  sobre Sonia Pinel González es que, durante la mayor parte de su infancia, la cuidó su abuela María, ya que su madre, por motivos de trabajo, no pudo hacerse cargo.
Tanto a la misa de entierro de la joven como al funeral celebrado días después fueron cientos de personas. Todas ellas quisieron acompañar en su último adiós a la joven Sonia Pinel y a familiares directos. Además, asistieron la mayor parte de sus compañeros de trabajo, a pesar de que sólo llevaba quince días en ese lugar. Incluso, en el balneario, sus compañeros y residentes, celebraron una misa en su memoria y le mandaron tres coronas y un centro. El dinero que sobró de lo que consiguieron recoger se lo hicieron llegar a su madre para que lo  invirtiera en lo que necesitara.
De tu familia, que no te olvida

Miguel ángel castro de Andújar
“Un lugar agradable para el recuerdo”
Han pasado tres años y cada día me duele un poco más tu ausencia. Como si el tiempo transcurrido, en vez de desdibujar los recuerdos, los hubiera fijado con más fuerza. Y no sólo no hubiera atenuado la sensación de vacío que dejaste con tu marcha sino que hubiera conseguido que se hiciera más profunda. Y es que los años no han hecho mella en tu recuerdo. Tu imagen de hombre bueno, “en el buen sentido de la palabra”, que decía Machado, permanece inalterable en la memoria de todos los que hemos hecho camino contigo y, de alguna forma, se refleja en lo que somos y transmitimos a los demás. Y para mantener vivo este recuerdo ya existe un lugar en Andújar. Se trata de una bonita plaza que lleva tu nombre. Es un sitio tranquilo y apacible donde el tiempo parece haberse detenido. Un espacio abierto al horizonte, con árboles, un pequeño trozo de naturaleza para ti que tanto la cuidabas y disfrutabas en contacto con ella. El día de la inauguración hubo palabras de cariño y admiración para ti. Se habló de tu pasión por la docencia, de tu implicación como director, de tu dedicación en los años de concejal, de tu amor por la música, de tu calidad humana, de tu capacidad para relacionarte con los demás. Se dijo de ti que eras una persona querida y añorada. Creo que en justa correspondencia a una cualidad que siempre te ha caracterizado, y es tu enorme capacidad para querer. Mientras las notas del Canon de Pachelbel inundaban de magia el momento, yo te he sentido más cerca que nunca, y he podido compartir contigo la grata noticia de que tu nombre y, con él, tu recuerdo ya viven para siempre en este agradable lugar. De la misma manera que vives en el corazón y en la mente de todos los que te queremos. Chelo Fernández Labrada.

    21 jun 2009 / 10:20 H.