Hasta siempre

ELISA ROMERO PEREZ de Jaén
“Cada día que pasa es más difícil vivir sin tu presencia. Ya son 29 meses sin ti”

Querida mamá Isa, que así es como yo te llamaba. Ya son 29 meses sin ti. Te fuiste un jueves 12 de noviembre que nunca podré olvidar. Estabas ingresada con una fuerte neumonía. Yo trabajaba y no podía estar allí todo el tiempo que yo hubiese querido, pero, ese jueves, había algo en mí que me decía que tenía que ir a verte cuanto antes. Me fui muy temprano a trabajar y subí a verte. Estabas mejor. Abriste los ojos, me miraste y me agarraste muy fuerte la mano, pero esa mejoría fue para despedirte de mí. A las pocas horas, tu corazón dejó de latir y un gran vacío se quedó en mí. Has sido mi única abuela.

    22 abr 2012 / 09:47 H.

    Tu vida ha sido muy larga. Tan solo te faltaron 4 días para cumplir tu 91 cumpleaños y celebrarlo rodeada de todos los que te queremos, tu familia. Has vivido una vida sana, sin enfermedades, aunque llena de pobreza, dificultades y sacrificio para poder salir adelante en tiempos difíciles. Te casaste y fuiste muy feliz. Nacieron tus 7 hijos y a todos los has visto casados y con hijos, tus nietos, a los que adorabas. Ellos te dieron bisnietos de los que también has podido disfrutar y te llamaban la abuela mayor. Has sido una madre ejemplar, una inolvidable abuela y una buena bisabuela.
    Todo no ha sido bueno en tu vida. Tuviste que pasar por un sufrimiento muy grande para una madre, la muerte de tu hijo “Antoñito”. Un cáncer se lo llevó muy joven dejándonos a todos con un vacío muy grande, pero, sobre todo, a ti, a la tita y a sus 4 hijos. Era un hijo alegre, bueno, noble, cariñoso, amigo de todo el mundo. Yo, “tito rumberas”, como eras conocido por todos, te mando un fuerte beso. No te merecías haber sufrido tanto con el maldito cáncer que te llevó, pero estoy segura de que allí donde estés tienes el mejor sitio, como tú te mereces.
    Mamá Isa, me quedo con todos los momentos que he vivido contigo, con todos los recuerdos. Todavía, aunque haya pasado el tiempo, cuando estoy en casa de mi madre y se escucha la puerta después de comer, es inevitable decir: “Ya viene, mamá”, como todos los días, cuando te llegabas para ir a la Cruz Roja con tus amigas. Has disfrutado mucho en las excursiones y fiestas. Mamá, te has merecido vivir una vida buena y marcharte sin sufrir, como tantas veces le pedí al señor cuando te vi tan malita.
    Cada día que pasa es más difícil vivir sin tu presencia, pero, cuando miro al cielo y veo una estrella brillar, me imagino que eres tú, que sigues ahí cuidándome como siempre. Nunca te olvidaré. Un beso muy fuerte.
    Por tu nieta Nani Blanca García.

    Juan Ignacio del Castillo Aranda de Mancha Real
    A Juan Ignacio, mi buen amigo

    Era la una de la tarde del Viernes Santo cuando, desde lo alto del quejigo en el que estaba cortando una rama partida por el viento, vi llegar a Loli con el móvil en la mano. ¡Es del trabajo! ¿Qué habrá pasado? ¡Nada bueno cuando te localizan en día tan señalado! Nuestro compañero Pedro me daba la noticia de que habías muerto a primera hora de la tarde del Jueves Santo y lo primero que pensé fue que, hasta en el momento de morir, tuviste que coincidir en el día y la hora en la que expiró Jesús, del que fuiste fiel seguidor en palabras y obras.
    Han pasado los días y no consigo apartar de mi mente el hecho de no volverte a ver. Por eso, quiero decirte que nunca olvidaré el día en que me destinaron a la unidad en la que tú prestabas servicio. Desde ese momento te convertiste en mucho más que un compañero o amigo. Tomaste la responsabilidad de tratarme como el hermano mayor al que acudía para recibir consejo y consuelo en tantos momentos en los que mi alma se sentía atribulada por los problemas de la vida, sabiendo que de tu paciencia, caridad y amor inmenso saldría reconfortado para seguir en la brecha.
    Me regalaste una brújula preciosa, con una dedicatoria: “Para que te sirva de guía en los senderos de la tierra, aunque para el camino de la verdad y la vida ya cuentas con Jesús”. Enseño con orgullo el molinillo de trigo que recogimos en la casa de tus padres en Mancha Real y explico a mis otros amigos cómo se molían los granos para hacerlos harina en aquellos tiempos pasados, según me explicaste. También he leído un par de veces el libro de Tomás de Kempis “Imitación de Cristo”, esa reliquia que te sirvió de guía en tus años de vida monacal y que me dedicaste con todo cariño como “materia recia para el alma”.
    Pero el mejor regalo que a todos nos has dejado ha sido tu ejemplo de vida sencilla y humilde, dedicada a tu mujer y cinco hijos, por los que tanto te has sacrificado para que no les faltara el pan nuestro de cada día. No has podido llegar a tu jubilación y has muerto luchando en tu puesto de trabajo hasta el último suspiro, aunque te pudimos jubilar por incapacidad permanente para el servicio, pero también en esto nos has dado ejemplo de honestidad, dejando el listón demasiado alto para nuestra naturaleza humana.
    Nunca te olvidaré, Juan Ignacio, porque hombre de tal bondad no he conocido en mis años de vida. Me dijo María Dolores, tu mujer, que, simplemente, se te paró el corazón y era lógico que así fuera, porque no has dejado de amar hasta darlo todo. ¿Qué imitador de Cristo como tú? Por eso Jesús te ha jubilado antes de la fecha prevista y en Jueves Santo. También te ha resucitado el domingo glorioso y ya no tendrás que cantarle en el coro de la Catedral, al que tanto cariño tenías, sino que lo harás a la luz de su rostro.
        Espero que mis escasos merecimientos sean suficientes para volvernos a ver, pero no para hablar de los problemas de este mundo, sino para gozar de los bienes eternos.
    Por Enrique Rodríguez García.

    JUAN HURTADO MARTOS de Jaén
    No te olvidamos

    Una palabra se olvida, una lágrima se va, una mirada se borra, pero tu recuerdo, ¡jamás! Con lágrimas en los ojos, y mirando al cielo, no puedo decir otra cosa que gracias. Te decimos adiós y, aunque quede un espacio vacío que nadie puede llenar en nuestros corazones, nadie te podrá olvidar porque es ahí donde siempre vivirás.
    Cómo no recordarte cada día si eras una de las causas de nuestras sonrisas. A lo largo de nuestra vida, esta nos regala la presencia de un ser irrepetible al que nosotros tenemos la suerte de conocer. Una persona que, con su sola presencia, irradiaba tanta paz, que todo aquel que estaba a tu lado se sentía dichoso.
    Mientras sigamos viviendo, formarás parte de nosotros. Cada palabra que pronunciaste quedará sellada en nuestros labios; cada gesto que hiciste quedará grabado en nuestra mente; cada abrazo que nos diste quedará para siempre en nuestro cuerpo; cada mirada que nos brindaste quedará en nuestro corazón, pero, sobre todo, cada silencio que compartimos nos unió para siempre. No hay palabras para expresar lo que tú has significado para tanta gente, solamente hay muchos corazones llenos de ese amor que tú nos diste.
    Si hubiera sabido que el miércoles fue la última vez que te iba a ver, te abrazaría fuerte y rezaría al Señor para poder ser la guardiana de tu alma. Si hubiera sabido que ese día fue el último día que escuché tu voz ,grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que esos iban a ser los últimos minutos que te iba a ver, te diría: “Te quiero” y no asumiría tontamente que ya lo sabías.
    Tu final se adelantó. Creí que siempre estarías y fue tan rápido tu adiós que la boca me dejó muchas frases perdidas. Aunque ya no estés aquí, tal vez me puedas oír. Por mucho tiempo que pase, jamás podré acostumbrarme. Te llevo tan dentro de mí. No puedo ni quiero olvidarte, te veo por todas partes. ¡Cuánto me cuesta vivir sin ti!
    Te ganaste el corazón de todo aquel que te conoció con esa dulce sonrisa y esa preciosa mirada. Nunca te olvidaré. Te quiero, abuelo.
    Por Mari Pili Hurtado.


    Mercedes Mora Berral de Montilla (Córdoba)
    “Toda una vida de entrega”

    Mercedes Mora nació, un 4 de julio de 1929, en Montilla, provincia de Córdoba, en el seno de una familia cristiana. Era la mayor de 12 hermanos (7 hermanas y 5 hermanos, 3 de ellos fallecieron antes de cumplir los 3 añitos y una hermana, menor que ella, también hace unos años). Muy joven, sintió la vocación religiosa. Con 20 años, ingresó en la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora (HMA), donde prestó su servicios en varios colegios de Sevilla y Calañas de Huelva. Era muy admiradora de sor Eusebia, también HMA y declarada beata por Juan Pablo II en 2004. Con Sor Eusebia tenía un vínculo especial que se mantuvo hasta los últimos momentos de su existencia terrenal. Su último destino como HMA fue en Campano de Cádiz, donde una grave enfermedad, a principio de los años 60, hizo que volviese a la casa paterna en Montilla durante un año. Dios le marcó entonces un rumbo nuevo en su vida, y siguiendo los consejos de su padre, se marchó a Córdoba a trabajar como auxiliar de enfermería en la Residencia Sanitaria antigua de Córdoba, en la que estuvo 10 años. Durante este tiempo, se alojó con las Hermanas de la Caridad en la misma residencia.
    En el año 1971, Dios le cambia de nuevo el camino. Se trasladó a la Residencia-internado Juvenil Domingo Savio de Jaén, que estaba dirigida por la Congregación Salesiana por designación de la Diputación Provincial desde finales de 1970. Mercedes ejerce el cargo de encargada del personal subalterno y suministros. El 24 de enero de 1975, promovió la creación de la Archicofradía de María Auxiliadora en la capilla que los Salesianos disponen en la residencia. Desde entonces, perteneció a la que posteriormente sería la Asociación de María Auxiliadora. También en colaboración con el párroco, don Francisco Larena, crearon la capilla de María Auxiliadora en el barrio de Obras Públicas, que, en la actualidad, continúa en funcionamiento como sede provisional de la parroquia San Pedro Poveda. A finales de los años 70, con la ayuda de Manuel Aguilera de Linares, abrieron una casa para personas mayores sin hogar, denominada “Casa de San Martín de Porres”, que es mantenida por la Hermandad de San Martín de Porres.
    En septiembre de 1983, los salesianos se ven obligados a cesar su labor en la residencia Domingo Savio y, entonces, Mercedes pasó a trabajar también como encargada de personal subalterno y suministros hasta su jubilación laboral, en la Residencia de mayores Santa Teresa. Ella siempre se sintió salesiana cooperadora, pero fue en enero 2000 cuando realizó su promesa “formal” como en la parroquia San Juan Bosco.
    Con el paso de los años, la casa de ancianos “San Martín de Porres” se cerró por falta de medios y es cedida, con su intercesión, a la obra Salesiana, para abrir la primera casa de acogida de niños y jóvenes en Jaén en abril 1999. Fue miembro de la junta directiva de la Asociación de Vecinos Passo y socia de la misma desde sus comienzos.
    Tras una larga enfermedad respiratoria (igual que padeció sor Eusebia), se marchó a casa del Padre, el 22 de enero de este año, a la edad de 82 años. Dios quiso elegir el mismo día que también falleció la beata Laura Vicuña, ejemplo de santidad adolescente de la Familia Salesiana.
    Desde el lugar especial que le ha reservado Dios, don Bosco y la Madre María Mazzarello en el paraíso, estará refunfuñando al leer este artículo, pues ella siempre realizó su entrega y servicio a los demás desde lo secreto y nunca se vanaglorió de todas las buenas obras que realizó en su vida terrenal. Ahora bien, creemos que es de justicia que, al menos, de lo que hemos conocido por sus familiares y amigos cercanos, que es una parte mínima de todo el bien que realizó, sea motivo de orgullo de su comunidad parroquial de San Juan Bosco, donde compartió por expreso deseo de ella justo la mitad de su vida, 41 años en Jaén, donde quiso también morir.
    Por ello, con estas palabras queremos dar gracias a Dios por todas las obras buenas que realizó en su existencia terrenal: Durante los 11 años que perteneció a la orden de las Hijas de María Auxiliadora, estuvo entregada a las niñas, jóvenes y familias más necesitadas.
    El resto de su vida ejerció como cristiana y salesiana cooperadora comprometida continuando la labor de Jesús y don Bosco en todos los lugares que vivió. En los 10 años de la década de los 60 que estuvo trabajando en la Residencia Sanitaria de Córdoba, cuando terminaban de repartir las comidas a los enfermos, con la que sobraba en las cocinas, se las entregaba a las personas más necesitadas de los acompañantes de los enfermos y otras familias que pasaban necesidad. Aun poniendo en riesgo su propio puesto de trabajo.
    Asistía y ayudaba a otras familias pobres de los barrios marginales de La Margarita y Las Palmeras de Córdoba los fines de semana en compañía de alguna de las Hermanas de la Caridad, con las que convivía en la Residencia Sanitaria.
    Ya en Jaén, continuó realizando el bien en todo aquello que podía:
    Continuaba ayudando a niños y jóvenes de la Residencia Juvenil, sus familias y a las familias más necesitadas del barrio.
    Posibilitó crear la Asociación de María Auxiliadora, en el año 1975, promoviendo la devoción hacia María Auxiliadora en todo el barrio y en la ciudad. Colaboró a constituir la capilla de María Auxiliadora en el barrio de Obras Públicas. Participó en la creación de la casa para personas mayores sin hogar “San Martín de Porres”, junto con una persona de Linares. Cuando tuvieron que cerrarla, con el señor Acuña, realojó en otras residencias a los 15 residentes mayores que quedaban.
    Propició que la Hermandad de San Martín de Porres cediese en 1999 la propiedad de la casa a la obra salesiana de Jaén para crear la primera casa de acogida para niños y jóvenes en riesgo social.
    Participó en la junta directiva de la Asociación de Vecinos Passo y colaboró en muchas actividades realizadas para mejorar el barrio del Polígono del Valle. Continuaba ayudando a todas las personas que pudo y que se cruzaron en su vida y colaborando con la parroquia. Muchísimas personas anónimas de Jaén habrán sido beneficiarias del bien que por ellas hizo.
    Rezaba el Santo Rosario y oraba todos los días para conseguir la intercesión de María Auxiliadora por las necesidades o las personas que pasaban dificultades. Tenemos que dar gracias a Dios también por su hermana Amalia, sin ella, que fue su ayudante, cómplice y coartada en muchas ocasiones, Mercedes no podría haber realizado muchas de las buenas obras que hizo en Jaén.
    Aunque en los últimos años de su vida su enfermedad la tenía muy limitada físicamente, esto no le impidió hasta sus últimos días continuar con su labor de entrega y servicio a los demás.
    Siempre vivió humildemente y repartía sus bienes y los que podía conseguir a todo aquel que se cruzaba en su vida y estuviese necesitado. Oraba continuamente a Dios, a Jesús y María Auxiliadora por multitud de personas y situaciones, ya que su vida fue contemplativa y activa a la vez, igual que don Bosco y la Madre María Mazzallero. Su última voluntad fue repartir sus pocos bienes materiales a quien los necesitase.
    Jamás sabremos cuánto bien hizo en este mundo, ya que actuó según el Evangelio de Mateo: “Tú, en cambio, cuando ayudes a los necesitados, no se lo cuentes siquiera a tu más íntimo amigo. Hazlo en secreto, y tu Padre que ve en lo secreto, te dará tu recompensa”.
    Deseamos públicamente dar gracias a Dios por habernos concedido el privilegio de haber compartido un pedacito de nuestra existencia terrenal con el gran testimonio cristiano hecho vida de Mercedes Mora y estamos seguros de que Dios le habrá recompensado por todo lo que Él sabe que se entregó y estuvo al servicio de los más necesitados de esta tierra.
    Por Manuel Aranda Fontecha, miembro de la Comunidad Parroquial de San Juan Bosco de Jaén.


    MIGUEL BUENO CARDOSA de Arroyo del Ojanco
    Palabras que acompañan esa tristeza

    Miguel, no creo que por guardia te hicieran tantos honores, fue por no haberlos mejores.
    Me consta llamarse Bueno de apellido este gran hombre y Miguel puesto de nombre un ser de semblante ameno y apelativo noble.
    Siéntete Miguel pagado por todo el bien que hayas hecho y márchate satisfecho por todo el bien que has logrado.
    Hoy trato de enlazar las palabras que con lágrimas salen de mi alma, palabras que, en este momento, no quisiera escribir. Palabras que acompañan esta tristeza por una ausencia que no esperábamos. La nostalgia nos visita trayendo a la memoria recuerdos de este gran amigo, maravilloso, lleno de fuerza, lleno de vitalidad, lleno de vida.
    Miguel, sé que nos escucharás porque no te has ido y nunca te irás, estás en cada latido, en cada lágrima, en cada suspiro.
    Estás vivo porque tu esencia sigue, tu recuerdo, tu ejemplo, tu valor y tu esfuerzo han quedado plasmados en nuestra memoria y escrito en nuestros corazones.
    Miguel, sanmarquero, amigo adorado, no has muerto y nunca lo harás porque no se muere cuando el corazón deja de latir, se muere cuando en los recuerdos  dejan de existir.  Estos días de fiesta en tu pueblo querido estaremos contigo o, mejor dicho, tú estarás con nosotros en cada momento, en cada toro ensogado que trote por las calles. Cada vez que brindemos con nuestras copas, cuando salga el patrón el día 25 en procesión, estaremos tristes por no tenerte cerca, pero contentos por haber conocido a una persona como tú. Pasarán los años y seguiremos recordando todos los momentos vividos junto a ti, por eso queremos decirte que  nunca te olvidaremos.
    Por  la Peña El Mogollón.