Hasta siempre
Felipe cabrera martínez de Vva. del Arzobispo
El hierro y la forja no tenían secretos para él
A finales de junio se cumplía elsegundo aniversario del fallecimiento de Felipe Cabrera
Martínez, en Villanueva del Arzobispo, su pueblo, cuando tenía 69 años de edad, a consecuencia de un infarto de miocardio. Felipe Cabrera era soltero, y llevaba ya varios años disfrutando de una muy merecida jubilación, ya que toda su vida fue un trabajador ejemplar.
El hierro y la forja no tenían secretos para él
A finales de junio se cumplía elsegundo aniversario del fallecimiento de Felipe Cabrera
Martínez, en Villanueva del Arzobispo, su pueblo, cuando tenía 69 años de edad, a consecuencia de un infarto de miocardio. Felipe Cabrera era soltero, y llevaba ya varios años disfrutando de una muy merecida jubilación, ya que toda su vida fue un trabajador ejemplar.
Su vida laboral discurrió en el taller de herrería yforja que poseía su familia, por lo que dominaba una profesión con la que convivió desde la cuna. Empezó de muy niño, compaginando sus tareas en el colegio y en el taller. Cuando terminó sus estudios, fue el momento en el que decidió entrar de lleno en el taller con
su padre Alfonso Cabrera, ya fallecido, como también su hermano José. En los últimos años, antes de jubilarse, estuvo con su hermano y su sobrino Alfonso, que también continúa la estela
de su tío y de su padre en el arte de la forja. Felipe era un maestro en el dominio del hierro, un oficio que
prácticamente ya se ha extinguido.
También hacía trabajos para los aperos agrícolas, arados,
ubios, y otros útiles de labranza. Con el
paso del tiempo,
se tuvo que ir adaptando a las exigencias de lo que demandaban, tratando el hierro, el aluminio, entre otras muchas cosas. Sus trabajos han quedado plasmados en las poblaciones de las Cuatro Villas, ya que esta empresa de ámbito familiar
tiene forjado un nombre con solera. Era y lo es. Sobre todo, en las Cuatro Villas. Felipe, era un amante del mundo taurino, le gustaban mucho los toros, era un apasionado de “El Cordobés” y hacía sus escapadas a plazas de la provincia para ver algún festejo taurino.
Por Juan José Fernández.
Cristóbal Cueva Ruiz, un médico de Linares y un hombre, en el mejor sentido de la palabra, bueno
Cristóbal Cueva Ruiz/ médico de profesión/ el 18 de junio/ por desgracia falleció./ Mi buen amigo Cristóbal/ te marchas sin decir nada/ con el destino te vas/ quizá nos dejes el alma./ La vida no te fue fácil/ y conseguiste llegar/ despacito, poco a poco/ pero llegaste al final./ Mucho es lo que has luchado/ y nunca fuiste vencido./ El destino te ha marcado/ y esta vez has sucumbido./
Juani, tu mujer querida/ la que te dio confianza/ la que ha sufrido contigo/ esta vida tan ingrata./ La que te ha dado cariño/ la que te ha dado esperanza/ la que te ha dado tres hijos/ que son la envidia de España./ Esta ha sido tu cosecha/ orgullo de la familia/ los que aumentan tu prestigio/ y los que la gente envidia./ Por eso, amigo Cristóbal/ ellos vivirán en ti/ no te olvidan, tu no has muerto/ tú vivirás siempre en mí./ Los valores que a tus hijos/ les has sabido inculcar/ como modelos los dejas/ para el que quiera copiar./ Valores tuyos innatos/ educación, humildad/ Tu conducta y tu conciencia/ y también tu dignidad./
Cristóbal, amigo mío/ siempre en mi mente estarás/ porque para mí no has muerto/ tú en mis recuerdos estás./ Una persona se muere/ si se la lleva al olvido/ pero a ti no te olvidamos/ Tú no has muerto, aun sigues vivo./ De tu amistad presumía/ y e tu afecto, también/ Ojalá hubiera podido/, el poderte detener./ Adiós, amigo Cristóbal/ adiós, amigo del alma./ Con mucha pena y dolor/ nos dejas sin esperanza./ Cristóbal, amigo mío/ qué buena persona eras/ quedan pocos en el mundo/ Ahora ya, una menos queda./ Con tu familia estaremos/ siempre a tu disposición./ Nuestra amistad fue distinta/ iba en nuestro corazón./ Anoche observé una estrella/ allá arriba, que brillaba./ Pensé en ti amigo Cristóbal/ quizá portaba tu alma/ porque Dios la reclamaba./ Estabas en mí presente,/ seguramente soñaba./ Esa estrella tan brillante/ lleva allí un alma encerrada/ que al cielo se la llevaba./ El alma de un buen amigo,/ el alma de un hombre bueno/ de los que quedaban pocos./ Ahora ya queda uno menos./ Es muy fácil de decir/ que tengas resignación/ porque el dolor llevas dentro/ y no existe solución./ Mucha pena es la que siento/ mucho más es mi dolor./ Que se inventen otra cosa/ y dejen en paz a Dios./ ¿Por qué no manda a este padre?/ ¿Y por qué se lo llevó?/ ¿Por qué tantos sufrimientos?/ ¡Y por qué tanto dolor!/ Como habrá un juicio final/ allí nos encontraremos/ Ojalá fuera verdad./ Y un abrazo nos daremos./ Pero si la duda existe/ ¿De qué te van a juzgar?/ Si tú has sido un hombre bueno/ nunca a nadie has hecho mal./ Dios ya te estaba esperando/ para ti yo lo he pedido/ un ronconcito en el cielo/ que lo tienes merecido./ Aunque dicen que no existe/ yo le pedí, por si acaso./ Tú que fuiste un hombre bueno/ eres de los “escogidos”/ y Dios te tendrá a su lado.
Por Anatolio Pérez González
Linares
Lola Aranda Calvo de Monte Lope Álvarez
Madre amorosa
Mi padre y mis hermanas agradecemos la cercanía de nuestras familias y de tantos amigos y amigas y vuestro acompañamiento en los momentos de dolor por la muerte de mi madre. Permitidme este pequeño panegírico, que puede perder objetividad al salir de una hija, ¡qué va a decir una hija! Pero que gana al ser experiencia vivida y que con mi padre y mis hermanas os comunico. Nuestra madre ha sido una madre amorosa, con tal dedicación a nosotras que era a la vez nuestra maestra, nuestra amiga, nuestra orientadora y todo con una pasión que parecía ir por delante en todo momento. En este último mes nos ha dado el ejemplo de su enfermedad bien llevada, su confianza en Dios y una recomendación… ¿Qué puede decir una madre? Nos ha dicho: ¡que os queráis mucho! Nuestra madre ha sido una esposa entregada y solícita, al fin descubrimos que no podía pasar sin Miguel… que estaba tan unida a él que esperó un día para celebrar el aniversario de bodas, el 18 de julio, con una sonrisa que fue el último regalo al que era su esposo: hueso de sus huesos y carne de su carne. Nuestra madre ha sido una maestra dedicada a su quehacer profesional con un espíritu de renovación y con iniciativas tales que aún quedan señales de ella en el colegio de San Amador; pero más aún ha sido una educadora en Los Cortijuelos, en Monte Lope Álvarez y en Martos, basta oír y ver cómo la saludaban sus antiguos alumnos.
Nuestra madre ha sido buena cristiana, lo llevaba en la sangre y nos ha dado ejemplo en su aceptación humilde y sumisa a la voluntad de Dios; de lo último que hizo fue cantar a la Virgen de la Cabeza la plegaria que compuso su tío Manuel, seminarista mártir; fue buena hija, era una buena y apasionada hermana. Era buena amiga, sus antiguas compañeras la recordarán siempre como Mariló, tan guapa y buena estudiante. Sé que la fiesta del Carmen en el Monte fue una plegaria a la Virgen por ella. Tuvo una personalidad y una idea tal de su dignidad como mujer que no permitía que se le avasallara en lo más mínimo, así pudo dar impresión de altiva, pero era la altivez y la libertad de los hijos de Dios, que saben a la vez que no somos nada, sino puro regalo de su amor. Gracias a todos y un abrazo de su parte.
De Miguel, Mari Lola, Belén e Inmaculada.
Francisco lópez Beas de Segura
Un maestro de los de toda la vida
A mediados de los setenta tuve la suerte y la alegría de tener a un profesor, un “maestro” de los de toda la vida, don Francisco López, y siempre mantuve un aprecio inconmensurable hacia él. Ahora, la tristeza embarga nuestros corazones con su pérdida. Un día coincidí en la clínica de Cristo Rey, donde visitaba a un familiar y casualmente le vi. La misa salía en el televisor, no podía ser menos, pero algo después del tiempo, quiso que el principio fuera el final. No me sorprende su bondad, la educación a sus alumnos y sus hijos, e hija, el amor por su familia, el dar a los demás y ofrecer cada día la mejor sonrisa y el consejo más adecuado.
Resulta casi imposible hacer un balance de toda su vida, porque sería muy largo de contar. Estuvo en todos los frentes, en la Iglesia, en su campo, en la familia, en sus gentes, en la fe de un sacerdote, don Francisco, por el que seguiremos suspirando para ver su canonización.
Pero recuerdos, no faltan. Un colegio Primo de Rivera, en la calle San Francisco, y un maestro, que educaba y enseñaba al mismo tiempo, unos valores que, en muchos casos, hoy se han perdido en las aulas. Con su marcha, nos acordamos de tantos profesores, don José Cuadros, don Manuel Cuadros, don José Camacho, doña Guadalupe y una larga lista, que nos transporta al pasado. ¿Que tenían estos maestros? Respuestas que cada uno dará en su forma de pensar. A don Francisco López, seguro que su entrega a los demás hubiera sido su mejor respuesta. Me cuentan y no hay duda, que incluso en los momentos más difíciles tuvo palabras para cada uno de sus familiares, amigos y seres queridos. El último adiós pormenorizado para sus más allegados. Por Francisco Juan Torres.
Carta escrita con el corazón y desde el cariño a mi padre, Juan Prieto Molinos
Querido papá, el día 17 de junio fue uno de los días más tristes de mi vida. Tú nos abandonaste y, a pesar de que los días y las semanas van pasando, sin embargo, la pena, el dolor y el desconsuelo que invaden nuestros corazones, aumentan día a día. Han sido dos años en los que todos veíamos que se acercaba el fatal desenlace, pero, aunque sabíamos que nos teníamos que ir preparando para este duro final, cuando este llega, te das cuenta de que es tan doloroso que nunca se puede estar preparado para perder a un ser tan querido como es un padre. Esto uno no se lo puede imaginar hasta que le toca vivirlo.
Presiento que, aunque tu cuerpo no está ya entre nosotros, tu alma y tu espíritu están aquí y nos ayudan a seguir adelante, a seguir luchando, fundamentalmente, por estos nietos tuyos que tanto te quieren y que tanto te echan de menos.
No te preocupes por mamá, tu compañera durante 46 años y tu enfermera en estos últimos, que con tanto cariño te ha cuidado y, aunque el vacío de tu pérdida es muy grande, entre todos estamos intentando apoyarla en todo momento. Aunque sabemos que, de este duro golpe, que para ella no tiene consuelo, jamás se recuperará.
Me consuela saber que ahora sí vamos a poder compartir contigo muchos momentos, ya que en estos últimos años, debido a tu enfermedad, no hemos podido disfrutar al máximo de tí. A partir de ahora estarás el primero en nuestras reuniones, disfrutando como tú sabías hacerlo y como tanto disfrutabas cuando nos juntábamos todos. No sólo nosotros hemos sentido tu pérdida, también nos han acompañado en tus últimos días muchos seres queridos tuyos que tanto te apreciaban con los que has pasado muy buenos ratos, todos tenían anécdotas tuyas que contarnos y juntos te hemos recordado.
Esta familia ha perdido a su patriarca, pero ahora tenemos a nuestro hermano mayor, que estoy segura, y tú también lo estás, que velará por todos nosotros en representación tuya.
Te quiero papá, siempre te he querido y siempre te querré. No sé si te has ido sabiendo lo importante que eras para mí en mi vida, pero ahora seguro lo sabrás. Te echo muchísimo de menos. Estás en mi pensamiento en cada momento y son tantos los recuerdos que tengo tuyos que quiero pensar que todo esto es una pesadilla de la que no puedo despertarme. Siempre has sido una persona sencilla, amiga de tus amigos, que te encantaba dar sin esperar nada a cambio, con muy buen humor, a todo le dabas la justa importancia y los problemas los llevabas a tus espaldas, esas “espaldas anchas” como tú decías. Ayúdanos a superar esta tristeza que nos invade, a seguir hacia adelante y a tener fuerzas para seguir luchando. La vida sigue y nuestros hijos, que son tus nietos, demandan nuestra atención y dedicación. Recibe un abrazo muy fuerte, allá donde estés, de todos tus hijos, tus nietos y muy especialmente de tu Conchi. Y no olvides que siempre te llevaremos en nuestros corazones. Siempre tuya.
Tu hija Inma
Albertocano ferrer de Jaén
Un hermano bueno, cariñoso y alegre
Nació en la Loma del Royo de Jaén, su barrio de toda la vida y murió a los 34 años, en plena juventud. Su prematura pérdida ha dejado un hondo vacío en cuantos lo quisimos. Él fue una persona muy cariñosa, alegre y servicial con los vecinos del barrio, que tenían muy buen recuerdo de él. Mi hermano Alberto, Chico como le llamábamos, quería muchísimo a mi madre. ÝY mi padre sentía adoración por él, ya que siempre iban juntos a todos sitios, pese a que éramos cinco hermanos, de los que él era el cuarto. Me acuerdo de lo bien que lo pasaba él y nos lo hacía pasar a los demás miembros de la familia cuando estábamos de vacaciones en Almuñécar. Allí, iba con mi padre al Rincón del Mar, a jugar al dominó, un restaurante que ahora se ha reconvertido en un bar de copas. Chico ha dejado un gran vacío en la familia y yo reivindico el recuerdo que tengo de él de pequeño. El de la niñez, Mi hermano Chico, era muy cariñoso. Recuerdo los juegos en la calle disfrutando con sus amigos y vecinos en la Loma del Royo, un barrio que amó y donde siempre vivió.
Hace cuatro años, con quince días de diferencia, murieron dos personas muy queridas, mi hermano Chico, primero y, después, mi padre. Esto es un recuerdo para ellos. Eran básicamente dos personas buenas, con su carácter, sus problemas y sus fallos. Pero sobre todo, eran buenos. Y sólo lo bueno lo mantenemos en nuestra memoria. Las risas, las bromas, los encuentros en la playa, que llenaban de felicidad a mi padre. Dicen que no se muere del todo mientras alguien se acuerda de los que fallecen. Los dos seguís estando en nuestra memoria y nuestros corazones. Mientras tanto, cuidaos uno del otro. Os queremos. Yolanda Cano Ferrer.