Hacia un mundo mejor

Desde Jaén. En este mundo, en que tantas veces impera la ley del más fuerte, Dios nos pide una respuesta de humildad, de servicio, de solidaridad, de comprensión, de respeto: Una respuesta de amor.  “Y Jesús poniendo a un niño en medio de ellos, dijo: “El que no se haga como este niño, no entrará en el Reino de los Cielos”. Su palabra, siempre actual, nos interpela, zarandea  nuestra conciencia dormida: “Tratad a los demás como queréis que ellos os traten”.

    12 oct 2013 / 08:44 H.

    “No juzguéis y no seréis juzgados”. “La medida que uséis la usarán con vosotros”. Pero Él no nos quiere buenos a cualquier precio. Alzó su voz contra la hipocresía y la injusticia, incluso el látigo, y lo hizo para salvar, no para condenar. Le damos la espalda, pero Él, desde la libertad y el respeto, permanece a nuestro lado en el silencio; reposa en nuestro descanso, se hace lágrima de nuestro llanto, sonrisa de nuestra alegría, grito de nuestra verdad; está presente en nuestros sueños y frustraciones, escondido en nuestros secretos; se hace abrazo y mano extendida en la tempestad de nuestra vida, porque es y será siempre, nuestro Padre. ¿Por qué tememos, entonces, la derrota pasajera en este mundo, si sabemos que Él nos dará la victoria definitiva?: “No tengáis miedo”. “Yo estaré con vosotros hasta la consumación de los siglos”.
     ¿Tendremos que nadar contra corriente para contribuir a la consecución de un mundo mejor? Seguramente. ¿Pero no fue eso lo que hizo durante su vida Cristo, el que debe ser nuestro Maestro? Acerquémonos a Él, sencilla y confiadamente, como a un “Amigo que nunca falla”, y enamorémonos, hasta decir basta, de su indiscutible y atrayente estilo, de su grandeza. Las palabras de San Pedro, parecen concebidas a la medida de nuestro tiempo: “Señor, ¿A quién vamos a seguir? Solo tú tienes palabras de Vida Eterna”.
    Concepción Agustino Rueda