"Hacer un plato y que la gente se vaya contenta no tiene precio"

Más allá de la moda televisiva dedicada a la gastronomía, María de los Ángeles Gómez sabía, hace ya tiempo, que en su interior guardaba una sensibilidad especial para la creación culinaria. Aunque estudió la especialidad para trabajar como administrativa, tardó poco en pasar página y centrarse, con 20 años, en lo que realmente le gustaba: el mundo de la cocina.

09 oct 2015 / 10:27 H.

“Siempre fui muy cocinicas en casa, lo que pasa es que en mi pueblo no tuve la ocasión desde el principio de poder estudiar. Por eso, cuando tuve la oportunidad, decidí irme a formarme a Jaén, en la Escuela de Hostelería El Valle”, cuenta la joven natural de Mengíbar. Enamorada de su profesión, Gómez no olvida a aquellos que la formaron desde la base: “Me acuerdo de mis profesores y de todas las personas que he ido conociendo en estos años y que me ayudaron a ir forjando mi forma de trabajar. A ellos y a mi familia les dedico este premio”, cuenta. Desde que terminó sus estudios en “El Valle” en 2011, la joven indica que su estilo está dentro de la cocina tradicional. “Quería hacer creaciones basadas en lo que hacía mi abuela para darles una vuelta y presentarlas de otra forma, añadiendo ingredientes y sabores diferentes”, explica. Para lograr esto, María de los Ángeles tuvo que dedicarse en cuerpo y alma en la parte más experimental y trasladarlo en la mesa.
“Al final estoy todo el día con la cocina en la cabeza, pero compensa”, manifiesta Gómez, quien considera que el ser perfeccionista es una de las principales bazas de haber logrado un reconocimiento por parte de sus profesores, así como de los profesionales con los que ha trabajado en los últimos años. De hecho, ganó el primer premio en el I Certamen de Cocina Rural Tierra Adentro.
Desde que se sumergió en el mundo de la hostelería, la joven ha tenido el respaldo y la valoración de los jefes de cocina, como en el Palacio de Mengíbar, donde trabajó durante dos años, o en el Salón Leiva de Linares, en el que fue partícipe de la creación de una nueva carta. Hasta hace poco fue la jefa de cocina en Lagastro de Jaén. “Es una profesión muy sacrificada, pero merece la pena. Que salga un plato y la gente se vaya contenta no tiene precio”, asegura.