Hablemos hoy de virus

En las últimas semanas, un nuevo tema de conversación ha alterado la monotonía cromática que supone el serial catalán servido por capítulos en los telediarios. Aunque un virus incurable, que produce fiebres hemorrágicas, no parece la mejor alternativa al sopor independentista y mucho menos si el primer contagio fuera de África se produce en España.

    22 oct 2014 / 09:34 H.

    Los virus son uno de los grandes misterios de la vida, de hecho, es bastante discutible que podamos considerar como ser vivo a partículas de material genético con una cubierta proteica y nula capacidad de realizar las acciones inherentes a la vida. El ébola parece reunir los condicionantes privativos de una película apocalíptica. Los datos afirman que su contención en África está fracasando y que su extensión hacia Occidente se da por segura. Se trata de la cepa más peligrosa con tasas de mortandad que algunas fuentes sitúan en torno al 90% y como creíble la posibilidad de mutación hacia una variante más contagiosa. Los titulares de brocha gorda pueden alarmarnos pero un análisis más sosegado de los datos contrastados no parecen justificar el pánico. Resulta que una mortandad del 90% solo puede ser aplicable a pueblos perdidos sin asistencia sanitaria, ya que en los propios centros médicos de Sierra Leona o Liberia la proporción no supera el 60%, una estadística que se prevé mucho menor en Occidente. La secuencia de contagio parece ser controlable, países como Nigeria o Senegal lo demuestran, la necesidad de contacto directo con un paciente que manifieste los síntomas también facilita su freno. Las posibilidades de una mutación efectiva se antojan muy pobres y laboratorios de todo el mundo, en tan solo unos meses, han conseguido desde secuenciar su genoma hasta sueros experimentales y vacunas que no tardarán en poder ser utilizadas. Los datos que tenemos nos permiten abordar esta crisis con esperanza siempre que no se pierda el rigor, lo realmente dramático ha sido la nula preocupación del mundo desarrollado desde 1976 por ese extraño virus que mataba miles de lejanos y aislados africanos.