Hábitos diarios que perjudican la salud urbana

Jesús Vicioso
Cuando se habla de salud, solo se piensa en la de los seres humanos. Y aunque la concienciación medioambiental sea cada vez mayor —cerca del ochenta por ciento de los jiennenses se muestra “muy preocupado” por el asunto, según reflejan las últimas encuestas—, nunca se piensa en la salud de las ciudades, que la tienen, claro. Como ocurre en el caso del organismo humano, el estado de salubridad vital depende, por una parte, de los genes —que, en el caso de las urbes, los antecedentes biológicos, físicos y químicos son más complejos por sus dimensiones— y, por otra, de las pequeñas acciones diarias. Cada cual puede intuir con bastante precisión algunas de las cosas que pueden provocar ligeros achaques (ir muy fresco en invierno asegura algún que otro resfriado), pero no se tienen las mismas miras cuando es el caso de un cuerpo o esfera ajeno. Sin embargo, hasta la más mínimo detalle influye en la naturaleza, en especial, si la mano del hombre está por medio.

    10 jul 2011 / 10:25 H.

    Los ciudadanos contaminan día a día, hora tras hora, minuto a minuto. Y no poco. Hasta la tarea más nimia necesita del uso de recursos que generan un impacto tangible en el medio ambiente. Pocas veces se repercute en ello, y esto es, quizá, por lo que no se le da la relevancia que tiene la reflexión profunda a propósito de la autocontaminación, porque contaminar la naturaleza es contaminar nuestra propia casa.
    En el supermercado se pueden comprar botellas de agua potable para  diverso uso. Llevarlas a casa es siempre pesado. Pero más costoso sería si tuviésemos que cargar con los 103 litros que consume cada jiennense de la capital a diario en su hogar, es decir, 37.595 litros por habitante al año. Nada más que en la ciudad del Santo Reino se llenarían 1.756 piscinas olímpicas con todo el agua que sale de los grifos de las casas, sin tener en cuenta del uso acuífero industrial, agrícola o comercial. Si se acumulase el agua para todo tipo de usos —riegos de jardines, consumos municipales, uso doméstico, empresarial, etcétera—, obtendríamos el llenado de 345.000 piscinas olímpicas, porque solo en la capital se gastaron 8,7 billones de litros en el último año. Pero si es costoso su suministro, más lo es su tratamiento posterior y depuración final, algo por lo que los ciudadanos también pagan trimestralmente en sus facturas. Únicamente por este concepto, los hogares han de pagar 0,28 euros por metro cúbico consumido —0,32 euros en el caso del contrato industrial—, además de un fijo que hay que pagar cuatro veces al año. A esta cifra hay que sumar el precio del consumo real y el gasto por el alcantarillado.
    Ahora bien, el agua es una ínfima parte de los recursos que se gastan a diario. La electricidad con la que se iluminan los hogares, alimentan las cocinas vitrocerámicas, conservan los víveres en frigoríficos o refrigeran los dormitorios y salones, pasando por encender los televisores y ordenadores además de un interminable etcétera, es un gasto más que considerable. En el primer trimestre de este año, la provincia consumió 1.111.303 mwh en 2010. En principio, son unas cifras que, a no ser para los expertos en la materia, no dicen mucho. Sin embargo, trasladas a kilogramos —en este caso, kilos que se emiten a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), que es uno de los principales gases que provocan acciones nocivas para el medio ambiente como el efecto invernadero—  sirven para calcular más tangiblemente la huella contaminante causada por cada ciudadano: 425.629,049 toneladas de CO2 se generan cada 365 días en las residencias, o, lo que es lo mismo, 635,6 kilos por jiennense al año.
    La demanda cotidiana de cada 24 horas continúa con el combustible de los vehículos y de la calefacción. En el primer trimestre de 2011, para cumplir con la demanda de gasolina de los coches en Jaén se surtieron 4.893 toneladas de gasolina. Muchas más fueron consumidas por los automóviles que necesitan de gasóleo A: 27.717 toneladas. Igualmente, la  calefacción generada a través de diésel requirió de 2.024 toneladas de gasóleo C.
    En la provincia hay unos 260.000 vehículos, entre turismos e industriales. Utilizar constantemente el coche para los traslados provoca una contaminación continua. Un utilitario con motor de gasolina emite, de media, 2,3 kilogramos de dióxido de carbono por cada litro de gasolina consumido, mientras que en el caso de los coches diésel, la emisión es de 2,6 kilogramos de CO2. El quid de la cuestión es que los diésel “chupan” menos litros por kilómetro circulado. Aún así, el transporte utilitario es una de las causas de mayor contaminación, solo superada por el avión. Emiten menos CO2 los trenes —los de alta distancia, los que menos— y los autobuses.