Habemus Papam

Desde que saliera de la Capilla Sixtina el humo blanco y se anunciara desde el balcón la elección como Papa del jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, hemos venido conociendo a diario toda una serie de gestos que empiezan a formar parte de un 'estar' que pudiera anunciar un nuevo 'ser'. Es argentino, se lleva mal con Cristina Fernández, la presidenta de su país, es cercano, accesible.

    27 mar 2013 / 12:08 H.

    Si es listo, por jesuita, doblemente listo; pudiera que las informaciones sobre su condescendencia con la dictadura argentina emanen del vaporoso incienso: de su predecesor se decía que era un cordero rodeado de lobos, y no creo que se refiriesen a lobos bolchevique. Resulta escandaloso que su sencillez y humildad sean noticia. Claro que hartos de aquello de “si quieres conocer a fulanillo, dale un carguillo” y acostumbrados al boato y al engolamiento de tantas y tantos, dentro y fuera de la Iglesia, lo que debiera ser normal se convierte en excepción. A lo mejor por eso todo lo que suene a Poder nos parece cada vez más alejado y ajeno. Da lo mismo que se trate de la Iglesia, la política, la empresa o cualquier estructura: con cualquier carguillo, fulanillo se convierte en don Fulano. Por unos se critica de Francisco su postura ante los matrimonios homosexuales, por otros ser casi marxista. A otros horroriza su apelación permanente a la ejemplificación a través de la pobreza. A lo mejor empieza a remover conciencias con éstas y otras “sonseras”. De ahí a permitir que los curas se casen, las mujeres ocupen un papel central en la Iglesia o aprobar los matrimonios homosexuales hay un trecho, un largo trecho, pero que hayan elegido un Papa de una Compañía que ha conocido la persecución da sensación de frescor. Por cierto, ¿qué les parecerá a los ultraconservadores españoles tener un Papa “sudaca”? ¡Qué regocijo!
    Empresario
    Francisco Zamora