GUILLERMO GARCÍA MUÑOZ.- "Un empresario nunca debe pensar que todo está hecho"
Inmaculada Espinilla
Al entrar en el establecimiento de Guillermo García, por lo general, se espera que los responsables del negocio tengan sus despachos aislados de la tienda, pero ocurre lo contrario. Son diáfanos, en la misma planta en la que los clientes eligen los productos que compran. No hay barreras y es que, como afirma el dueño del negocio, Guillermo García Muñoz, no hay nada que esconder. Ha cumplido los 72, pero la jubilación no está en sus planes. Recientemente, ha sido uno de los finalistas del VI Premio Txema Elorza “A los valores humanos y profesionales en el sector de ferretería y bricolaje”.

Al entrar en el establecimiento de Guillermo García, por lo general, se espera que los responsables del negocio tengan sus despachos aislados de la tienda, pero ocurre lo contrario. Son diáfanos, en la misma planta en la que los clientes eligen los productos que compran. No hay barreras y es que, como afirma el dueño del negocio, Guillermo García Muñoz, no hay nada que esconder. Ha cumplido los 72, pero la jubilación no está en sus planes. Recientemente, ha sido uno de los finalistas del VI Premio Txema Elorza “A los valores humanos y profesionales en el sector de ferretería y bricolaje”.
—¿Cómo se siente al recibir este reconocimiento de ámbito nacional?
—Es una satisfacción, una alegría y un orgullo. De 46 empresas de todo el país, fuimos seleccionadas tres. En este caso, creo que se ha premiado nuestra trayectoria profesional. Yo empecé en 1962. Monté la compañía en tiempos difíciles, con un capital social de 10.000 pesetas. Era un local de unos 35 o 40 metros cuadrados ubicado en la calle Obispo González. Poco a poco fue creciendo. De la misma manera, cuando tenía 22 años, ingresé en la Escuela de Maestría y comencé a dar clases de Mecánica. Siempre me gustó la docencia, por lo que, por la mañana, era profesor y, por la tarde, me dedicaba a los negocios.
—¿Ha tenido que dejar muchas cosas de lado para sacar adelante y hacer fuerte su proyecto empresarial?
—Por suerte, mi esposa ha sido una maravilla y me ha apoyado en todo. A mí, por mi parte, aunque he trabajado mucho, siempre me ha atraído la trayectoria empresarial y le dediqué mi tiempo y esfuerzo.
—Guillermo García ha evolucionado a lo largo de las décadas. Comenzó en un local de 30 metros cuadrados y ahora su empresa necesita más de 30.000 y emplea a unas 70 personas entre directa e indirectamente. ¿Cómo lo ha logrado?
—Hay una premisa que está clara. Todo lo que he ganado ha vuelto a la empresa. Lo cierto es que creció muy rápido y todo el patrimonio y los beneficios se han reinvertido en la compañía. Con la incorporación de mis cuatro hijos se ha fortalecido. Ellos se han entregado en cuerpo y alma.
—Debe sentirse satisfecho al ver a sus cuatro hijos trabajando codo con codo con usted y por hacer grande su proyecto.
—Aunque nunca los motivé para entrar en la empresa, ellos me han querido acompañar. Ellos han tomado sus propias decisiones. Yo no quiero ser el responsable de que luego les salga bien o mal. Su futuro les pertenece y ellos son los que se lo labran. Aquí han empezado desde el puesto más bajo y, poco a poco, han ascendido por sus méritos.
—¿Hay algún valor o premisa que les haya tratado de transmitir?
—Sí. Deben ser fieles y honestos. Si ellos creen que algo no está bien hecho, no lo deben vender y, mucho menos, confundir al cliente.
—Llama la atención de que en su empresa todo es diáfano. Los despachos se ubican tras los mostradores y los tratos se cierran a la vista de cualquier cliente.
—Cualquiera de los directivos de la empresa somos un trabajador más. No tenemos secreto alguno. Esta es una empresa limpia e inmaculada en la que se atiende por igual a los que se van a gastar 10 euros o 500, por ejemplo.
—¿Qué hace para dar esquinazo a la crisis?
—Estoy acostumbrado a las crisis. En los años setenta, ochenta y noventa siempre ha habido crisis, lo que pasa es que esta es más financiera y se veía venir. Los políticos y los banqueros deberían haber tomado medidas. Nosotros, por nuestra parte, teníamos una economía saneada y sin deudas. Aun así, hemos tenido que reducir puestos de trabajo. Prescindir de buenos profesionales es algo muy duro. Lo peor que le puede pasar a un empresario es tener que despedir.
—¿Qué le diría a aquellos jóvenes que sueñan con tener su propio negocio y que no se atreven a dar el paso por temor a no obtener unos buenos resultados o por la coyuntura económica?
—El primero es que se debe conocer a fondo el sector en el que se quiere entrar. Si no tienen las cosas claras, es muy difícil. También se debe empezar con lo mínimo y crecer poco a poco. No se debe empezar la casa por el tejado, tiene que tener unos cimientos sólidos. Por otro lado, pienso que siempre es un buen momento para montar una empresa. Este punto coincide con otro de los aspectos que siempre le he tratado de inculcar a mis hijos: no pueden creer jamás que ya está todo hecho. Cada mañana se abre como si se tratara del primer día. Uno no puede confiarse, debe estar siempre alerta y trabajar con la misma ilusión.
—Su trayectoria profesional es muy extensa. ¿Cuál ha sido una de las decisiones más duras que ha tenido que tomar?
—Lo que más me costó fue dejar mi actividad como docente. Siempre me ha encantado el sector educativo. Nunca tuve problemas. Mi relación con los alumnos siempre se construyó sobre el respeto. Nunca perdí ni una hora lectiva de clase, aunque sí de convivencia en los claustros y cosas así. No podía compaginarlo con las tareas que tenía con la Administración local. Pedí una excedencia y nunca volví a las clases.
—¿Se jubilará?
—Creo que nunca me jubilaré. Ahora llevo una vida más tranquila porque el peso de la empresa lo llevan mis cuatro hijos, pero para las decisiones importantes siempre estoy presente.
—Todo Jaén conoce su empresa, ¿pero cómo es Guillermo García como persona?
—Es muy difícil hablar de uno mismo, pero me considero una persona humilde y honesta. En cuanto a mis aficiones, me gusta darme paseos en la empresa. Disfruto al ver que todo está bien. Por otro lado, me suelo coger una semana de vacaciones. Una de mis grandes aficiones son los coches viejos. Hemos cogido alguno y lo hemos arreglado en nuestros talleres. Me distrae mucho. La semana que viene tenemos un rally con un club de Mancha Real. La base de operaciones será Pozo Alcón y visitaremos la Sierra de Segura.