Guardianes del patrimonio

Desde hace casi un lustro, en un reconocimiento al pasado ibero de Jaén, un guerrero contempla la capital desde el Cerro de los Lirios. Con seis metros de altura, la figura de hierro y poliéster que modeló el artista José Ríos admira tanto como impone.

09 sep 2015 / 10:06 H.

Es el defensor simbólico de la ciudad, pero ni la lanza que sostienen sus gélidas manos de metal, ni su boca muda sirven de nada frente a los saqueos, los episodios vandálicos y el “abandono” en el que numerosos vecinos sienten que está sumida la capital del Santo Reino.
Contra eso, se requieren miembros de carne y hueso —y algunos dirían que hasta un ejército de centinelas—. Y, precisamente, mirando el espejo de iniciativas que están ampliamente extendidas en Estados Unidos, Inglaterra, Holanda o Alemania, eso es lo que está promoviendo la asociación cultural Patmos. El colectivo que preside José Manuel Higueras quiere crear la figura del “defensor del patrimonio”. Una especie de guardia o vigilante que, en cada barrio, vigile las acciones que se producen contra bienes de titularidad pública o privada y que, luego, informe de ellas a la asociación. “Nosotros le daremos soporte y, en los casos más graves, lo acompañaremos con reclamaciones o denuncias en la Administración correspondiente”, explica Higueras, que aclara: “No queremos que haya 17 defensores por barrio”. El objetivo —dice— es comenzar por “algo pequeño” hasta el punto de configurar “especies de cuadrillas, defensoras del patrimonio”, que actuarían como “células durmientes” en cada barrio. La pretensión es que, tanto si se produce algún “atentado” contra el patrimonio por efecto del hombre como si es por razones meteorológicas, exista un canal de comunicación que dé cuenta de lo ocurrido a las administraciones para que estas intervengan.
Según el presidente de Patmos, esta propuesta pretende “cumplir con el objetivo de ‘defensa del patrimonio y movilización social’ que tiene la asociación” y sembrar en la conciencia de cada jiennense la semilla de que el patrimonio urbano, arquitectónico y natural de la ciudad es tan suyo como la televisión que enciende cada día, la cama en la que duerme o la ropa que viste. “Si conseguimos que unos vecinos arreglen, por ejemplo, un banco en La Magdalena estará perfecto hasta que nos muramos”, reflexiona Higueras, convencido de que si la ciudadanía siente las zonas comunes “como propias” y como “responsable” de ellas, “se eliminará la mitad de los actos vandálicos” que, actualmente, se producen y de los que, en un ejemplo, las inmediaciones del Nuevo Teatro son un claro exponente. Y es que Patmos no solo quiere que este defensor del patrimonio, que pretende poner oficialmente en sociedad a finales de mes, denuncie sin más.
Aunque no hasta el punto de ciertos pueblos del sur de Inglaterra, donde señales indicativas advierten de que los barrios están “vigilados” por los vecinos, la finalidad del colectivo, que ya trabaja para implicar a otras asociaciones de defensa del patrimonio, es que los ciudadanos se impliquen y “tomen cartas en el asunto” incluso para regar un árbol, si la Administración lleva meses sin hacerlo. “Se trata de recuperar la vieja costumbre de cuidar del barrio y del mobiliario”, apunta Higueras, que puntualiza: “No queremos sustituir al Ayuntamiento, pero sí crear una conciencia de que hay que cuidar el medio en el que vivimos”.