Guardia Civiles, gitanos y romerías
Desde VALLADOLID Antonio M. Amador
Intentando proseguir el artículo del señor Sánchez Moral que días pasados citaba las buenas y acertadas relaciones entre los gitanos y la Guardia Civil en un partido de fútbol, comparto y me congratulo de esa amistad, o por lo menos, tolerancia. Pero cuando fui a la romería de mi pueblo, Huelma, algo que a continuación cito, echó por tierra la magnífica convivencia y preparación de los miembros de la Guardia Civil.
Intentando proseguir el artículo del señor Sánchez Moral que días pasados citaba las buenas y acertadas relaciones entre los gitanos y la Guardia Civil en un partido de fútbol, comparto y me congratulo de esa amistad, o por lo menos, tolerancia. Pero cuando fui a la romería de mi pueblo, Huelma, algo que a continuación cito, echó por tierra la magnífica convivencia y preparación de los miembros de la Guardia Civil.
Resulta que la Virgen de la Fuensanta salió en multitud de fervor y devoción de su ermita y enseguida emprendió el camino hacia Huelma, y arriba en el cruce que da acceso a la carretera principal, había una pareja de la Guardia Civil de tráfico, regulando el ídem. Todo iba paso a paso lento, lento, pero demasiado lento. Tal es así que los coches tardaron más de dos horas en recorrer los 5 kilómetros y hasta los peatones tuvieron que hacer una especie de huelga de pies caídos y fueron más lentamente aún; ellos tardaron unas cinco horas en el citado recorrido, dándose la paradoja de que no había apenas tráfico en sentido contrario, y el mérito, más bien ineptitud, se debe a los citados Guardias Civiles que regulaban el tráfico. Y no me refiero al muchacho simpático y servicial, me refiero a su compañero, que con discutibles modos, se olvidó del artículo. Los malos modos jamás debe usarlo individuo alguno que vista este uniforme. Se dedicó a regular, embotellar el tráfico y además de fastidiar al personal, no mejoró el bien ganado prestigio que tiene la agrupación de tráfico de dicho cuerpo. Y, para remediar tan mal llamado servicio, llamo la atención al “lumbrera” inepto y te digo: “A pesar de tu falta de preparación tú no estarás en la próxima romería de mi pueblo, porque a esas alturas tus jefes habrán detectado tu falta de preparación y no te asignarán servicios tan relevantes de multitudes, pero yo si estaré”. Corregir errores debe servir para mejorar la situación y armonía en todos los sentidos, esa es mi intención”.