Gran alma de miniempresarios
Los alumnos del colegio Navas de Tolosa se despiden del curso con una valiosa lección. Y es que, cuando hay esfuerzo se obtiene beneficio y esta recompensa, a su vez, es el doble de gratificante si se destina para los más necesitados. Los niños de sexto de Primaria entregaron un cheque de 270 euros al proyecto “Pintando cimas”, de la ONG Búscame en la cima. Una iniciativa que destinará la cantidad económica a llevar material escolar a la región del Atlas (Marruecos).
Pero, ¿cómo lograron los pequeños reunir tal cantidad de dinero? La profesora de Educación Especial del centro, María Arellano, explica que se trata del 10% de los impuestos que debieron aportar tras la puesta en marcha de sus propias cooperativas. “Los alumnos participaron en un programa en el que crearon sus cooperativas. Así, ellos decidieron qué fabricarían, tras una charla sobre emprendimiento. Finalmente, las miniempresas se dedicaron a la producción de jabones, de objetos con goma ‘Eva’ y a cometas y atrapasueños”, explica Arellano, quien matiza que, durante el proceso, aprendieron a valorar no solo el éxito, sino también el fracaso. “Queríamos hacerles ver que de todo se aprende”, recalca la profesora y coordinadora del proyecto.
De esta manera, los escolares se implicaron en sus cooperativas hasta el último detalle. “No solo se dedicaron a la producción, ya que también hicieron sus propios logotipos con gran creatividad. La verdad es que me quedé muy sorprendida”, cuenta. Entre los pasos que dieron destacó el paso del pago de los impuestos. “Al principio les costó asimilar que tenían que aportar el 10%. Incluso lo consideraban exagerado. Sin embargo cambiaron totalmente cuando vieron que lo destinarían para un bien social”, recuerda la docente. Finalmente, acordaron reunir el dinero para el proyecto “Pintando cimas”.
Pero, ¿cómo lograron los pequeños reunir tal cantidad de dinero? La profesora de Educación Especial del centro, María Arellano, explica que se trata del 10% de los impuestos que debieron aportar tras la puesta en marcha de sus propias cooperativas. “Los alumnos participaron en un programa en el que crearon sus cooperativas. Así, ellos decidieron qué fabricarían, tras una charla sobre emprendimiento. Finalmente, las miniempresas se dedicaron a la producción de jabones, de objetos con goma ‘Eva’ y a cometas y atrapasueños”, explica Arellano, quien matiza que, durante el proceso, aprendieron a valorar no solo el éxito, sino también el fracaso. “Queríamos hacerles ver que de todo se aprende”, recalca la profesora y coordinadora del proyecto.
De esta manera, los escolares se implicaron en sus cooperativas hasta el último detalle. “No solo se dedicaron a la producción, ya que también hicieron sus propios logotipos con gran creatividad. La verdad es que me quedé muy sorprendida”, cuenta. Entre los pasos que dieron destacó el paso del pago de los impuestos. “Al principio les costó asimilar que tenían que aportar el 10%. Incluso lo consideraban exagerado. Sin embargo cambiaron totalmente cuando vieron que lo destinarían para un bien social”, recuerda la docente. Finalmente, acordaron reunir el dinero para el proyecto “Pintando cimas”.
