Gracias, presidente y hasta siempre

Desde Jaén. Hoy no se cierra una página de la historia, se abre una etapa de nuestra historia, que pasa a ser historia. Con Adolfo Suárez, tras su muerte y al contrario que con otras muertes, queda abierta esa página incompleta por el Alzheimer que ha sido puerta a la España actual. Ya podían aprender nuestros políticos de esta persona que ha fallecido, Adolfo Suárez, es un ejemplo de entrega, honestidad, transparencia, lealtad. A mis 46 años, puedo hoy escribir libremente estas líneas gracias al trabajo y entrega que este hombre tubo no solo en su mandato como presidente y como forjador de la transición de nuestro país, si no en toda su trayectoria política tanto antes como después de ser presidente. Nuestros políticos podían aprender de este hombre a ser políticos de vocación y a no ser meros burócratas con dedicación a tiempo parcial. Ahora todos hablan bien del difunto, pero nunca nada es perfecto en esta vida, y Adolfo Suárez como hombre que fue, también tuvo sus equivocaciones, pocas, pero las tuvo. Su grandeza recae precisamente en que de él todos podemos ver sus cualidades y defectos, aunque en este caso esas cualidades son muy necesarias en nuestra vida política. Ahora vienen los homenajes, discursos elocuentes, calles dedicadas, pero el mejor tributo que todos podemos dar a su memoria es copiar su esfuerzo hacía el consenso y ante todo su esfuerzo en olvidar ese trágico momento histórico que fue la guerra civil. Adolfo Suárez fue el Cánovas del siglo XX tanto en la consolidación de nuestra monarquía como en la elaboración de una transición ejemplar en la historia de la humanidad. Su figura histórica prevalecerá sobre nuestras vidas, siendo ejemplo fiel de un español fiel a sus principios y a su patria, pero ante todo fiel a su familia y amigos. Esos años que como presidente nos dedicó a los españoles, años de entrega al Estado y de negación propia, hicieron del hombre de Estado por excelencia, algo que nunca se había visto hasta el extremo de negarse a si mismo para hacer posible un país mejor. El legado de Adolfo Suárez, es ante todo esos 11 años de silencio en la enfermedad, que han hecho posible hacer fermentar una marca de político y español de primera calidad. El silencio de la muerte, no puede hacer callar esa vida de entrega que nos deja una figura, que antes de ahora, ya era historia en la historia. Descanse en paz este hombre que tanto bien nos ha hecho y del que todos debemos aprender tanto.

    24 mar 2014 / 23:00 H.