Góticos: Más allá de una oscura mirada

Diana Sánchez
Oscuros, siniestros, como nacidos de las tinieblas. Más allá de lo que en una época fue un fenómeno artístico y una manera de afrontar la vida, lo gótico se adhiere a los humanos en forma de cuero, metal, encajes, terciopelo, volantes o capas. Envueltos en una estética lúgubre, mortecina, decadente y romántica, esta tribu urbana deambula por lugares concretos de la ciudad en los que intentan sobrellevar la existencia.

    25 ene 2009 / 15:29 H.

    A pesar de que España no se caracteriza por un gusto especial en este movimiento social, que surge como tal en Inglaterra en la década de los 70 por influencia musical, cada vez son más los grupos de personas ataviadas de negro y empalidecidas que se dejan ver por las grandes ciudades del país. Aunque en Jaén no existe una asociación que los identifique y tampoco es fácil encontrar a jóvenes enlutados por las calles caminando pausadamente, lo cierto es que sÍ hay algunos que se mueven por ciertos ámbitos.
    Unidos por esta estética y, sobre todo, por el de una música dominada por sonidos lúgubres y temáticas oscuras, la mayoría de los góticos se concentra en los conciertos que celebran estos grupos. Su referencia en este campo, su ídolo: Marylin Manson, del que muchos adoptan su vestimenta satánica y su idea de hermoso lo hórrido, y por supuesto, con el negro como base sobre el que las cadenas, los tatuajes, los pinchos y el maquillaje fúnebre resaltan junto a una actitud pasiva y depresiva de afrontar la vida.
    Su lugar de encuentro, el que más tranquilidad les aporta y el más bello para ellos, es el cementerio. En Jaén, es el de San Eufrasio, conocido como el viejo, ya que según los góticos, es más espectacular. Los ángeles de mármol, el diseño romántico de sus tumbas, el silencio y la relajación que se respiran en este siniestro lugar les transportan a un mundo perfecto, alejados de la sociedad en la que no se sienten partícipes. Y es que, aunque en muchas ocasiones la estética esté reñida con la manera de actuar, la mayoría de los góticos jiennenses asegura que ha pasado alguna velada en el cementerio de San Eufrasio para estar tranquilos.
    A pesar de que la melancolía y la tristeza son los referentes que los asocian con su forma de sentir, como cualquier otro joven, los góticos jiennenses —unidos en principio por su manera de vestir— también salen de marc ha. Su punto de reunión en la capital es el local Engranaje, ubicado en el barrio de San Ildefonso. Un ambiente oscuro, en el que predomina el rock gótico los recoge los fines de semana. Para ello, se ponen sus mejores galas: los corsés para ellas, y los abrigos de cuero largos y negros para ellos. Y es que, en contra de lo que mucha gente pued a pensar, su estética va ría en función del momento. Sin embargo, también frecuen tan locales de Granada donde hay más gente como ellos.
    Por otro lado, a pesar de que el negro es su color base, asociado a la muerte, también se pueden observar otros en menor proporción como son el rojo, el blanco o el morado. En cualquier caso, dentro de la tribu, hay que diferenciar las diferentes tendencias que se derivan estéticamente y, a su vez, de la propia música. Así, están las goticololitas, que se caracterizan por llevar volantes en sus faldas, cubrirse con medias de encajes y apostar por el rojo. Fátima Millán, una jiennense de 18 años —conocida como “Kaótyka”— asegura que en Jaén sólo siguen este estilo otra joven y ella. “Me encanta este tipo de ropa, lo malo es que es muy cara. Tengo un conjunto que me costó 200 euros”, manifiesta.
    Influenciados por la música rockgótica, caracterizada por su extrema dureza, están los harcor. Sus prendas y complementos se acercan a un estilo más violento, en el que no faltan los guantes de rejilla, grandes botas con incrustaciones de metales, anillos de garras, cadenas o collares de pinchos. “Desde los 15 años me visto de esta manera”, indica Luz Divina Expósito —”Chuky”—, una estudiante de Bellas Artes con gran tatuaje del muñeco diabólico que marca su brazo. El metal es otra de las tendencias que definen a otros caracterizados por oscuras y largas melenas muy lacias y cueros, tanto auténticos como sintéticos. “Además de ir vestida de negro me decanto por un rollo más metal”, explica Elisabeth Galán, de 20 años, a la que llaman “La Bestia” por el dibujo que ocupa su espalda.
    Para conseguir este tipo de vestimenta, las jóvenes se ven obligadas a comprarlas en ciudades como Granada, que es la más cercana, aunque la mayoría la pide por catálogos en internet. También hay quienes utilizan su ingenio para crearse su propios conjuntos, ya que en Jaén no existen tiendas especializadas en este tipo de ropa y complementos, como las rejillas o los colgantes de cruces satánicas.
    En cuanto al maquillaje, todos coinciden en lo mismo: la palidez de la tez resaltada con una excesiva sombra de ojos negra. El grado de intensidad que quieran destacar en su cara dependerá de cada uno. Hay quines se pintan una delgada línea debajo del ojo, hasta los que se dibujan lágrimas en las mejillas. En los labios, además de recurrir a un carmín fuerte, también puede ser negro o morado, al igual que las uñas.
    La mayoría es consciente de la provocación que produce cuando caminan por la calle. “La gente se aparta, nos miran mal”, añade “Kaótika”. “Aunque vistamos de manera diferente tenemos amigos de todos los estilos. Nosotros no rechazamos a nadie, es la gente quien nos rehuye”, dice “La Bestia”. El negro, asociado al luto que antes guardaba un familiar cuando alguien moría, no se entiende en un atuendo cotidiano si nadie ha fallecido, de ahí el rechazo de muchas personas, especialmente los cristianos, pues lo consideran una falta de respeto.
    Amantes de la mitología que envuelve a la figura del vampiro, las góticas reconocen que su prototipo de hombre es el que lleva una estética como esta: “Nos gusta este ser porque es una belleza eterna”, matizan. El personaje literario de Bram Stocker sería como el Brad Pit de estas jóvenes.
    Más allá de la estética siniestra de sus reuniones en lugares poco frecuentados por la ciudadanía o del gusto por una música asociada a la muerte y a la decadencia, los integrantes de esta tribu urbana más jóvenes aseguran que, aunque tengan una concepción en general negativa de la vida, lo cierto es que tienen las mismas preocupaciones que el resto. “Porque vistamos como góticos no significa que seamos violentos. Además, a nosotros también nos gusta la fiesta”, concreta Elisabeth. No en vano, lo que sí se puede apreciar en ellos es su extraña sensibilidad para afrontar la vida con un arte especial.

    Julio Ángel Olivares
    “Estoy especializado en vampirismo literario y fílmico”
    El filólogo Julio Ángel Olivares es profesor de la Universidad de Jaén. Su interés por el movimiento gótico se centra en estudios sobre las vertientes artísticas de la literatura y del cine. Sin embargo, sus investigaciones se acercan a la figura del vampiro que, según Olivares, es el principal referente del gótico. “Es un persona dual que tiene una ambivalencia: por un parte, la sombra y la oscuridad y, por otra, un carácter sugerente, que atrae. Es decir, el héroe romántico que creó Lord Byron”, explica. El transfondo de la novela gótica radica en la sugerencia erótica de liberación del vampiro y sus presas femeninas, relacionada con los sueños de las mujeres victorianas, que estaban muy limitadas. “El vampiro de la película Drácula es romántico, es decir, que llega a crear una historia de amor, según Coppola, pero en su origen es un womenizer —un cazador de mujeres—. Las usa para sus fines, como se aprecia en la historia de Bram Stoker”, indica. El profesor asegura que siguiendo la estética de este ser, los góticos se maquillan para representar el estado de vigilia entre los dos estados de existencia. “Eso lo heredan del carácter romántico de estar en un mundo al que no pertenecen y con el que no se identifican”. En sus estudios sobre los casos extremos de personas que llegan a creerse vampiros, Olivares afirma que en Jaén no se han registrado , aunque dice que se constatan siete casos en Barcelona donde ingresaron a personas que sufrían fotofobia y se habían creado la necesidad de beber sangre.

    Vanessa Peinado
    “Llegué a pintar la escena de un cementerio en la pared de mi piso”
    Vanessa Peinado está acostumbrada a que la gente la mire de manera extraña cuando pasea por la calle. Con una vestimenta oscura, la cara perforada de pendientes en diferentes zonas, como la nariz, la ceja, el labio y las orejas, y el cuerpo marcado con tatuajes de todos los tamaños, la jiennense considera que su estilo se acerca al gótico. Aunque reconoce que no sigue ciertos comportamientos de la tribu urbana como el de acudir al cementerio, asegura que sus gustos por la música y la estética se acercan a los del resto como ir al pub Engranaje. “Desde muy pequeña siempre he ido vestida de negro con rojo o morado. Ahora, a mis 26 años, sigo igual. Aunque en el trabajo intento ir más discreta por el trato con el público, el color base y todos mis piercings no los cambio por nada”, asegura. Sin embargo, cuando sale con sus amigos se recarga con todos sus siniestros y llamativos complementos. “Tengo ropa, colgantes y adornos que me compré en Berlín, donde me gasté mucho dinero”. Y es que, a pesar de la monotonía del color, vestir con este estilo siniestro no resulta nada barato. Sin embargo, el gótico terrorífico comercial, influenciado por la tendencia del director de cine Tim Burton, especialmente con su obra Pesadilla antes de Navidad, llega a este tipo de neogóticos. “Tengo muchos accesorios de la película de Burton”, dice Peinado. Su afición por el dibujo le llevó a pintar en una pared de su piso un cementerio. “Es un arte en el que expreso muy bien lo que siento”, manifiesta Peinado.

     


    “Me defino como una dark gothic”
    Natural de la pedanía de la Alcalá la Real, La Hortichuela, Soraya (19 años) se define como una dark gothic, o lo que es lo mismo, una siniestra. Asegura que desde pequeña lo ha pasado mal con su familia porque no entienden que sea anticristiana. “Mi padre dice que no es normal que me vista así y que no crea en Jesucristo”, afirma. La joven indica que ser de un lugar tan pequeño también es complicado cuando pasea por su aldea. “Aquí la gente es más cerrada”. La belleza de los bosques le atrae: “Es mejor que el ser humano, pues crece fuerte y bonito, sin necesidad de personas”.
    “Nos dicen cuervos y murciélagos”
    La joven estudiante de Bellas Artes, que se hace llamar Mae (20 años), asegura que hay gente que les llama cuervos y murciélagos. Como el resto de sus compañeros, suele frecuentar el cementerio viejo y el Engranaje. “Nos ven como bichos raros, pero a mí me da igual. De todos modos también tengo amigos que no siguen esta estética”, afirma. Reconoce que siente especial predilección por los dibujos de Tim Burton y sus películas. La gótica indica que en su familia
    la han aceptado desde que comenzó a llevar ropas oscuras y complementos siniestros.
    “La gente se santigua y llora”
    A pesar de su juventud, Violeta (18) tiene muy claro que su estilo es el gótico: “Mi madre llega a ponerse mi ropa”, afirma la jiennense. No le da vergüenza pasear y que alguna gente se santigüe, salga corriendo mientras llora o les rezan: “Una vez nos dijeron: ‘que la sangre de Jesucisto os bañe’”, recuerda. “Nos llaman demonios, creen que somos peligrosos pero somos más pacíficos de lo que pueden llegar a creer”, dice. En cuanto a su prototipo de hombre, confiesa que se asocia a jóvenes con gabardinas de cuero negras, pálidos y con el pelo largo y lacio.
    “Me gusta el romanticismo”
    Seguidora de un estilo gótico asociado al romanticismo, Miriam (18) reconoce que el cementerio le transmite paz y tranquilidad. “Vamos porque nos gusta y estamos aislados, no encontramos el sentido macabro, para mí es belleza en la que experimento diferentes sensaciones”, manifiesta. La escala de grises que se puede observar en este lugar es lo que más le atrae unido a las esculturas y la arquitectónica. Introvertida y con una mirada perdida, dice que en Jaén se nota la mentalidad de la gente, pero se toma con humor que se paren delante de ella descaradamente.

     

    Acordes y melodía que superan lo negativo
    La música es la base de la estética de los grupos neogóticos y la que dio pie al nacimiento de la actual tribu urbana en los 70. En Jaén, el único conjunto considerado dentro de esta corriente, son los Groteska. A pesar de todo, la esencia pura del gótico en sus temas se suma a estilos como el industral, el death y el metal. Antonio Toledano (23 años), Miguel Miró (24), José María García —Chungo— y Nestor García (29) suben a los escenarios con un espectáculo gótico, como el referente británico David Bowie. “Normalmente actuamos siempre vestidos de negro, blanco y rojo, con cruces y cadenas, nos pintamos la cara muy pálida con lágrimas y adoptamos un estilo andrógeno, pues a veces nos ponemos faldas. Con temas como Vomítalo, los componentes de Groteska definen su forma de ver la vida. “Esta canción significa echar lo negativo. Es como si existiera la experanza de que, a pesar de que todo es chungo, no nos resignamos y lo asimilamos con rabia, por eso las letras se endurecen”, explican. No obstante, reconocen que antes pensaban que todo estaba sumido en la decadencia. “De más jóvenes lo veíamos todo negativo”. El creador de las canciones, José María García, asegura que cuando las escribe intenta transmitir situaciones personales. “No queremos hacer denuncia política ni social, tan sólo expresar lo que sentimos”, afirma. Influenciados por grupos como los Static-X, Paradise lost o Hanzel and Gretyl, los miembros de Groteska caracterizan su música con melodías que se acercan a una visión oscura de la realidad. El conjunto comenzó su primera grabación en 2006, ahora, después de sacar de la oscuridad su segundo álbum, en el verano de 2008, se preparan para publicar su tercera creación. No obstante, el sentimiento que transmiten en los directos de sus espectáculos es su verdadera esencia como grupo gótico representativo en Jaén.