Giro inesperado
Manuel Agustín Poisón desde Jaén. La respuesta del pueblo a una despiadada política de recortes y austeridad impuesta por la Merkel y obedecida por el santo patrón de nuestra España querida, ha sido clamorosamente expeditiva el pasado 12 de mayo en forma de grito mudo. Como los gritos mudos no pueden escucharse, de ahí el calificativo, nuestro capitán de a bordo no ha hecho ninguna referencia al respecto, y, en el Congreso, se ha limitado a seguir manifestando su ineficiencia al mando de la nave, en un alarde rimborizante de bravuconería reformando su propia reforma, esperanzado esta vez con dar en el clavo, y eso que la reforma reformada solo contaba con dos meses de vida.
Es “vox populi” que los verdaderos culpables de esta crisis económica no son los gastos públicos, por la sencilla razón de que son los gastos públicos los que se costean de los impuestos. Luego entonces, ¿quiénes son los verdaderos culpables? La respuesta a esta cuestión está en las calles porque el pueblo ha decidido participar en el juego político contra todo pronóstico. Los ciudadanos y ciudadanas han salido a las plazas tal y como exige una autentica democracia. El movimiento 15-M, al margen de no ser aquello que tanto temen los de la gobernanza, sigue, después de un año de vida, más fuerte que nunca y eso significa un duro revés para los que su culo es un sofá. La clase política está demostrando una altanería impropia al descalificar a la ciudadanía que se manifiesta, legitimada por el derecho que le asiste, pretendiendo criminalizar el movimiento dotándolo de ideología extremista. Pero, una vez más, la ciudadanía ha demostrado que los políticos se equivocan al no escuchar a sus representados. Los partidos políticos sufren de vejez y sus dirigentes siguen empecinados en alargar la jubilación hasta lo indecible porque sin ellos no habrá salvación. ¿Cuándo se darán cuenta de que la renovación impide la muerte?