PEDRO DEL PINO CONEJO: “Con la democracia hemos ganado en calidad de vida”
PEDRO DEL PINO CONEJO
Mariam López
Su mejor carta de presentación son sus 80 años de vida, y esa mirada profunda que guarda tantas vivencias. Nació en 1928, en Almogía (Málaga), pero fue adoptado por Jaén con solo 22 días, y se siente ante todo jaenero. Vivió lo peor de nuestra memoria histórica con la Guerra Civil, pero también, afortunadamente presenció el tránsito hacia una más que debida Democracia. Empresario querido y respetado en nuestra capital, por su gran corazón, su alegría contagiosa y su saber afrontar y superar los golpes de la vida, de la mano de su esposa a quién adora. Dedicado al sector del automóvil cuando aún no estaba azotado por esta crisis.

Su mejor carta de presentación son sus 80 años de vida, y esa mirada profunda que guarda tantas vivencias. Nació en 1928, en Almogía (Málaga), pero fue adoptado por Jaén con solo 22 días, y se siente ante todo jaenero. Vivió lo peor de nuestra memoria histórica con la Guerra Civil, pero también, afortunadamente presenció el tránsito hacia una más que debida Democracia. Empresario querido y respetado en nuestra capital, por su gran corazón, su alegría contagiosa y su saber afrontar y superar los golpes de la vida, de la mano de su esposa a quién adora. Dedicado al sector del automóvil cuando aún no estaba azotado por esta crisis.
Quién mejor que Pedro del Pino para contarnos en este treinta cumpleaños de nuestra Carta Magna, el antes y el después de aquel 6 de diciembre de 1978.
—Usted que ha vivido una guerra, la Transición, y el nacimiento de una Constitución, ¿Qué recuerdo guarda de toda aquella etapa histórica?
—Se mezclan recuerdos tristes y otros entrañables. Me viene al recuerdo mi padre, militar encarcelado durante la Guerra Civil, condenado a 40 años de cárcel, que no llegó a cumplir en su totalidad, cuando en el Jaén de aquellos años se habilitaban como prisiones los Conventos, e incluso la propia Catedral. De hecho, mi padre cumplió condena en el Convento de Santa Úrsula, junto a la Iglesia de la Magdalena. Recuerdo el dolor de mi padre dejando a 5 hijos y a una esposa solos, y con la incertidumbre de volver a verlos, de vivir o ser ejecutado. Y la gran pérdida de mi hermana Mari, que estando embarazada murió a consecuencia de los golpes recibidos durante el juicio de mi padre. Antes las personas carecían de derechos tan básicos como la dignidad o el respeto. Mi madre fue siempre un ejemplo de valentía, y superación, con mi padre en prisión y cinco hijos aún pequeños, supo salir adelante y reponerse de las adversidades, jamás contó a mi padre que la muerte de mi hermana se debió a una brutal agresión, lo silenció toda la vida por no dar más tormento a mi padre. Un buen recuerdo, es que mi padre volvió a nacer, como se suele decir, ya que se salvó milagrosamente del llamado “tren de la muerte”, que conducía desde Jaén a unos 300 presos destinados a las cárceles madrileñas, antes de llegar a Madrid, en Villaverde fueron fusilados en grupos de veinticinco, sin hacer distinciones, y mi padre salvó la vida ya que un policía se apiadó de él y lo encerró en los servicios para que no fuera ejecutado. Su fortaleza siempre ha sido un referente en mi vida.
—¿Cómo era la vida antes y después de la llegada de la Constitución?
—Bueno, yo puedo decir que me siento afortunado, o soy un afortunado, ya que la verdad, durante la Dictadura no viví mal. En cuanto a cambios importantes, diría que la seguridad ciudadana, antes se podía salir a cualquier hora sin miedo alguno, no existía tanta delincuencia. Pero lo cierto es que tras la Constitución, o mejor, con la Democracia hemos ganado en calidad de vida, antes el que por ejemplo tenía un coche, o una moto era “un dios”, y hoy día en casi todas las familias hay más de un vehículo. Tras la guerra proliferó el estraperlo que era el comercio ilegal (mercado negro) de los artículos intervenidos por el Estado o sujetos a racionamiento, decretado por el régimen de Franco desde 1936 hasta 1952. El estraperlo supuso la aparición de nuevas fortunas conseguidas con tal venta ilegal de productos. Productos tan de primera necesidad como el pan, eran escasos, el pan se amasaba en casa, hoy en día ¿qué nos falta?, la democracia, por fortuna, nos trajo calidad de vida, aunque por ponerle un pero diría que también una subida de los precios en general. Ahora que comienza la campaña de la aceituna, recuerdo cuando antes los aceituneros tenían que ir al tajo andando, lloviera o nevara, día tras día se iba a recoger aceituna, haciendo a pie muchos kilómetros, la gente entraba en calor metiéndose en los bolsillos piedras calentadas previamente en el fuego. Hoy día, casi todo aceitunero tiene su propio vehículo, y ya no se pasa tanta penuria como antes, la mecanización también ha ayudado mucho.

—Hay cosas en que sí, y otras en que no. Podemos agradecerle la libertad ideológica y política, antes no había esa facilidad para acceder a las urnas, las mujeres incluso no podían votar, y para cualquier cosa debían contar con el consentimiento del esposo. Esto por suerte se ha superado, pero vemos que la igualdad entre hombres y mujeres no se ha conseguido del todo, porque las mujeres en el ámbito laboral siguen discriminadas, menor sueldo, quedarse embarazada la mayoría de las veces conlleva un despido... Tampoco se ha logrado el derecho a una vivienda digna, nuestra juventud no puede acceder a una vivienda, y quienes lo consiguen viven hipotecados de por vida. Respecto al Derecho al trabajo, nuestra Constitución se creó en un período próspero, que no imaginaba treinta años después las vueltas que daría el país. Reconocer el derecho al trabajo, no ha supuesto que todo ciudadano lo tenga, ya estamos viendo y viviendo una etapa en la que ese derecho reconocido no se cumple. Y el año 2009 viene peor.
—¿Considera necesaria una reforma de la Constitución española?
—En treinta años, la sociedad, la economía, la vida en sí ha cambiado totalmente, luego en ciertos aspectos, creo que sería necesaria una revisión de la que es nuestra norma fundamental.
—¿Cómo valora usted a la generación nacida tras la Constitución Española, y en concreto, la jiennense?
—Afortunados, para empezar, porque no han vivido la dureza de la posguerra, no han carecido de lo esencial, si no todo lo contrario, tienen todo en sus manos, la posibilidad de estudiar, que antes solo tenían las clases altas, la tecnología que los abre al mundo, que antes no existía, y sobre todo la posibilidad de expresarse sin censuras. Pero, en fin, hay de todo, gente buena, mala y regular, es cuestión de la educación que se reciba en casa.
—¿Ve un Jaén próspero?
—Solo basta con mirar lo que ha crecido, de ese Jaén que llegaba a poco más del Paseo de la Estación, a este otro de gran expansión. Como ya he dicho, antes apenas había automóviles, y hoy desde mi ventana veo pasar miles cada día. La sociedad está más preparada, es más culta, como he dicho desde el principio, en Jaén hay calidad de vida.