Genial desenlace con gotas de agua bajo los cohetes
Aseguran quienes se dedican al arte de contar historias que no es sencillo encontrar un final adecuado para cada trama. El “desenlace” de la Feria de San Lucas, un cuento sin ficción, fue tan curioso como genuino: cohetes bajo la lluvia. El Parque de Andrés de Vandelvira recibió a “Ícaro”, el espectáculo de Pirotecnia Sánchez que fusionó imágenes y música, como punto final. El cierre de la edición de 2015 dejó un puñado de escenas curiosas, como la de una familia de diferentes generaciones a cubierto de la lluvia, que arreció en el comienzo de la traca, bajo el mismo paraguas. El número propició otro efecto bello, aclamado por los asistentes: las proyecciones de color verde visibilizaron más las gotas de agua. Antes del “fuego” de “Ícaro”, la “prórroga” del “día grande” evidenció la cantidad de personas que está unida a una cita emblema del Santo Reino. Nada como el ambiente de feria para hacer todo lo que no se puede en la rutina diaria: vestir de gala, bailar a las cuatro de la tarde en una caseta, beber en mitad de la calle y compartir emociones en familia.

Por la mañana, en el parquin del acceso llamaban la atención de los viandantes las letras intermitentes de una chocolatería. A los pies del establecimiento bailaban niños menudos en corro como si estuviesen en el patio del colegio. Las atracciones infantiles eran, también, el “reino” de los menores. Hubo un momento en que solo dos adolescentes, sentados juntos, eran los únicos que disfrutaban del “sapito loco”. Los padres vigilaban —unos acomodados en sillas de plásticos de una conocida marca de refrescos; otros, de pie, enfrente de la “minipista”— a sus hijos cuando estos hacían de pilotos propensos a los choques en coches de su tamaño. La ilusión, la fantasía de compartir con los amigos momentos de euforia, era la misma en el tiovivo.
Comercio. La Feria de San Lucas 2015 destacó por su notable afluencia, si bien el impacto que dejó en los bolsillos de los establecimientos fue discreto, según comentaron dueños de puestos a este periódico. “Los viernes y los sábados han sido muy buenos. Pese a que hubo agua, la gente tenía muchas ganas de salir”, explicó Lourdes Fernández, propietaria de Mundo Dulce. Sus productos, los algodones, se vendieron a buen ritmo. Rocío Garrido e Iván Moreno, de Vino de Calatayud, repitieron, con dos puestos, en el recinto. “El año pasado salimos en portada”, recordó él.
La fiesta, el último y gran destello de San Lucas, fue posible gracias al juego de luces y canciones que preparó Pirotecnia Sánchez en el Parque de Andrés de Vandelvira del Bulevar. “Fue un espectáculo muy diferente al de años anteriores”, especificó José Sánchez, gerente de la empresa. No cambiaron las reacciones felices. El agua, que iba y venía a lo largo de la feria, se coló en el momento de los cohetes. Una estampa diferente en la cita favorita de los jiennenses.