Gaspar Zarrías se va: tiembla Jaén

Quienes conocen a Gaspar Zarrías y, sobre todo, quienes le siguen muy de cerca saben a ciencia cierta que lo que dice lo dice con conocimiento de causa. No fue un brindis al sol que soltara aquello de “más temprano que tarde”, para referirse a que dejaría en manos de Francisco Reyes la dirección del partido, ni tampoco lo de que “en un futuro inmediato” sus responsabilidades no estarían directamente ligadas a Andalucía. Eran insinuaciones certeras que el tiempo, como siempre, ha convertido en verdades como un templo. Lo que ocurre es que, para muchos, no siempre las dice en el momento más oportuno.

    08 feb 2010 / 21:25 H.

    Sin embargo, la actualidad manda y lo importante, ahora, es que el todopoderoso, ese hombre bajito, calvo y con bigote, dejará de tener la influencia que siempre tuvo en su tierra, a la que quiere y por la que ha luchado y seguro que luchará por encima de muchas cosas. Recuerdo que recién cerradas las urnas de las últimas elecciones municipales, un concejal de peso en el Ayuntamiento de la capital me dijo: “Cuando Zarrías ya no esté, temblará Jaén”. Temblará Jaén porque este político hiperactivo, perejil de todos los platos de los fogones de la Junta de Andalucía desde hace dos décadas, ya no tendrá el poder de barrer para adentro como siempre hizo, en beneficio de todos los jiennenses, incluso de quienes ahora se frotan las manos al ver el enemigo jugar fuera de casa.
    Puede que sea la primera víctima política del cambio que se avecina en Andalucía o puede que su estampida estuviera más que pactada. También puede que los dos últimos caramelos recibidos, primero por Manuel Chaves, y después por el mismísimo José Luis Rodríguez Zapatero, le terminen de empachar el estómago. Pero lo innegable es innegable. Y lo innegable es que Gaspar Zarrías, en lo orgánico y en lo institucional, ha sembrado cátedra política y ha conseguido unificar las voces descarriadas del partido.
    De su biografía ya se sabe todo o casi todo. Este cazalillero que entró en el Partido Socialista con los diecisiete años recién cumplidos, hijo y nieto de alcaldes del pueblo en el que nació en 1955, fue uno de los pocos supervivientes de los contados “borbollistas” que permaneció en la Ejecutiva tras el congreso andaluz de 1988, el mismo año que desempeñó por primera vez el cargo con el que más notoriedad consiguió: consejero de Presidencia. El 1 de octubre de 1994 fue aclamado como secretario general del PSOE de Jaén, un cargo que compatibilizó hasta la actualidad con una maestría sorprendente y, sobre todo, con una dedicación exclusiva a su trabajo. Un año después, asumió la cartera de Industria, que le permitió afrontar enquistados conflictos en Astilleros, Cárnicas Molina y Santana Motor. Una ejemplar tarea que fue premiada con Presidencia por el nuevo presidente, Manuel Chaves, después de los comicios de 1996. Ambos, unidos desde principios de la década de los noventa, representaron hasta mayo del año pasado el poder de la Junta de Andalucía. En sus despachos se condimentaron todas las políticas por las que se han regido buena parte de los municipios andaluces.
    Pero si por algo es conocido Gaspar Zarrías es por la enorme capacidad de trabajo, capaz de recorrer kilómetros y kilómetros en un solo día, de lunes a lunes, sin horarios y con la cabeza siempre bien amueblada. De ahí las críticas de los máximos representantes de la oposición, quienes le ven como un manijero sin escrúpulos por hacerse con el control y la maquinaria de lo orgánico y lo institucional. El mismo que ahora es secretario de Estado y el número cuatro del partido que gobierna en España. En manos de su natural sucesor, Francisco Reyes, deja una fuerza política que ya nunca volverá a ser la misma.