Gaitán acude al rescate (1-1)
No fue el partido de los ex ni de los que llegaron nuevos, aunque dejaron detalles apreciados sobre el césped. Fue la noche de Raúl Gaitán, el jugador que luce el brazalete de capitán en las filas jiennenses y que celebró su centenario de partidos de la forma soñada, con un gaitanazo, un disparo que salió como un obús de sus botas y que se incrustó en la escuadra de Aulestia.

Pocos goles tienen tanta belleza en tan poco recorrido. Fue realizar el golpeo y comprobarse su destino. El gol tuvo la importancia que merecía, porque sirvió para igualar un partido que se le puso cuesta arriba al Real Jaén por un tanto encajado en la primera parte, en un mal despeje de Toni García. Sin embargo, el equilibrio y el reparto de puntos final justificaron los aciertos de los dos conjuntos. Ninguno mereció perder en el denominado duelo de los gallitos. El más fuerte no pudo con el que aspira a serlo y con el que desea consumar su retorno a la Liga Profesional. Fue un encuentro de tensión, de bravura y de dinámicas de juego parecidas, aunque diferentes en su contenido. Más ardor y furia en el Real Jaén, más temple en el Cádiz. Pero ninguno superó al otro.
El Real Jaén no entró mal al encuentro. Tuvo una puesta en escena interesante, con algunas combinaciones muy bien articuladas y con acciones de peligro que crearon cierta desestabilidad en la defensa amarilla. Urko Arroyo avisó primero en una jugada de estrategia, a los cinco minutos, después Montero probó suerte desde la frontal del área, pero el balón salió ajustado. En la recta final del primer tiempo Paco Sutil dejó un par de detalles espléndidos. En uno de ellos se sacó un disparo que llevaba dibujado el gol. No mereció el Real Jaén el castigo del primer tiempo. El fallo de Toni en el despeje, aprovechado por Juan Villar, pesó más que la pasión y el fútbol aseado que en algunos momentos presentó el equipo de Aybar.
Salió el Real Jaén en la segunda mitad con la convicción de que era posible neutralizar el gol de Juan Villar, aunque no suele ser fácil reducir los marcadores en una categoría tan cerrada como esta. Pero el conjunto blanco tuvo fe y paciencia. Se movió bien en el campo, con un Montero excelente y un delantero dinámico como Urko Arroyo. Pero la gloria era para Gaitán. Así estaba escrito. Probablemente no había otra forma más bella de llenar esos cien partidos con la camiseta jiennense. Y fue, además, un premio al trabajo realizado, porque el lateral malagueño tuvo una complicada tarea para contener a Migue García. Lo frenó como pudo y, a veces, paso por problemas. Pero todo se olvidó cuando el gaitanazo acabó donde nunca llegan los porteros. Pudo marcar después Montero, que se lesionó en la jugada inmediata en un choque con un defensor. Se fue el nueve y perdió fuelle el Real Jaén. Emergió entonces el Cádiz, pero casi siempre a balón parado y por arriba. No hubo más. El gaitanazo facilitó un empate que no supo mal.