Fusión de sentidos por amor al arte
Diana Sánchez /Jaén
Algunos lo pueden considerar un sexto sentido, otros aseguran que es una atrofia de los sentidos, incluso se podría pensar que es un fenómeno paranormal, pero para Josefa Salas Vilar, ser sinestésica, es una facultad natural que le abre un grandioso campo cuando se adentra en el mundo de la creación artística.

Algunos lo pueden considerar un sexto sentido, otros aseguran que es una atrofia de los sentidos, incluso se podría pensar que es un fenómeno paranormal, pero para Josefa Salas Vilar, ser sinestésica, es una facultad natural que le abre un grandioso campo cuando se adentra en el mundo de la creación artística.
La sinestesia consiste en experimentar sensaciones con sentidos diferentes, como ver colores con los sonidos u oler con el tacto. Esta mezcla ya lo experimentaron artistas que marcaron un antes y un después en sus disciplinas, como Kandisky, que pintaba música; el poeta de la generación de los malditos Baudelaire, o el ruso y padre de la inmortal Lolita, Vladimir Nabokov. “Cuando me hablan de una despedida veo una mancha de color blanco y también el número cero. Al igual que mi novio es el azul, el cuatro y una figura cuadrada. También aprecio colores en la personalidad de la gente”, asegura.
Sus pinceles son las herramientas con las que expresa esta vorágine de informaciones sobre los lienzos que se muestran en la Galería Delagua. Con un título que indica lo especial que es la autora, Cuerdos-3Re, la colección está formada por sesenta cuadros de diferentes tamaños que hacen referencia a la memoria y a varios viajes que realizó Salas Vilar. “Incluyo paisajes de Úbeda, Granada, Burunchel, y rincones de Alemania y Dinamarca”, concreta. Y es que su tema favorito siempre fue la memoria y todo lo relacionado con esta parte del ser humano, tanto en el plano físico como en el psicológico. En los cuadros se pueden diferenciar las figuras, aunque lo esencial en cada obra son los colores, las cifras y las formas que se sumergen en la conciencia de la pintora cuando mira, huele, saborea o escucha el pasado.
A pesar de que la ubetense vivió siempre con esta facultad de interconectar y mezclar los sentidos, no descubrió realmente lo que le pasaba hasta que fue a la Universidad de Granada a estudiar Bellas Artes. “Una amiga que hacía Psicología me preguntó si conocía un caso de sinestesia para investigarlo. Yo no sabía que significaba aquello, pero cuando me lo explicó le dije que esas sensaciones eran normales, que las tenía todo el mundo. Fue cuando me descubrí y aprendí lo especial de esta conexión”, dice. A partir de entonces, la joven se dedica a analizarse. “Realizo una tesis doctoral sobre mi caso. Se trata de algo que ocurre a una de cada dos mil personas”, indica. Además, participa en el equipo del Departamento de Psicología experimental de la Universidad de Granada. Incluso, llegó a dar su testimonio en el reportaje del programa Redes titulado Flipar en colores. Según manifiesta Salas, algunos estudios confirman que la sinestesia se puede heredar, pero de manera muy peculiar, ya que los padres se lo transmiten a sus hijas y las madres a sus hijos. “No sé hasta qué punto es cierto, pero puedo afirmar que mi padre no lo es”.
Sin embargo, de pequeña sospechó que tenía alguna “tara”, en algunas materias. “Para el aprendizaje de temas relacionados con el arte, tenía ventajas porque los sinestésicos memorizamos más, pero en matemáticas siempre tuve problemas”, asegura. Y es que al tratarse de conceptos numéricos en los que se crean múltiples fórmulas, sus percepciones se saturan y se pierden.
Por ello, para aprovechar esta oportunidad que le brindó la naturaleza, Josefa Salas se prepara para viajar a Alemania, donde trabajará con un grupo de investigación. “En el proyecto pretenderé hacer físicas estas sensaciones sinestésicas por medio de exposiciones”, matiza Salas Vilar.
Una forma de mostrar al resto de mortales la mezcla de sensaciones que experimenta, sin que parezcan los efectos especiales de una película de ciencia ficción.