Fundamentalismo social y religioso
Los condicionamientos culturales intentan atarnos a las “necesidades” de la sociedad —las que unos pocos desde “altas instancias”, económicas, religiosas y, subsidiariamente, políticas deciden—, hurtándonos con ello la libertad, pues nos alejan de nuestro verdadero sentir, que no tiene por qué estar atado a la vieja y superada, muchas veces, “Tradición”.
24 sep 2013 / 16:19 H.
Estos condicionamientos, cual programas de ordenador, son instalados en nuestras mentes desde la más tierna infancia, y deciden el discurrir de nuestras vidas con sus mandatos. Descubrir estos saboteadores de nuestro auténtico sentir, de nuestro corazón, requiere reflexión, introspección, para poder detectarlos y liberarnos de su método controlador. Una forma de hacerlo es atender muy bien a cómo formulamos lo que sentimos. Escucharnos atentamente y descubrir si lo que de verdad nos decimos y “queremos”, procede de nosotros mismos, obedece a nuestra decisión o, por contra, es producto de una programación de otros, no aceptada por nuestro corazón y que nos lleva a desviarnos de nuestro camino y a infinidad de sufrimientos. Esa programación de nuestras mentes infantiles fue hecha, sin consciencia de lo que hacían, por padres y educadores —adoctrinadores en muchos sentidos—, en una cadena que nos ha conducido hasta el momento presente teniendo que competir —conciencia de escasez— y desgastarnos. Vivimos pensando que somos libres, pero no lo somos. Especialmente dramático en nuestro mundo es, como ejemplo de lo comentado, lo que sucede en los países donde persiste, o rebrota, el fundamentalismo religioso. El camino para superar nuestras diferencias exige trabajar en nosotros mismos, como he dicho, para desterrar todos los programas que intentan sabotear nuestra auténtica libertad.
Gerardo Hernández Zorroza desde Getxo