FRANCISCO FONTECHA CRUZ: "Trabajé durante 35 años en la gran casa de Diario JAEN"

JUANA PASTOR
Nace en Jaén en el barrio de San Juan en 1932. Hijo de Leonardo y Carmen, fueron seis hermanos, de los que, en la actualidad, viven sólo cuatro: Paquita, Ángel, Carmen y nuestro protagonista. Destaca una infancia feliz con recuerdos familiares entrañables, a pesar de las muchas dificultades que tuvieron que superar. Francisco Fontecha Cruz es una persona generosa y entregada a los suyos. 

    07 feb 2010 / 11:29 H.

    —Con mucho trabajo, consiguió formar una familia de la que se siente muy orgulloso. ¿No es así?
    —Por supuesto. Mi esfuerzo en muchos años de trabajo junto a la gran tarea de mi esposa, Rosario Almagro Sánchez, con la que llevo compartiendo mi vida 54 años, nos hace sentirnos orgullosos de nuestros hijos, a los que hemos procurado darles lo mejor y los medios necesarios para situarlos en la vida: María de los Ángeles, que es psicóloga;  Leonardo, linotipista que trabajó en Diario JAEN y ahora es profesor en la Escuela de Artes y Oficios; José Manuel, funcionario del Servicio Andaluz de Salud; Rosario, profesora de Inglés, y Paqui, que trabaja en el Ayuntamiento de Jaén en Bienestar Social. Disfruto de mis siete nietos, que me llenan de satisfacción. Especialmente, me enorgullece tener una periodista en la familia, mi nieta María Luisa.
    —-¿A qué edad comienza a trabajar?
    —Con sólo doce años empiezo mi vida laboral en la Gestoría de José Luis Sánchez, en calle Los Álamos, empresa y familia de la que guardo muy buenos recuerdos en los dos años que estuve con ellos. Pasado este tiempo, cambio de rumbo y, a los 14 ó 15 años, empiezo a trabajar en este diario         —nuestro Diario JAEN, como yo lo sigo llamando, aunque lleve ya jubilado algunos años—, con la categoría de “Ciclista”.
    —¿Qué trabajo es ese en un periódico?
    —Yo no he visto una bicicleta en mi vida. Esta era una categoría que  existía en la reglamentación, traducida a la de botones, con lo que ello conlleva, como trabajar de recadero o estar pendiente de que no parase el teletipo. En definitiva, prestar un buen servicio a redactores y personal.
    —¿En qué consistía su trabajo?
    —En principio, era aprendiz de todo, pues era muy joven. Empecé en la máquina “Minerva” y también como cajista. Más tarde, pasé a la composición de linotipia y también como corrector, aunque la verdad es que en este último no me encontraba a gusto.
    —¿Cómo recuerda aquellos años?
    —En lo que eran relaciones personales conservo recuerdos extraordinarios de todos; éramos una gran familia. Luego, técnicamente, trabajábamos en condiciones bastante precarias, ya que eran muchos los obstáculos que teníamos que salvar hasta poner el diario en la calle. Mi jornada era de 10 de la noche a 4, 5 ó 6 de la mañana, todo dependía del cierre de la tirada.
    —¿Cómo linotipista conoció a muchos profesionales?
    —Es muy difícil dar nombres, pues seguro que pasaron de cien las personas con las que me relacioné. Destaco como regentes a José Fernández Capón, a Tomás Calero y a José Ocaña, que son algunos de los más próximos a mi época. A todos respeté y con todos creo que mantuve una cordial relación.
    —¿Y directores?
    —A bastantes, pues en más de 35 años que estuve en esta casa pasaron algunos: Fausto Fernández de Moya, Carlos Briones, Antonio Villargordo, José Chamorro, Pedro Morales y Miguel Ángel Castiella (para mí un extraordinario periodista y director), entre otros. De todos guardo buen recuerdo, así como de muchos periodistas que pasaron por la redacción, como José Carrascosa, Manuel Lucini, Luis Merlo, Rafael Alcalá, Vicente Oya, Manuel Ruiz de Adana y Valeriano Contreras, entre muchos otros, ya que la lista sería interminable.
    —Uno de los profesionales fue algo especial para usted, ¿no?
    —Sí, recuerdo a Juan Lombardo, administrador general, hombre de una calidad humana extraordinaria. Él me presentó a José Villar Casanova (Vica), que me sustituyó como corrector, aunque más tarde demostraría ser un gran profesional del periodismo y no digamos como dibujante. Para mí, un fuera de serie.
    —De las generaciones actuales, ¿conoce a muchos profesionales?
    —Seguro que a bastantes más, aunque destaco a los redactores Juana González, Ángel González y José Eugenio Lara y los fotógrafos Rafael Casas, Francisco Calero y Agustín Muñoz, que son con los que más relación he tenido últimamente. Diario JAEN cuenta con un plantel de gente joven extraordinario y ha vivido una remodelación total. Destaco al director, Juan Espejo, al que conozco desde que vino a Jaén para hacer prácticas, que dio un impulso importante al periódico. Como director, ha conseguido los mejores éxitos, es trabajador y buen compañero de viaje en la elaboración de extraordinarias páginas, siempre bajo mi apreciación personal.
    —Tantos años imprimiendo, ¿recuerda alguna anécdota destacable?
    —Por supuesto que tengo muchas, aunque destaco esta que no olvidé nunca por lo que supuso para mí. Carmen Polo de Franco visitó varias veces Jaén y, al imprimir la noticia que dábamos al día siguiente de su  visita, se cambiaron unas líneas de plomo en las que se leía: “Doña Carmen Polo de Franco visitó el Ayuntamiento de Jaén y se le entregó un precioso D. Antoni Calvo teniente de Alcalde”, dónde debía leerse “un precioso ramo de flores”. ¡Imagínese cuando vimos el periódico!
    —¿Qué consecuencias tuvo para usted?
    —En esta errata, al igual que en otras, intervine junto a otros compañeros y tuve que ir al despacho del entonces gobernador civil, Felipe Arche, acompañado del regente, Tomás Calero, a pedirles disculpas e intentar justificar cómo pueden suceder estos fallos en los periódicos con las pruebas. Se me sancionó con tres días sin trabajar. Como estaba recién casado, no me vino del todo mal el castigo, pues fue sólo sanción de empleo y no de sueldo, así que disfruté de la Feria de San Lucas.
    —Después de su actividad en el periódico, ¿qué otros trabajos ha desempeñado?
    —He trabajado en el Boletín Oficial de Provincia de Diputación, donde impartí clases de linotipia a bastantes alumnos del Colegio Santo Domingo; alternando también con la Escuela de Artes y Oficios, de la que han salido alumnos que más tarde se han establecido como empresarios.
    —¿Siempre en Jaén?
    —No, he trabajado también en distintas ciudades, como Burgos, Pamplona, San Sebastián y, en dos ocasiones, en Málaga, en el Diario Sur y en el Diario de la Tarde.
    —Ojeando las páginas de Diario JAEN, ¿en cuáles se detiene especialmente?
    —Me gusta estar informado sobre todos los ámbitos, aunque presto especial atención a los asuntos deportivos, pues soy un gran amante del fútbol. Mi carnet de socio del Real Jaén es del año 1952 y, por supuesto, soy muy aficionado a los toros. Comencé a leer las primeras críticas que sabiamente escribía Rafael Alcalá y, años más tarde, Alfredo Margarito. Leo todas sus páginas y mantengo mi fidelidad al diario en el que tantos años dediqué mi vida.