Fotografías con las que nació el retrato de Antonio López
Tardó veinte años en ver la luz y dará para reflexionar otros tantos, al menos. En esta ocasión, el retrato real de Antonio López centró un coloquio, organizado en el Ateneo de Madrid, en el salón Ciudad de Úbeda, por la Asociación Justicia y Opinión, para conocer y debatir sobre este cuadro presentado hace unos meses y que, en la actualidad, puede verse en el Palacio de Oriente.

Para ello, contaron como ponentes con conocedores del arte y su historia —como el pintor y crítico jiennense Miguel Viribay y el historiador y exconservador de El Prado Matías Díaz Padrón— y, como testigo privilegiado de la preparación del cuadro, a quien elaboró las fotografías que sirvieron de base para la realización de la obra, el laureado fotógrafo Chema Conesa.
Él fue citado por su amigo Antonio López a su estudio para “realizar unas fotografías”. Poco o nada se imaginaba de lo que le esperaba en el estudio del pintor cuando llegó. Así lo recordó el fotógrafo, que fue Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en 2011. Allí, en infinidad de poses y actitudes, fotografió a la familia real, como proceso previo al comienzo de la obra pictórica.
Matías Díaz Padrón, por su parte, fue el encargado de encuadrar en la Historia del Arte el lugar de los retratos reales y reflexionó sobre el lugar que ha ocupado la pintura de grupo desde el siglo XVI, como Las Meninas, de Velázquez, o La familia de Carlos IV, de Goya. Y, en este sentido, el crítico Miguel Viribay fue el encargado de recoger el testigo para situar el cuadro de Antonio López como “una obra netamente del siglo XX”. En su intervención, invitó a ver el cuadro a través de la mirada actual. “Los personajes, por encima de todo, están vinculados a la cotidianidad de la vida”, destaca Viribay. “Todo ello expresado en una gama de blancos sabiamente matizados”, añade.