Foro del Aceite.- 'Si el comprador no valora el aceite y su calidad, el precio no subirá'
Enrique Alonso /Jaén
El cuarto Foro del Aceite de Diario JAEN sacó a los científicos de la Universidad y de los laboratorios para que dieran su opinión sobre la encrucijada en la que se encuentra el sector del zumo de la aceituna. Además, explicaron las relaciones que tienen con las empresas que producen y venden el 'oro líquido'.

El cuarto Foro del Aceite de Diario JAEN sacó a los científicos de la Universidad y de los laboratorios para que dieran su opinión sobre la encrucijada en la que se encuentra el sector del zumo de la aceituna. Además, explicaron las relaciones que tienen con las empresas que producen y venden el 'oro líquido'.
El gran motor económico de la provincia y uno de los más potentes de Andalucía no puede estar al margen de la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico. El aceite de oliva genera el 18% del Producto Interior Bruto de Jaén y es capaz de influir hasta en el 30% de la economía, por lo que su relación con la ciencia y los avances para mejorar la calidad y los métodos de producción son determinantes para miles de personas.
El cuarto foro de Diario JAEN contó con José Juan Gaforio, que preside el Centro Tecnológico del Aceite de Oliva (Citoliva) y el es comisionado para el Centro de Estudios Avanzados en Olivar y Aceite de Oliva; Eulogio Castro Galiano, que es profesor del área de Ingeniería Química y uno de los investigadores más reputados respecto a los subproductos del olivar; Juan Gómez Ortega, que es catedrático en Ingeniería de Sistemas y Automática y doctor en Ingeniería Industrial; Anunciación Carpio Dueñas, que es bióloga y experta en grasas vegetales, y con Francisco José Torres Ruiz, que tiene un doctorado en Económicas y Empresariales y es profesor de Marketing en la Universidad de Jaén. La idea era que explicaran en qué se trabaja desde la Universidad y cómo es la relación y la transferencia de conocimientos entre el sector del aceite de oliva, que se encuentra en más de 300 aceiteras en la provincia, y los científicos que trabajan también con el zumo de aceituna en los laboratorios.
El director de Diario JAEN, Juan Espejo, fue el encargado de moderar el debate y de introducir las primeras reflexiones. “Nuestra apuesta por el aceite, por ver sus perspectivas y el futuro que 60 millones de olivos pueden tener nos interesa. Hemos hecho distintos foros y queríamos hacer uno para mirar el aceite de oliva desde la óptica de la calidad suprema y del tono científico. ¿Qué podemos aportar? Reflexionar en voz alta para que en el periódico la gente vea otra forma de entender el aceite de oliva, la vuestra que le dedicáis tanto tiempo y esfuerzo”, les dijo a los cinco asistentes a este foro para que comenzara el debate. Luego, se empezaron a lanzar ideas. El asunto de la concentración está bien presente en cada foro. En este, tampoco se olvidó. Los científicos piensan que sin músculo empresarial no se logrará crear una industria potente en torno al producto.
Los cinco invitados al cuarto Foro del Aceite organizado por Diario JAEN coinciden en que hay que trabajar en favor de la calidad. Por ello, resaltan la importancia de abordar el sector oleícola de una manera más profesional.
¿Cómo es la relación del sector con los científicos?
—José Juan Gaforio (JJG). En la Universidad se hacen muchas cosas, pero veo que la información no cala en la sociedad y, también, en el propio sector. Aquí tenemos un problema que, hasta el momento, no hemos sido capaces de solventar. Se hacen eventos de forma periódica, como Expoliva, el Congreso Internacional de Aceite y Salud o Cortijo Urbano, entre otros. Son distintos acontecimientos con gente importante a nivel internacional y me da la sensación de que no cala en el tejido productivo y en los propios jiennenses.
—Anunciación Carpio (AC). Un tema muy importante, que desde la Universidad se puede aportar algo y yo en mi experiencia con el sector veo que falta, es el tema de calidad. Todos hablamos de calidad, pero veo que ni siquiera desde las administraciones se trabaja. Tampoco en los restaurantes. Podemos empezar por las ayudas, que tampoco se enfocan a lograr este requisito, ya que se subvenciona la elaboración de lampantes. La Universidad hace trabajos, pero habría que insistir más en calidad y salud. En calidad hay fallos enormes. No entiendo cómo en bares, hoteles y restaurantes de categoría hay aceites lampantes. Voy mucho a Italia, que defienden los aceites virgen extra de alta categoría. Y los venden. Quizá tienen cuatro litros, pero dan imagen de alta calidad.
—Francisco José Torres (FJT). Estoy de acuerdo con mis compañeros. Lo veo desde la perspectiva del marketing. En la Universidad trabajamos mucho con el aceite y estamos convencidos de que el problema de los aceites de oliva es la comercialización. El tema de la calidad es fundamental, pero tiene el problema de que el mercado no la paga, por lo que el productor no está dispuesto a asumir los costes. Además, no somos capaces de poner el producto en valor. Así, es muy difícil que el mercado pague el esfuerzo. Entonces, la gente tiene que asumir los costes y no lo hace. El núcleo está en el consumidor y hay que trabajar en valorar el producto y prestigiarlo. También presentarlo bien porque tradicionalmente se asocia como un producto de alimentación básica. Van unidos el pan y el aceite. Si el consumidor no lo valora, el precio no mejorará.
—Eulogio Castro (EC). El sector tiene muchas facetas. Es inevitable ir a la calidad y la comercialización, pero desaprovechamos otras potencialidades, como los factores ambientales. Hay una serie de elementos para aplicar para demostrar que se trata de un cultivo muy social. Nosotros trabajamos para aprovechar los subproductos económicamente, ambientalmente, histórico y social. El sector tiene que ver cómo transformar otros productos, como la poda, el alperujo o las aguas de lavado y ponerlo en valor. Comunicar esto es un factor positivo. No es solo mercado, es algo que lo trasciende.
—Juan Gómez (JG). Entiendo que, de los que estamos aquí, represento a la parte de tecnología. Creo que en este sector, como en todos, la tecnología es esencial. Se debería apostar por mejorar porque hay mucho por hacer en el proceso de producción y de recolección. Esto es complicado porque está muy atomizado y las decisiones son difíciles de tomar. Las inversiones en tecnología, si no tienen rentabilidad inmediata, la gente se echa para atrás. El mercado, tal y como decía Curro (Francisco José Torres), no discrimina. Si invierto para mejorar la calidad y no tengo unos resultados espectaculares, no se hace. Si no lo valora el mercado y, al final, todo es caldo, pues no se invierte dinero. Por otro lado, en época de crisis, mejorar los costes de producción es clave para el sector empresarial. La única manera de conseguir beneficios es subir el precio o ahorrar costes y aquí la tecnología sería un aliado esencial. El proceso de producción de aceite es sencillo, pero me da la sensación de que hay huecos que se pueden utilizar. Pero lleva costes y no se asumen porque el mercado no lo valora.
¿Qué hace la Universidad en favor de la profesionalidad? ¿Cumple con sus deberes?
—FJT. La profesionalización es un mal endémico de todos los sectores. Mucho más, del agrario, y consecuentemente del aceite de oliva. Para tener profesionales cualificados lo primero que hay que hacer es pagarlos. Para ello, el sector necesita la concentración de recursos. Requiere la unión y que pidan los servicios especiales de personas cualificadas. Está relacionado y con una estructura atomizada es muy difícil trabajar con personal muy formado. La Universidad investiga y forma a estos profesionales para contribuir con el sector. No obstante, la profesionalización se logra con cualificación y también con experiencia.
—JG. ¿Existe demanda de profesionales cualificados? Al final, formas gente y no se coloca.
—AC. Sí hay demanda.
—JG. Me he expresado mal, quizá. Creo que existe la necesidad, pero no la demanda.
—AC. Precisamente, esta mañana me han llamado a mí. Lo que ahora hay en la Universidad en formación no cumple las expectativas de las almazaras. El máster de elaboración de aceite prepara en una parte, pero los programas no están adaptados a lo que exige el mercado laboral.
—JG. Lo que hay en la Universidad puede ser mejorable, pero tampoco tiene mucha demanda.
—EC. Llega el químico y va a trabajar a Valeo, por ejemplo. Si no es lo que quiere, en seis meses lo adapta. No podemos perder de vista la formación que se da en la Universidad, que es versátil. Donde vayas, te especializas. A lo mejor, lo que demanda es un curso de 100 horas para otra cosa. Quien te llame, que venga a la Universidad y le montamos un curso de lo que necesite.
—AC. El enólogo no es un curso, sino un experto universitario y se cualifica para el vino. Eso no lo hay para el tema del aceite y vosotros lo sabéis. Hay parcelitas. Lo que se demanda es alguien que haga ese papel, aunque tampoco hay una petición tremenda.
—JG. La cuestión es la atomización, que hace difícil que haya un técnico bien pagado. Hablo de tecnología y de una tremenda falta de formación. En esta provincia somos muy inertes. Estamos bien así y no somos ambiciosos. Sigo con el tema de la tecnología y veo que como la almazara más o menos funciona, nos quedamos ahí.
—EC. La mayoría de los olivareros no viven de los olivos. De ahí se derivan muchas cosas. Son ingresos adicionales, si te da más bien y si da menos, pues qué le hacemos.
—JG. Es lo que he dicho yo.
—EC. La prueba está en que hay 100.000 olivareros, pero no existen 100.000 agricultores.
—JJG. No estoy conforme con lo que has dicho —a Anunciación Carpio—. A la Universidad se le exigen muchas cosas. Han de solucionar diversos problemas. La sensación es que se espera de la Universidad todo sin aportar prácticamente nada. Pienso que, como dice Eulogio, tiene que formar de manera genérica a los alumnos y, en cosas puntuales que las empresas den el remate final. No hay universidad que haga cursos a medida para dos alumnos. Si la Universidad no lo hiciera bien, lo cogerían de otras universidades. El problema está en el sector.
—AC. Si quiero cambiar la forma de producir en la cooperativa San lo que sea, hay que meter a alguien que lo haga todo. La mayoría no lo puede enseñar porque ellos no saben. En Valeo está todo cuadrado y, aunque no sepan, aprenden. En cambio, para producir calidad y apostar por la comercialización se necesita que llegue gente de fuera para que cambie el modelo. En las aceiteras, no aprenden eso.
—JJG. La Universidad forma genéricamente a los alumnos. Hay profesores en investigación y forman. También está Citoliva, el Ifapa y otros centros. Hay una red interesante para especializarse en cosas concretas, aunque creo que no se conoce demasiado. El problema es que hay demanda, pero no se paga. La Universidad tiene una dinámica muy especial y se implica mucho con el aceite.
—JG. La gente que estamos aquí somos objetivos y autocríticos. No pecamos de corporativismo. Podemos dar muchos argumentos de la Universidad porque los conocemos, pero estoy conforme con José Juan. No percibo peticiones de cursos u otras cosas que no correspondamos como merece.
—AC. Yo soy presidente y digo: voy a cambiar la estrategia. ¿Qué hago? Hay un vacío.
—EC. Lo primero, llamar a la OTRI —la oficina de transferencia— de la Universidad.
¿Qué hay que hacer para que se valore la calidad del aceite?
—JJG. Existen problemas y uno de ellos es cómo saber qué es la calidad. Muchas personas dicen que no les pique y ya estaríamos en desacuerdo. Inversión en tecnología, apuesta por la calidad y todo eso está en valorar el producto. Hay que hacerle ver a la gente que si paga algo más es porque invierte en la salud. No es igual tomar cualquier tipo de grasa. Los componentes menores del aceite de oliva tiene componentes casi mágicos. Eso hay que decírselo al ciudadano para que sepa que compra un ingrediente bueno para la salud y, también, agradable al paladar. Después vendrá todo lo demás. Hay que decirle a la gente qué es un buen aceite. Si vas a una gran superficie, la gente se da una vuelta y, al final, se suele ir a por el más barato. Es como si yo quiero comprarme un coche y me voy a mirar uno de marcas de bajo coste y un Mercedes último modelo. Es que no saben lo que quieren. No da igual un extra que un refinado, ya que hay que saber diferenciar para qué se quiere. Si eso lo hace la gente es porque no sabe lo que compra.
—EC. La gente no sabe la diferencia entre aceite de oliva y virgen extra. Eso me lo han preguntado muchas veces.
—JG. Se habla del precio del aceite, pero eso no pasa con el vino. Precisamente, con el vino no se dice que está a 1,8 euros el litro, sino que se pregunta qué vino. Vega Sicilia o de mesa.
—JJG. Te pones a pensar y la gente debe ir con una plantilla. Ve de oliva, suave, intenso y otros. Al final, el propio sector fomenta eso. El consumidor no es tonto, pero lo confunde tanta cosa.
—JG. La gente consume aceite, pero tampoco es exigente.
—JJG. El vino y el aceite son similares, pero también hay muchas diferencias. Hablamos de salud. Me parece una barbaridad la carta que ha remitido el sector para eliminar la cata. Es una barbaridad y se trata de algo de locos.
—JG. Eso es que le interesa a muchos que están en el sector.
—FJT. Nosotros miramos con una lupa desde la Universidad al consumidor. Trabajamos revisando lo que hace y lo que dice. El problema es sencillo. Los consumidores ven los distintos tipos de aceite, los índices de peróxidos y otros indicadores. Entonces, el que compra piensa: ¿Qué es la calidad? Para el consumidor eso es chino. No sabe de eso y nunca lo va a saber porque le importa un pimiento. Aunque le des información, no le interesa. El aceite es un producto de baja implicación o, dicho de otro modo, poco importante para ti. Por ello, no asumes el trabajo de informarte. Todos estáis hartos de explicar, porque sois de Jaén, los distintos tipos de aceite. Los términos son incomprensibles porque la gente no sabe de química. Yo aprendo de algo cuando es importante, por ejemplo, un coche. No obstante, hay algunas excepciones. La información llega con mucho trabajo, con mensajes sencillos y con muchas repeticiones. Hay que ponérselo muy fácil porque no le llega.
—EC. Aceite de girasol y punto. Luego, coges el de oliva y hay virgen extra, afrutado, primera presión, suave, arbequina… Y sigues hasta donde quieras.
—FJT. Es una jungla semántica muy fuerte y difícil para un producto de baja implicación, por lo que el consumidor tampoco es capaz de diferenciar la calidad y, consecuentemente, no la paga.
—EC. No hay diferencia económica entre consumir lo bueno y lo malo. Está muy claro.
—JG. Entonces, por dónde hay que seguir en el futuro.
—FJT. Los incrementos de calidad del sector es una de las mejores cosas y hay que apostar por esto. Cuando compitamos con países con mano de obra de bajo coste, habrá que decir que nuestro producto es distinto. Hay dos maneras de pelear. O eres diferente o más barato. Nosotros tenemos que ser distintos. Tenemos que poner en valor el picual y tenéis vosotros mucho que decir. Hay que apostar por calidad y comunicar esa calidad desde una perspectiva del consumidor. Adaptarnos a su lenguaje.
—JG. Digo que hay que discriminar. El que apueste por algo mejor, tiene que premiarle el mercado. Eso hay que lograrlo.
—FJT. Hay que lograr que el mercado pague la calidad.
—JG. Se ha avanzado. Hay muchas cosas por hacer, pero ahora todos sabemos cuatro o cinco marcas de aceite que no las usarás nunca para freír patatas.
—EC. Mi suegro no come jamón blanco. Solo el ibérico. Son de Extremadura. En cambio, en su casa hay aceite de girasol.
—JG. Hay muchos colegas que vienen y se llevan aceite porque es de Jaén. Me da la sensación de que la marca Jaén no está bien explotada. La gente de fuera quiere que ponga que es de Jaén porque se nos conoce por eso.
—FJT. Lo que quieren no es aceite de Jaén, sino el que le diga una persona de Jaén que compren.
—JG. En Jaén es difícil comprar aceite. Vienen mis amigos y quieren comprar una botella de aceite y no sé dónde decirle. Ahora, quizás en El Corte Inglés. Eso me sorprende. También hay algunas tiendas, pero no muchas.
—FJT. En un experimento que hicimos hace poco, miramos la influencia del envase en la percepción de calidad. Cogimos a 120 personas, las metimos en cabinas y probaban aceites y puntuaban. Era el mismo aceite para todos. Sin embargo, probamos con cuatro recipientes. La conclusión fue que, si no te gusta el envase, el aceite está mucho más malo.
—JJG. Hasta ahora nos hemos fijado mucho en el consumidor, pero hay datos en restauración y creo que el 55% no tienen ni idea de lo que hablan en materia de aceite. Y son profesionales y no saben lo que tienen. Educar al consumidor es difícil, pero también formar a la restauración.
¿Qué ventajas tiene el aceite con otros productos que también apelan a la salud?
—JJG. Las alegaciones de salud tienen que aparecer en la etiqueta. Aceitunas, etiquetas o estrellas no se pueden poner. Está reglamentado a nivel europeo y hay que demostrarlo. Dais por hecho que el Actimel es bueno, pero os digo que os engañan. No hace lo que dice. La salud vende y hay gente que paga algo más y los que comercializan se aprovechan. Hay un periodo para ponerse en marcha, pero le ha cogido de lleno al aceite. No se puede poner lo que te dé la gana en la etiqueta. Hay un corsé y no podemos poner nada. Mientras, hay girasol y otros productos que se les permite. Por ello, el aceite de oliva está en desventaja. El consumidor no sabe lo que le estamos dando, pero el sector tiene una ventaja para el futuro. Hay que investigar para avalar todo lo bueno, que es lo único que permitirá la Unión Europea.
—FJT. Conforme, pero el problema de vender el carácter saludable del aceite no es de etiqueta. La gente sabe que es muy bueno y solo con que se lo comente su médico va y lo compra. Lo que no conocen son las variedades y las calidades que ven.
—JJG. El picor y el amargor es muy fácil de pasarlo de negativo a positivo. Esos sabores con tanta personalidad son muy buenos. La gente que se acostumbra a un picual, luego es muy difícil darle otro. No lo quiere y buscará el aceite de oliva con picor.
—FJT. El producto es un pack completo. Envase, producto, servicios, precio, la etiqueta, su web y anexos e, incluso, la receta. Más que por nutrir, la gente se gasta dinero por quedar bien. O ponemos a los consumidores a hacer un cursillo o se lo ponemos fácil.
—AC. La Interprofesional vende aceite de oliva. Incluso, desde la provincia se escribe eso. Esos mensajes tampoco se han transmitido.
—FJT. Hemos hecho un estudio sobre los conocimientos que tiene la gente sobre aceite de oliva. Era de responder verdadero o falso. Si lo hubiéramos hecho al azar, habría salido una media de un 3. Incluso, salió más bajo. No saben tampoco la diferencia de un ecológico.
—JG. Pero sí conocen los vinos de La Rioja y de la Ribera del Duero.
—FJT. Los vinos nos sacan 20 años en comercialización.
—JG. Porque no somos capaces de vender la marca de Jaén.
—JJG. La salud vende.
—FJT. Estoy totalmente de acuerdo, pero hay que ponérselo fácil al consumidor que va a la tienda.
¿Por dónde hay que caminar en el futuro?
—FJT. Unión como requisito para profesionalizarse. En todos los niveles. Hay recursos para estudiar, para vender, para marcas, biomasa y otras cosas.
—EC. Dejar de considerarlo un complemento y que pase a ser una industria. Se trata de una factoría que da un alimento, subproductos para energía y química y dejarnos de estar en el Neolítico. Ahora nos mueve el dinero, pero estamos en una concepción muy anticuada. Hay más olivos en el mundo, por lo que tendremos una competencia muy fuerte y moderna. Por ello, necesitamos a gente preparada. Hay que aprovechar no solo el aceite, sino las implicaciones ambientales. Tomar conciencia de que es una industria y no solo una cosa artesanal.
—JG. Mi percepción es que no se considera un sector empresarial serio, entre comillas. No quiero que se malinterprete. A veces, la gente no entiende que es un negocio y que necesitamos profesionales. Una almazara es una fábrica y muchas partes que se tienen que mejorar. A veces, hay zonas muy artesanales. Está muy atomizado y no da la sensación del sector tan potente como debería. Profesionalizar y entender que es un plan industrial. Y eso pasa por tecnificarse.
—JJG. En poco tiempo, lo menos importante será el aceite. Se sacará más dinero de los subproductos y las energías renovables. Al final, necesitamos mentalidad empresarial que piense en aceite y en otras más cosas. El olivo es como el cerdo, del que se aprovecha todo. Investigación, internacionalización, desarrollo, innovación y profesionalización. Será positivo que se acaben las ayudas. Si te dan la sopa boba, no te calientas la cabeza. Para el olivar fueron buenas en un momento específico, pero ahora no estoy tan seguro. Al principio, si desaparecen, será traumático, pero también se limpiará la era. Los que no sean profesionales, se irán. Entrará gente que quiera vivir como empresario.
—FJT. Habrá gente que se unirá si desaparecen las ayudas.
—AC. También habrá empresas de servicios muy especializadas que trabajarán en favor de la innovación y profesionalización.
—JJG. Eso pasará cuando desaparezcan las ayudas. No hay muchas empresas especializadas en el sector.
—AC. Es esencial la profesionalización y dar una imagen sencilla del producto. Muchos nombres y entresijos, que benefician poco. Ponernos de acuerdo y certificar calidad. Englobar y crear un parámetro de calidad. Vamos a defender los lampantes y salir al mercado con vírgenes extra.
—JG. Por la falta de unión, hay muchos intereses particulares.
Una reflexión para terminar
—(JG). Creo que habría que esforzarse con la unión para profesionalizar esto. Hacer un sector profesional e invertir en investigación, innovación, desarrollo y tecnología. Para ello, entender esto como un sector empresarial. Como un negocio. En definitiva, aumentar la productividad para ser más competitivo.
—EC. Hay que avanzar en un concepto de la biorrefinería. Hace que el aceite sea un producto importante en una gama de productos que se puede obtener del olivo. También hay otros minoritarios que también valen. Tener balsas es un despropósito porque hay aplicación para lo que echamos en ella. Avanzar para modernizar el cultivo y todo lo que lleva. Nuestro olivo, que es la fábrica, saca una variedad de productos.
—FJT. Hay que incorporar profesionales, que no sean temporalmente o con subvenciones. Crear grupos de personas que desarrollen el futuro. También el futuro dependerá del valor que le demos al producto en la sociedad. Dependerá del aprecio que le tenga el consumidor. De sus funciones, de lo bueno que es para todo. Aquí hay mucho que trabajar. El aceite, el cultivo y el impacto. Los pilares son unión del sector y valor del producto.
—AC. Necesita más calidad, pero le pongo el apellido razonable. Calidad reglamentada y que también haya otra de mínimos costes. Tenemos que meter calidad y para ello hay que luchar y trabajar para que lo hagan. Haz calidad y pelea para que te la paguen.
—JJG. Hacer un esfuerzo por mirar con nuevos ojos. Lo que se denominará con ojos de niño. Hay que abrir las ventanas para que entre el aire. Reflexión, parón y mirar los problemas de otra manera. Es un sector tradicional y es estático, que se muestra como uno de los grandes inconvenientes. Resulta obligatorio que entre gente de otras empresas, que no tengan nada que ver. Hay un buen ejemplo, que es Castillo de Canena. Que traigan ideas distintas y las apliquen. Se tiene que romper con la tradición porque es negativa y el sector con el que contamos ahora no nos vale. Son empresas y están para ganar dinero. El que se implique tiene que echar mano de la investigación, la innovación y la competitividad.
José Juan Gaforio
Un doctor en Medicina muy unido al aceite
José Juan Gaforio lleva toda su vida unido a la investigación con el aceite de oliva. Está convencido de que la grasa de la aceituna es tremendamente beneficiosa para la salud porque previene enfermedades y mejora la calidad de vida de las personas. Sin embargo, tiene claro que hay que demostrarlo con evidencias científicas para que cale en la gente.
Juan Gómez Ortega
Apuesta por la tecnología para ser más competitivo
Es el director de la Escuela Universitaria Politécnica Superior de la Universidad de Jaén desde 2006. Sin embargo, es un amante de la tecnología y trabaja en favor de la investigación. Considera que el sector oleícola tiene que invertir en mejorar este campo para incrementar su eficiencia, lo que redundará en reducir los costes y aumentar la rentabilidad.
Francisco José Torres Ruiz
Mira con lupa lo que hacen los consumidores
Es profesor de Marketing en la Universidad de Jaén. Estudia el aceite de oliva desde hace años y se dedica a mirar con lupa lo que hace el consumidor, ya que considera que el gran problema del zumo de la aceituna se encuentra en la comercialización. Tiene claro que hay que ponérselo fácil y que el sector tiene que valorar el producto para que se pague mejor.
Anunciación Carpio Dueñas
Su olfato es infalible con los aceites de oliva
Anunciación Carpio Dueñas es bióloga y experta en grasas. Sin embargo, ers considerada una de los entendidos más prestigiados en el zumo de aceituna. Dicen que su olfato y gusto son infalibles a la hora de detectar la calidad de los caldos. Piensa que es un producto que hay que trabajarlo mejor para llevar calidad al mercado, que es lo que pagarán los consumidores en las tiendas.
Eulogio Castro Galiano
Trabaja para poner en valor los subproductos
Eulogio Castro es profesor del área de Ingeniería Química. Piensa que mucho de lo que desaprovecha la industria del aceite de oliva, que se denominaban residuos y ahora se llaman subproductos, puede tener mucho valor. Por ello, trabaja para demostrarlo y establecer fórmulas para que las empresas oleícolas crean en que es otra vía de ingresos para que apuesten por ellos. Considera que aquí está buena parte del futuro.