Firmas de Los Jarales intentan “sobrevivir” a tiempos complicados
Más que industrial —como apunta su nombre—, el polígono de los Jarales es un referente comercial. En este sentido, el representante de los empresarios de la zona y responsable de Castroluz, Narciso Castro, dice que un 90 por ciento de los establecimientos allí ubicados se dedica al sector de las ventas y, lo mismo que los que se encuentran en el centro de la ciudad, sufren los efectos de la actual situación económica. “Aquí, quizás, se agrava por la distancia, las comunicaciones y, sobre todo, porque los gastos son mucho mayores. Los locales, el que menos, tiene entre 600 y 700 metros cuadrados, con lo que los costes resultan mucho mayores”, explica Castro.
Más que industrial —como apunta su nombre—, el polígono de los Jarales es un referente comercial. En este sentido, el representante de los empresarios de la zona y responsable de Castroluz, Narciso Castro, dice que un 90 por ciento de los establecimientos allí ubicados se dedica al sector de las ventas y, lo mismo que los que se encuentran en el centro de la ciudad, sufren los efectos de la actual situación económica. “Aquí, quizás, se agrava por la distancia, las comunicaciones y, sobre todo, porque los gastos son mucho mayores. Los locales, el que menos, tiene entre 600 y 700 metros cuadrados, con lo que los costes resultan mucho mayores”, explica Castro.

Ese ha sido, precisamente, el motivo, según apunta, por el que grandes empresas han tenido que cerrar sus puertas. “Porque, en concreto, no hablamos de un sector específico. Por ejemplo, frente a mi negocio ubicaron 3 establecimientos totalmente diferentes, bien administrados y llevados, de los que ninguno ha sobrevivido”, lamenta. Firmas que duran tan solo unos meses después de realizar importantes inversiones e, incluso, históricas compañías, como la fábrica de gaseosas de La Inesperada, o Pechina, con más de 50 años de andadura, que han bajado la persiana en los últimos años. Hay naves que no abren desde hace 5 y, en el caso de la ocupación, si se extrapola la situación del tronco central al resto del polígono, un 60 por ciento de los locales está vacío.
Sin lugar a dudas, el cierre de Santana también afectó a las instalaciones, puesto que las pocas fábricas que se ubicaban en el polígono —aunque algunas llegaron a contar con hasta 50 trabajadores— echaron el cierre. Y la situación de municipios de las inmediaciones, como es el caso de Bailén por la crisis del ladrillo y la cerámica, ha hecho que se pierda una clientela fiel. Castro recrimina también, por ejemplo, que no se ubiquen concesionarios como el de la casa Opel.
La solución, en opinión del representante de los empresarios, pasa por la reindustrialización de la ciudad, “que es lo que realmente genera puestos de trabajo y hace que los vecinos puedan comprar. Porque vivir solo del sector comercial es totalmente inviable”.