Financiación para una Universidad competitiva
En una reivindicación en cadena de la Universidad a la Junta y de esta al Gobierno y a su “techo” de gasto. En esto se convirtió ayer el tradicional, solemne y siempre colorista acto de apertura del curso en la UJA. En un Aula Magna en la que no se ocuparon todos los asientos, y celebrando que, tras casi una década de esfuerzos y de fuerte inversión, el pasado 30 de abril se inauguraban las instalaciones del Campus Científico-Tecnológico de Linares, en su primer curso como rector, Juan Gómez, reflexionó sobre el modelo de universidad que defiende: Una institución pública, con vocación de servicio público y valores democráticos, “obligada a dar respuestas a la sociedad que la financia” y a ser motor “de desarrollo territorial”.

Después de la “coronación” de los nuevos doctores con sus birretes, de distinguir a los profesores y al personal del PAS que se jubilan este año y de escuchar la lección inaugural que impartió su predecesor en el cargo, Manuel Parras, Gómez abogó por una cultura de la transparencia. Por “seguir avanzando” en la internacionalización. Por un modelo basado en el trabajo por objetivos en el que los recursos se gestionen “racionalmente” y, sobre todo, por recuperar los niveles de investigación que los recortes han mermado exponencialmente.
El nuevo rector reivindicó la importancia de transferir a la sociedad el conocimiento que se genera dentro ella para impulsar no solo su competitividad, sino también el de la propia Universidad. Pero no obvió que para todo esto hace falta financiación. Levantando la vista del papel, Juan Gómez miró al consejero de Economía y Conocimiento, Antonio Ramírez de Arellano, que estaba sentado a su derecha. Indicó que el presupuesto anual de la UJA es de unos 100 millones y que la “situación financiera es buena” gracias a la gestión de anteriores equipos de gobierno.
Sin embargo, la de la tesorería es “mejorable”, apuntó. Paga las nóminas de los trabajadores y a los proveedores “en un plazo de 15 días”, pero “depende” de las transferencias mensuales de la Junta de Andalucía. Y a pesar de que, el pasado mes de junio, esta le ingresó 9,2 millones de euros, la deuda que el consejero no se atrevió a concretar a los periodistas aún ronda los 54 millones, y reprochó el rector: “Es indirectamente proporcional al esfuerzo en la gestión”.
Para paliar una situación financiera “complicada” que pone el riesgo el “papel social” de la Universidad, el rector subrayó la importancia de “un plan de ejecución de las transferencias ligadas a la actual deuda”, y, dirigiendo de nuevo los ojos al consejero de Economía y Conocimiento, pidió “que se agilice el nuevo Plan Andaluz de Investigación”, del que ya existe un borrador, y que disponga de dotación presupuestaria suficiente.
Con todas las miradas clavadas en él, Ramírez de Arellano puso la mejilla a unas críticas que sabía que habría y reconoció que la situación es “difícil”. Lamentó, en un tono que sonó a mea culpa, los recortes salariales al profesorado y, “sobre todo”, los efectos de la crisis sobre los jóvenes. “Todo eso tenemos que revertirlo. Es nuestro compromiso ahora”, recalcó el consejero. No obstante, destacó que la Junta “ha mantenido precios públicos bajos”, y se mostró “esperanzado” en que acabe la imperante sensación de “incertidumbre” y en que se recuperen, en este mandato, “la normalidad presupuestaria y financiera” en las universidades andaluzas.
Evitando también la concreción de plazos para saldarla, señaló que se ha trasladado a la comunidad universitaria que lo primero “es atender con prontitud los problemas de tesorería que tienen efectos de pago a proveedores” para que “las circunstancias tan adversas no se agraven”. Pero Ramírez de Arellano no se limitó a recibir críticas.
Tanto él, como el presidente del Parlamento, Juan Pablo Durán, presente también en el acto de apertura del curso, exigieron al Gobierno que defina “mucho mejor” la regla de gasto para que los ingresos se dediquen también a recuperar la normalidad. “Viniendo de los recortes que hemos padecido estos años y subiendo solo un 1,8% los costes estructurales, ¿cuánto tiempo vamos a tardar en recuperar la normalidad?”, preguntó el consejero, que se quejó: “No puede ser que, a la vez que se hace un anuncio de un incremento de ingresos, se diga que es solamente para pagar deuda”. En este sentido, Durán explicó: “La norma de gasto es una autoimposición que nos hacemos todos”. Y aventuró: “Creo que debería ser mucho más razonable y equitativa”. Porque —consideró—: “Ahí nos lo estamos jugando todo”. El asunto llegará esta semana al Parlamento en forma de proposición no de Ley.