Feminismo de escaparate

La lencería se promociona, por lo general, con personas en ropa interior. Es así de elemental. Otra cuestión es vender coches con chicas despampanantes medio en pelota, cosa habitual y que a nadie parece escandalizar. Ahí no interviene ningún organismo dedicado a la defensa del feminismo a ultranza.

    13 dic 2009 / 23:00 H.

    Ejemplos de utilización de la mujer, en el peor sentido de la palabra utilizar, los hay a patadas en todos los ámbitos. Parece que el Observatorio Andaluz de la Publicidad no Sexista necesita justificar su existencia, pero para eso tiene otros sitios a los que mirar. No a una mercería de un pueblo de Martos, el municipio del mundo con más olivos, que sólo promocionaba la Fiesta de la Aceituna con chicas y chicos ataviados con diseños de hoja de aceituna. Si todo parte de las denuncias de tres asociaciones, como si son treinta, por supuesta “campaña discriminatoria”, ahí debe actuar el Observatorio, precisamente, para demostrar que es una institución coherente y seria y archivar el caso sin más, sin darle pábulo alguno a semejante queja. Supongo yo que antes de abrir un expediente hay que darle carta de credibilidad a la queja, cosa que en este caso no se sostiene de ninguna de las maneras. Si yo fuera una de las modelos que han posado en ese escaparate dichoso estaría muy orgullosa. Y me consta que las que lo hicieron, desde luego, lo están. Porque ya lo han contado en las páginas de este periódico por activa y por pasiva. Para ellas es una oportunidad de promocionarse haciendo lo que les gusta, aunque le pese a los cuatro catetos que ese día caminaban por la calle y se les cayó la baba cuando se tropezaron con un escaparate en el que no había un belén, sino una chica de carne y hueso. Durante siglos la mujer ha sido tratada como objeto y aún lo es. Quien diga lo contrario, miente. Es evidente que aún faltan muchas batallas para ganar esta guerra, pero con luchas sin sentido como esta, más propias del radicalismo de género que de otra cosa, en lugar de avanzar en igualdad se retrocede, porque se pierde credibilidad. Si encima tenemos que pelearnos con nosotras mismas, apaga y vámonos.