Familia y cultura de la vida
Faltan pocos días para que termine el Sínodo de Obispos sobre la familia que se está celebrando en Roma. Son muchas las personas que durante estos últimos meses y especialmente en estos días, están ofreciendo oraciones y sacrificios para que estas reuniones produzcan frutos espirituales. Sin embargo, no hay que olvidar que un Sínodo apruebe lo que apruebe, no tiene más valor que el consultivo y sirve sólo para asesorar al Papa, solo en el caso de que este asuma sus opiniones y las hiciera suyas, en todo o en parte, a través de una exhortación apostólica, estas enseñanzas si tendrán la consideración de Magisterio de la Iglesia.
Por ahora, conviene recordar algunas enseñanzas que sobre la familia se encuentran en la última encíclica “Laudato Si” (Alabado seas, mi Señor) porque “en la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal. En la familia se aprende a pedir permiso sin avasallar, a decir “gracias” como expresión de una sentida valoración de las cosas que recibimos, a dominar la agresividad o la voracidad, y a pedir perdón cuando hacemos algún daño. Estos pequeños gestos de sincera cortesía ayudan a construir una cultura de la vida compartida y del respeto a lo que nos rodea”.
Plácido cabrera ibáñez / Jaén