Falsas promesas de un presidente
Cuando hace unas semanas el señor Rajoy retiró la reforma de la ley del aborto, me acordé de todo aquello que este señor prometió durante su etapa en la oposición y en su programa electoral.
La rebaja de impuestos fue su primer incumplimiento electoral, sin consenso, y lo di por bueno, en aras a conseguir la tan ansiada recuperación económica. Cuando reformaron —que no cambiaron— la ley de Educación, la primera ley no socialista, sin consenso, la acepté, con todos sus defectos y limitaciones, considerando que todas las leyes socialistas anteriores habían sido un desastre y que cualquier cambio que fomentara el mérito, el trabajo, etcétera, podría suponer una mejora. Pero al anunciar la retirada de la reforma de la ley Aido, por falta de consenso, recordé todas y cada una de las propuestas que hizo el PP en campaña electoral y que, a tres años de la mayoría absoluta, no han ejecutado. Los recuerdo encabezando las manifestaciones contra la ley de Educación, en defensa de la familia, en defensa del no nacido. Me acuerdo de sus recursos ante los tribunales, incluso el Constitucional en materia de matrimonio homosexual, adopción y aborto. Su apoyo en la lucha contra Educación para la ciudadanía, contra tantas otras materias en las que el PSOE nos quiso imponer su “supremacía moral” y contra la que muchas personas protestamos. Su falta de coherencia, de determinación, de valentía, de liderazgo, su asunción de la ideología de género…y tantas otras cosas, me llevan de nuevo a buscar para las próximas elecciones un partido en el que pueda depositar mi confianza. Usted, señor Rajoy, no la tiene, y mi voto tampoco.