Ética y política
Desde MANCHA REAL. Debemos distinguir la ética kantiana, de la convicción, de la ética de la responsabilidad de Max Weber. La primera responde a la convicción ideológica sin tener en cuenta las consecuencias que se derivan de esa convicción (es lo que viene haciendo la señora Merkel con sus políticas de la austeridad) y la segunda, de la responsabilidad, la que tiene en cuenta las consecuencias de la aplicación de un ideal a la vida ciudadana (es lo que propone Hollande en Francia con sus políticas del crecimiento).
La crisis económica europea, con bastantes indicios de que se convierta en mundial, está poniendo nuevamente en discusión el problema de la ética aplicada a la política. Fenómenos iniciados en el siglo XIX con la revolución industrial, como la destrucción del medio ambiente, la deuda externa, el hambre infantil, el paro obrero, el analfabetismo, el trabajo infantil, enfermedades mortíferas y las nuevas guerras colonialistas, están siendo objeto de estudio por economistas progresistas, filósofos e intelectuales en la solución de estos graves asuntos. ¿Qué debo hacer? Preocupa a nuestra sociedad, nos preocupa como ciudadanos que queremos cambiar las cosas pero no sabemos “como”, cambiar las cosas para que nuestros hijos e hijas no hereden este mundo agobiado de problemas. En vista de la dificultad de vivir en este mundo donde existen las malas intenciones de unas pocas personas que nos gobierna (Merkel, Draghi, Legarde, Rato, Guindos) los de la ética de la convicción, al aplicar, convencidos, de sus políticas neoliberales estas están teniendo consecuencias dramáticas para el conjunto de la sociedad mundial, pienso que en esta sociedad pluralista y democrática se debe de dar una articulación entre ética y política con un discurso político abierto y critico entre nosotros que sea posible unir de nuevo la ética con la política (la II República Española y la Transición fueron dos ejemplos de esta unidad), entendida esta como la participación ciudadana en los asuntos transcendentales que nos afecta. En Grecia se habla actualmente de un nuevo concepto ético: el principio de la responsabilidad solidaria, necesario para abordar y resolver los complejos procesos en que está inmersa la sociedad griega. La ética desconectada con la política se destruye y se torna irreal, dado que el ser humano necesita de condiciones biológicas, psíquicas y materiales necesarias para su supervivencia, lo mismo que necesita un adecuado sistema económico, político y jurídico de autoafirmación para poder llevar a cabo una digna y aceptable. A su vez, la política sin ética, crudamente realista, de macro cifras estadísticas, donde el bien común, la autonomía de la persona y la libertad quedan supeditados al poder que está siendo instrumentalizado ideológicamente por un reducido grupo de personas con muchísimo poder. Ante estos hechos incuestionables nos tenemos que hacer estas preguntas: ¿Cómo llevar a la práctica una cultura de diálogo? ¿Cómo contribuir a una solución aceptable y pacífica a la salida de esta grave crisis moral y económica? ¿Cómo corresponsabilizarnos en medio de unas relaciones sociales contaminadas por la corrupción a gran escala? Estoy convencido de que las respuestas a estas preguntas serán viables a largo plazo, ahora no se le ve salida a nada. Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Pero hay una solución de futuro: la tarea pedagógica y la educación moral tienen un papel fundamental en el nacimiento de la nueva sociedad. Desde los primeros años escolares se hace necesario que los maestros y maestras introduzcan en nuestras escuelas el diálogo crítico bien argumentado entre alumnado (hoy no se habla en la escuela) se hace necesaria urgentemente competencias capaces de plantear problemas y buscar soluciones democráticamente, implicar al alumnado en los asuntos del colegio, con todos sus problemas, implicarlo en la resolución de conflictos y comprometerlo en las normas justa de convivencia como elemento clave para una rehabilitación de la vida personal y de convivencia pública, en definitiva necesitamos escuelas que eduquen la moral, la ética participativa, practicar la tolerancia critica, la elaboración corresponsable y solidaria del bien común, y, en última instancia, la configuración de una escuela libre, comprometida con la paz, la justicia social y que ponga en valor lo público sobre lo privado.
José María Morillas Meridiano