Esperanza, la gran carencia de Europa
Desde Girona. La Cumbre de Bruselas puso una vez más en evidencia las carencias del proyecto europeo. Se echan en falta grandes decisiones a la altura de los retos que afronta Europa, pero sería injusto culpar solo a los dirigentes políticos.
Coincidiendo con el inicio de la Cumbre se cumplían 10 años de la Exhortación Ecclesia in Europa, en la que Juan Pablo II advertía de que el continente está enfermo por falta de esperanza. Los obispos europeos han actualizado ese diagnóstico en dos encuentros celebrados en Bruselas y en Varsovia. Si ya entonces, en un buen momento económico y político, se percibían agudos síntomas de fatiga, hoy es más que evidente que al proyecto europeo le falta impulso vital. Los obispos citan como causa la secularización. Europa ha puesto su fe en ídolos materiales que se han desmoronado y ahora es incapaz de mirar al futuro con esperanza. En la capital polaca el Secretario General de la CEE, monseñor Martínez Camino, aludió al ejemplo de la crisis demográfica. Se cita como causa la crisis económica, pero el obispo recordó que la caída de la natalidad se produjo también en las épocas recientes de mayor prosperidad. Son otras las causas de este suicidio demográfico. Europa, el continente sobre el que antes giraba el mundo, sufre una grave pérdida de identidad y se despeña en la insignificancia. Juan Pablo II lo veía muy claro en 1982, cuando desde Santiago lanzó su célebre grito: “Europa: vuelve a encontrarte, sé tú misma. Descubre tus orígenes”. Grito que desgraciadamente no ha sido escuchado.
Jesús Domingo Martínez