España cae ante Brasil, que se coloca segundo del grupo
La selección brasileña ganó por 82-88 a España en uno de los partidos más extraños de los últimos años, porque no quiso guerra durante 37 minutos pero acabó ganando tras un final esperpéntico en el que la selección española desapareció. El partido de la sospecha pareció despejarse rápidamente porque la selección de Brasil no quiso entrar en la guerra. Adquirió un papel secundario, se dejó llevar por el marcador y admitió el dominio de España.

El equipo español salió dispuesto a ganar y al ver la poca oposición que tuvo enfrente decidió adaptarse y dar más minutos a los menos habituales. Los datos hablan por sí solos. 12 de 27 tiros de dos y 3 de 10 en triples al descanso de los brasileños. Y un dato definitivo: al inicio del segundo cuarto ni un solo de los titulares de ambos equipos estaba en esos momentos en la cancha.
Así las cosas la tensión del partido fue mínima y la frialdad de la pista se trasladó a las gradas. Los 8.342 espectadores se divirtieron más haciendo la ola o cantando canciones que con el espectáculo que se les dio.
Pau Gasol, que se convirtió en el máximo anotador histórico de la selección española en los Juegos Olímpicos y ya suma 417, anotó once de los dieciséis puntos anotador por el equipo tras seis minutos de juego, 16-11.
Brasil, con calculada ineficiencia, sólo se acercó lo estrictamente necesario en el marcador, 37-35 (minuto 16.30), mientras que España se fue contagiando del ritmo cansino y de la nula presión de sus rivales. Al descanso, 44-38.
En el tercer cuarto el partido se transformó en una especie de pachanga con alguna que otra acción individual, algún tapón o mate de Ibaka, y con pases preciosistas, que animaron momentáneamente a la aburrida grada.
Las diferencias, instaladas en torno a la decena de puntos, permitieron, puntualmente, alguna acción ofensiva de mérito brasileña, pero nada serio, nada que indujera a pensar en un final tan sorprendente después de que al concluir el tercer cuarto se llegara con un 66-57. El equipo español siguió jugando al ‘tran-tran’ sin gastar más energías de lo necesario. Su apuesta por la victoria, por el espíritu olímpico y por la deportividad pareció clara desde el primer momento. Pero los diez minutos finales fueron desconcertantes. Ricardo Molinelli (efe) / Londres Más información, hoy en la edición impresa de Diario JAEN