Es preciso reinventarse

En las tardes de ayer y de hoy, a las 20:30 horas, en La Económica, el tenor jaenero Miguel Ángel Ruiz, acompañado por Cecilia Cuevas al piano, ofrece unos conciertos en los que interpretan temas de Serrat y Nino Bravo. Miguel Ángel es un tenor spinto especializado en ópera y zarzuela, además de profesor de canto de la Universidad Popular, y director del coro más numeroso que tenemos en Jaén, que es el de la mencionada UPM.

    02 oct 2014 / 10:23 H.

    Estos conciertos se salen un poco de lo que hasta ahora ha estado interpretando por toda la geografía nacional, pero visto el bajón que han dado las grandes producciones del género lírico, no para de reinventarse y de darle vueltas a la cabeza para seguir sorprendiéndonos con nuevas ideas. Esto de darle vuelta a la cabeza para encontrar nuevos caminos lo compruebo día a día, cuando visito distintos rincones de nuestro país. Para empezar, saben que una imagen vale más que mil palabras, y se nos vende limpieza y pulcritud. Posteriormente tratan de sacarle partido a todo, si se encuentran un pequeño resto de ruinas antiguas, ya le está poniendo un trozo de metacrilato y metiéndolo en una ruta turística. Si no hay restos, se inventan que son la capital de la gastronomía, hacen un logo llamativo y lo venden a los tour operadores, el caso es no quedarse estático. Aquí parece que con la coletilla de que no hay un duro, los tres partidos municipales se han puesto de acuerdo y se han repartido las tareas, “yo no hago nada, tú no das ideas de nada y el otro no se entera de nada”, vamos, todo perfectamente repartido, y lo peor es que esto no es nuevo. Ya en el año 88, mi murga del Cigarrón cantaba esto de nuestros regidores municipales. “Si quieren, por ejemplo, poner una papelera, se lo dicen al alcalde, luego a los concejales, lo estudian en comisiones, elaboran un informe, se tiran el día reunidos, hacen equipos de apoyo y al final “no hacen ná”. Pero, al final de mes, se ponen todos de acuerdo para ir “juntos a cobrar”. Tristemente Jaén se está quedando detrás del vagón de cola, cada vez más descolgada, empobrecida, sin vida y lo que es peor, sin esperanza.