Es justicia que pido

Decía el matemático y sociólogo Quételet, que en la sociedad actual encontramos los gérmenes de los delitos futuros. Que los delincuentes son meros instrumentos. Resulta preocupante como la corrupción se introduce en la dieta de adelgazamiento que nos impone esta dura crisis, como un plato más que hay que tragarse. Algo no funciona cuando episodios de este tipo son contestados por el que está enfrente con un simple 'y tú más', insultando a la ciudadanía que es tratada como espectadora de telebasura.

    23 abr 2013 / 15:52 H.

    Algo no funciona, cuando delincuentes por delitos económicos, condenados a dos años y un día, cumplen la pena sin devolver un euro de lo que se apropiaron indebidamente. Algo no funciona, cuando las diferentes administraciones públicas tienen que tomar medidas con fines recaudatorios para cuadrar sus cuentas, multando a diestro y siniestro. Algo no funciona, cuando los ciudadanos son engañados perdiendo sus ahorros en productos financieros que no entendían, o son desahuciados de sus hogares por el impago de préstamos con cláusulas abusivas. Algo no funciona, cuando la propia Ley está más al servicio de la Administración que de la Justicia. Algo no funciona, cuando los grandes gozan de inmunidad y financiación, y los pequeños pagan los intereses de demora y recargos de la financiación del estado de malestar. Este mal funcionamiento nos hace pensar que han caído los dogmas del liberalismo individual. Entre el poderoso y el débil, la ley iguala, y la libertad esclaviza. Ante los hechos expuestos, es el momento de pedir la intervención del Estado en pro de la Justicia. Por tanto, es justicia que pido, que se establezcan mecanismos para cuidar la moral por el cumplimiento de las normas y el respeto a la Ley. Es justicia que pido, que el Estado lleve a cabo sus funciones de intervención, regulación y control, procurando un aumento de la riqueza y una mejor distribución de esta. Es justicia que pido, que se trabaje para eliminar la cultura del todo vale, de enriquecerse fácilmente, de confundir la moral económica. Es justicia que pido, que se evite el coste de estos delitos para la sociedad, que se controlen las subvenciones indebidas, el blanqueo de capitales, y se eliminen las grandes bolsas de fraude y el oscurantismo político. Es justicia que pido, que la propia administración pública trabaje como garante del Estado de derecho, con la verdadera ética de lo público que es el valor de la justicia. Es justicia que pido, que se creen y funcionen de una vez las oficinas judiciales de recuperación de activos, y que el que se lleve algo que no es suyo, que lo devuelva. Es justicia que pido que se limpien las alcantarillas de esta sociedad, pero no con ideologías, sino con ideas.

    Rafael Peralta es economista