Errores técnicos y humanos causaron la tragedia aérea de Barajas
El informe provisional publicado ayer por la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil confirma errores de mantenimiento en la aeronave que el pasado 20 de agosto se estrelló en Barajas y en la que murieron 154 personas, tres de ellas de una misma familia de La Guardia.
Como se apuntó desde un primer momento, distintas piezas de las alas, no estaban extendidas lo que impidió que el avión pudiera elevarse. De esta forma se corrobora que los sistemas de aviso no funcionaron y que los pilotos no detectaron las deficiencias que en ese momento tenía la aeronave. Una mezcla, por lo tanto, de error humano y técnico que acabó en una de las mayores tragedias de la aviación española. Los retrasos previos del vuelo hicieron que la tripulación se precipitara en los controles previos al inicio del vuelo. Ahora, todos estos fallos deben depurarse para que las conclusiones de la comisión se puedan incorporar, con efectos prácticos y legales, a la reglamentación aérea. El compromiso del ministro de Fomento no puede quedar en papel mojado, sobre todo, porque ya existían precedentes que no se tuvieron en cuenta ni por el fabricante, Boing, ni por las autoridades españolas. Y es que un accidente en Estados Unidos, en los ochenta, ya se detectó este fallo en determinadas piezas de las alas. Pero ni la empresa lo subsanó ni Aviación Civil incorporó como obligatorio en todos los vuelos la comprobación del citado mecanismo. De hecho, y hasta que no se produzca un cambio en la legislación, los pilotos sólo tenían que comprobar este apartado en el primer vuelo diario. Por tal motivo es necesario que, una vez que concluya el trabajo de la comisión, y se comprueben todos los factores que desencadenaron la tragedia, fabricante, pilotos y Fomento incorporen a sus respectivos ámbitos la triste lección aprendida tras la catástrofe.